La selección de textos aquí presentada fue extraída de la recopilación realizada por John Hayward y publicada en el libro Complete poetry and selected prose (The nonesuch press. 1932). La primera edición, publicada con el título de Juvenilia, data de 1633 y contenía once paradojas y diez problemas, número que luego fue ampliándose en las sucesivas ediciones. Todos los escritos de esta selección, a excepción de los problemas “¿Por qué la opinión general ha otorgado alma a las mujeres?” y “¿Por qué la estrella Venus tiene muchos nombres, llamada tanto hesperus como Vesper?”, son paradojas.
Un poeta meteórico
El día que muere John Donne, una Inglaterra se desvanece. La misma que sufrió su primer golpe mortal, cuando el tío abuelo de su madre, Thomas More, autor de la Utopia, fue ejecutado. Es la Inglaterra de Roma y del Amor, de la mística y el hermetismo, de la psicología ingrávida de los sonetos de Shakespeare. Es la Inglaterra Metafísica. Medio siglo después, Isaac Newton sepultaría los despojos etéreos de su alma, con la publicación de sus principios matemáticos de la filosofía natural que sancionarían la ley física de la gravedad terrena. Pero para Donne “nuestra naturaleza es meteórica, respetamos (porque participamos de ambos) tanto la tierra como el cielo”. Y puesto que es un ser meteórico, en el que todos los “contrarios se encuentran”, Donne siente una especial “afición por la metafísica”. Afición que procede, precisamente, de la naturaleza misma del amor, de su incomparable capacidad de transmutación que lo llevaría desde joven a “abrazar la peor voluptuosidad, un deseo desmesurado e insaciable del conocimiento humano y las lenguas”. Los misterios del amor en almas crecen, mas empero el cuerpo es su libro, canta uniendo en un único concepto las dos esferas eróticas del saber y del sexo. T.S. Eliot aludió también a esta profunda ruptura operada en la mente de Inglaterra: “En el siglo XVII se produjo una disociación de la sensibilidad de la que nunca nos hemos recuperado… Tennyson y Browning son poetas y piensan; pero no sienten el pensamiento tan inmediatamente como el perfume de una rosa. Un pensamiento para Donne era una experiencia; modificaba su sensibilidad…” La vida y la obra de Donne conforman, según un abigarrado esquema barroco, un laberinto trascendental de problemas y paradojas: iniciándose en su juventud como un exquisito poeta cortesano y satírico culminaría siendo, en contra de su voluntad y por instigación de Jacobo I, un respetado doctor en teología, una de las mayores autoridades de la iglesia anglicana y el principal predicador de su tiempo. Pero en cualquier caso, quizás el más maravilloso poeta de amor que haya dado Europa, del amor prosaico y el sacro, que en él aparecen entrelazados de un modo inextricable. Así estos versos de su poema “La Paradoja”: «No puedo decir que amé porque Quién puede decir que ayer lo mataron…», no reflejan menos la perplejidad de un alma que se siente frágilmente inmortal de lo que estos otros, dirigidos a la divinidad, perduran anclados en los embriagadores deleites del cuerpo: «Tómame, aprisióname, pues a menos que me esclavices, jamás seré libre, ni casto jamás, a menos que me violes…»; o estos en los que, dando voz en su exaltación a lejanos ecos de la prístina humildad de las prostituciones sagradas, ruega a Cristo, refiriéndose a su Iglesia: «desnuda, amable marido, tu esposa a nuestros ojos y deja que mi alma enamorada corteje tu mansa paloma que más verdadera y placentera te es cuando abierta se entrega al abrazo de más hombres…» Aunque juzgada también de paradojal y problemática, su actitud frente a su obra, casi íntegramente inédita en vida del autor, es ejemplarmente clara y refrescante. Las palabras que mejor la definen se encuentran en una carta dirigida a Robert Carr, en la que, refiriéndose al manuscrito de su obra de juventud Biathanatos, que confiaba a su cuidado, expresaba: «…presérvalo para mí, si vivo, y si muero, sólo le prohíbo la Prensa, y el Fuego; no lo publiques, pero no lo quemes; y entre estas dos cosas haz con él lo que quieras».
Jorge Salvetti
Problemas y paradojas
Que es posible encontrar alguna virtud en algunas mujeres.
No soy tan insensiblemente descarado como para osar defender a las Mujeres, o declararlas buenas; aun así vemos que los Doctores reconocen alguna virtud en todos los venenos. ¡Ay! ¿Por qué deberíamos exceptuar a las Mujeres, puesto que sin lugar a dudas son buenas, al menos, como Remedio, así como un poco de vino es bueno para la fiebre? Y aunque sean las Causantes de muchos pecados, son también quienes Castigan y Vengan esos mismos pecados: Porque rara vez he visto a alguien que consuma en ellas sus bienes y su cuerpo, escapar de las enfermedades o la mendicidad; y esta es su Justicia. Y si suun cuique dare, es la realización de toda Justicia Civil, las mujeres son las más justas; porque no le niegan a nadie lo que es de ellas.
Tanquam non liceat nulla puella negat.
¿Y quién puede dudar de su gran sabiduría, al observar con cuánto esfuerzo y astucia nuestros Jueces y otros administradores de las Leyes se empeñan en corromperlas, y con qué esmero nuestros Predicadores exhortan a los hombres a evitarlas, exponiendo las sutilezas, artilugios, y la sabiduría que hay en ellas? ¿O quién puede negarles una buena cuota de Fortaleza, si considera a qué hombres valientes han sometido, y al ser ellas mismas sometidas, cuánto y con qué paciencia lo soportan? Y aunque sean en extremo Inmoderadas, me tiene sin cuidado, porque me propuse concederles algunas virtudes, no todas. La Necesidad, que vuelve buenas incluso las cosas malas, prevalece también para ellas, porque de las mujeres debemos decir, como se dice de las Leyes opresivas: Si los hombres no tuviesen debilidades, serían innecesarias. Éstas y no otras deben servir de razones, y me hace inmensamente feliz el hecho de que los Ejemplos no confirmen las Reglas, porque para justificar esta Opinión, el Mundo no ofrece ni un solo Ejemplo.
That it is possible to find some vertue in some Women.
I am not of that seard Impudence that I dare defend Women, or pronounce them good; yet we see Physitians allow some vertue in every poyson. Alas! why should we except Women ? since certainly, they are good for Physicke at least, so as some wine is good for a feaver. And though they be the Occasioners of many sins, they are also the Punishers and Revengers of the same sins: For I have seldom seen one which consumes his substance and body upon them, escape diseases, or beggery; and this is their Justice. And if suum cuique dare, be the fulfilling of all Civil Justice, they are most just; for they deny that which is theirs to no man.
Tanquam non liceat nulla puella negat.
And who may doubt of great wisdome in them, that doth but observe with how much labour and cunning our Justicers and other dispensers of the Laws studie to imbrace them: and how zealously our Preachers dehort men from them, only by urging their subtilties and policies, and wisdom, which are in them? Or who can deny them a good measure of Fortitude, if he consider how valiant men they have overthrown, and being themselves overthrown, how much and how patiently they bear? And though they be most intemperate, I care not, for I undertook to furnish them with some vertue, not with all. Necessity, which makes even bad things good, prevails also for them, for we must say of them, as of some sharp pinching Laws: If men were free from infirmities, they were needless. These or none must serve for reasons, and it is my great happiness that Examples prove not Rules, for to confirm this Opinion, the World yields not one Example.
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Que el bien es más común que el mal
Nunca me he sentido tan deplorablemente agobiado por ninguna vanidad como por la tonta imprecación de los Viejos contra estos tiempos, y la exaltación que hacen de los suyos: ¡Ay! se traicionan a sí mismos, porque si los tiempos han cambiado, son sus costumbres las que los han cambiado. Pero sus sentidos son a los placeres lo que el gusto de los enfermos a los licores; porque de hecho nada nuevo se hace en el mundo, y todo es lo que era y tal como era, y el Bien es como siempre fue, más abundante, y necesariamente debe ser más común que el Mal, porque tiene por naturaleza y perfección el ser común. Ama a todas las Naturalezas, y todo sin excepción lo conmueve. Así es como en la primera Infancia del Mundo, hubo una época en la que nada era Malo, pero si este mundo se volviese senil en su más extrema Decrepitud, no existiría un tiempo en el que nada fuese bueno. El bien tiene la valentía de aparecer, esparcirse, y brillar en el Mundo, pero el Mal se oculta en la noche y la oscuridad, y se lo castiga y reprime, mientras que al Bien se lo cuida y recompensa. Así como los Bordadores, Lapidarios y otros Artesanos pueden adornar sus obras con todo tipo de objetos; porque al agregar mejores cosas, mejor se muestran en Lustre y Eminencia; así el Bien no sólo postra su Amabilidad ante todo, sino que no rechaza ningún fin, ni siquiera a su total contrario el Mal, para poder sernos más común. Porque las Malas Costumbres engendran buenas leyes; y en todo Mal hay una excelencia, que (en lenguaje común) llamamos bien. Porque decimos que las modas del vestir, las formas de nuestros gestos, las frases de nuestro hablar eran buenas en tanto se usaban, es decir en tanto eran comunes; también comemos y caminamos sólo cuando es, o parece ser, bueno hacerlo. Todo lo Bello, todo lo provechoso, todo lo virtuoso, es bueno, y estas tres cosas, creo, comprenden todas las cosas, salvo sus contrarios absolutos; de los cuales también, lo feo, puede ser rico y virtuoso; lo pobre, ser virtuoso y bello, lo vicioso, bello y rico; de modo que el Bien tiene este buen recurso para ser común: que a algunos objetos puede poseerlos por entero; y en los objetos envenenados por el Mal, puede condescender humildemente a acompañarlo. Y muchas de las cosas Indiferentes se vuelven perfectamente buenas por ser Comunes, como las Costumbres por el uso se vuelven Leyes obligatorias. Pero no recuerdo nada que sea malo por ser Común, salvo las Mujeres, de las cuales también: Aquellas que son las más Comunes, son las mejores de esa Ocupación que profesan.
That good is more common than evill
I have not been so pittifully tired with any vanity, as with silly Old Mens exclaiming against these times, and extolling their own: Alas! they betray themselves, for if the times be changed, their manners have changed them. But their senses are to pleasures, as sick mens tastes are to Liquors; for indeed no new thing is done in the world, all things are what, and as they were, and Good is as ever it was, more plenteous, and must of necessity be more common than Evil, because it hath this for nature and perfection to be common. It makes Love to all Natures, all, all affect it. So that in the Worlds early Infancy, there was a time when nothing was Evill, but if this World shall suffer dotage, in the extreamest Crookednesse thereof, there shall be no time when nothing shall be good. It dares appear and spread, and glister in the World, but Evill buries it self in night and darkness, and is chastised and suppressed when Good is cherished and rewarded. And as Imbroderers, Lapidaries, and other Artisans, can by all things adorn their works; for by adding better things, the better they shew in [Lustre] and in Eminency; so Good doth not only prostrate her Amiablenesse to all, but refuses no end, no not of her utter contrary Evill, that she may be the more common to us. For Evill Manners are Parents of good Lawes; and in every Evill there is an excellency, which (in common speech) we call good. For the fashions of habits, for our moving in gestures, for phrases in our speech, say they are good as long as they were used, that is, as long as they were common; and we eat, we walk, only when it is, or seems good to do so. All fair, all profitable, all virtue, is, good, and these three things I think embrace all things, but their utter contraries; of which also fair may be rich and vertuous; poor, may be vertuous and fair; vitious, may be fair and rich; so that Good hath this good means to be common, that some subjects she can posses entirely, and in subjects poysoned with Evill, she can humbly stoop to accompany the Evill. And of indifferent things many things are become perfectly good by being Common, as Customs by use are made binding Lawes. But I remember nothing that is therefore ill, because it is Common, but Women, of whom also: They that are most Common, are the best of that Occupation they profess.
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¿Por qué la opinión general ha otorgado alma a las mujeres?
Se está de acuerdo en que no tenemos tanto de ellas, como cualquier parte de una u otra de nuestras dos almas mortales, la del sentido o del crecimiento; y les negamos el alma a otros iguales a ellas en todo, salvo en el habla, por el que están en deuda con sus instrumentos corporales: porque quizás el corazón de un Buey, o de una Cabra, o de un Zorro, o de una Serpiente hablaría del mismo modo si estuviese en ese pecho y pudiese mover esa lengua y esas mandíbulas. ¿Acaso tienen tantas ventajas y medios para herirnos (porque su amor siempre nos destruyó) que no osamos disgustarlas, sino que les concedemos lo que quieren? ¿Y así como algunos las llaman Angeles, otros Diosas, y los Heréticos (Pepusianos) las hicieron Obispos, nosotros descendemos tanto con la corriente como para otorgarles Almas? ¿O es que (en este dignificarlas) adulamos de algún modo a Príncipes y a grandes Personajes que están tan gobernados por ellas? ¿O es que en esa indolencia y prodigalidad en la que cotidianamente entregamos nuestra propia alma, sin importarnos a quién, nos esforzamos tanto en persuadirnos a nosotros mismos de que, puesto que la mujer tiene alma, el alma no es gran cosa? ¿O les concedemos almas, pero sólo para uso, porque ellas, para nuestro provecho, nos dan de nuevo sus almas, y también sus cuerpos? ¿O quizá, puesto que el Diablo (que es todo alma) es quien provoca el mayor daño, así por conveniencia y analogía, les concedemos almas, porque se acercarían más a él, y así como los Romanos por venganza naturalizaban algunas Provincias y las hacían Romanas, sólo para que cargaran con el peso de la República; del mismo modo les hemos otorgado almas a las mujeres sólo para volverlas capaces de Condena?
Why hath the Common Opinion afforded Women soules?
It is agreed that we have not so much from them as any part of either our mortal soules of sense or growth; and we deny soules to others equall to them in all but in speech for which they are beholding to their bodily instruments: For perchance an Oxes heart, or a Goates, or a Foxes, or a Serpents would speake just so, if it were in the breast, and could move that tongue and jawes. Have they so many images and means to hurt us (for, ever their loving destroyed us) that we dare not displease them, but give them what they will? And so when some call them Angels, some Goddesses, and the [Peputian] Hereticks made them Bishops, we descend so much with the stream, to allow them Soules? Or do we somewhat (in this dignifying of them) flatter Princes and great Personages that are so much governed by them? Or do we in that easiness and prodigality, wherein we daily lose our own souls to we care not whom, so labour to perswade our selves, that sith a woman hath a soul, a soul is no great matter? Or do we lend them souls but for use, since they for our sakes, give their souls again, and their bodies to boot? Or perchance because the Devil (who is all soul) doth most mischief, and for convenience and proportion, because they would come nearer him, we allow them some souls: and so as the Romans naturalized some Provinces in revenge, and made them Romans, only for the burthen of the Common-wealth; so we have given women souls only to make them capable of Damnation?
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Que a un hombre sabio se lo reconoce por mucho reír
Ridi, si sapis, ô puella ride; Si eres sabio, ríe: porque, dado que las facultades del habla, la Razón, y la risa son, en igual medida, sólo propias del Hombre, ¿por qué no sería más sabio aquel que hace mayor uso de la risa, así como lo es también aquel que posee una mayor capacidad para hablar y razonar? Siempre entendí, y entenderé aquel Adagio:
Per risum multum possis cognoscere stultum
Que si hay muchas risas puedes saber que hay un loco, no que los que ríen son locos, sino que entre ellos hay algún loco, del cual los sabios ríen: lo que llevó a Erasmo a poner estas palabras como su primer Argumento en boca de su Locura, que ella hacía reír a los Observadores: porque los locos son aquellos de quienes más reímos, y ellos los que menos ríen de quien sea. Y la Naturaleza vio que esta facultad era tan necesaria en el hombre, que se ha complacido en que por más causas seamos urgidos a reír que al ejercicio de cualquier otra facultad; porque cosas totalmente contrarias en sí mismas engendran este efecto; porque reímos tanto de las cosas ingeniosas como de las absurdas: De ambas he visto a los hombres reír durante tanto tiempo, y tan sinceramente, que al final lloraban diciendo que ya no podían reír más. Y por consiguiente el Poeta, habiendo descrito la tranquilidad de un sabio retirado, dice en una línea lo que nosotros hemos dicho en muchas; Quid facit Canius tuus? Ridet. Se nos ha enseñado que incluso el extremo de la risa, y más aun, el del llanto, ha sido considerado sabiduría; y que Demócrito y Heráclito, los amantes de estos Extremos, han sido llamados amantes de la Sabiduría. Ahora bien, no dudo que entre nuestros sabios encontremos muchos que reirían del llanto de Heráclito, mas ninguno que llorara de la risa de Demócrito. Al oír Comedias u otras historias ingeniosas, he notado a algunos, que al no comprender las bromas, etc., han elegido esto como el mejor medio de parecer sabios y entendidos: reír cuando sus Compañeros ríen; y he tomado por ignorantes a quienes notaba indiferentes. Si un loco entra en la Corte de un Príncipe, y ve apoyado contra la pared a un hombre de tan reluciente y colorido atuendo que apenas se distingue de las Figuras del Tapiz, con su cuerpo, guarnecido cual arcón con listones de hierro, muy ceñido y ajustado con gruesas cintas doradas, tal vez (como generalmente ocurre) lo envidie. ¿Mas no habrá de hacer nada un sabio, quien quizá no sólo no envidie a este Monstruo, sino que ni siquiera se apiade de él? Sí, que ría. Y si uno de esos violentos y coléricos agitadores que se alimentan peleando, y enardeciendo a otros, escupe sobre un tonto una chispa de infamia, tal vez éste, ardiendo rápidamente como un techo de paja, se enoje; pero es probable que el sabio, frió como una salamandra, no sólo no se enoje, sino que tampoco se compadezca de él; por lo tanto, que ría: y entonces se sabrá que es un Hombre, porque sabe reír, sabio, porque sabe de qué reír, y valiente porque se atreve a reír: porque el que ríe es considerado, con justa razón, más sabio que aquel de quien ríen. Y de aquí proviene, según creo, aquello que últimamente en estos tiempos formales he notado tanto; que ahora que la supersticiosa cortesía de nuestros modales se ha vuelto una complaciente adulación mutua, casi todo el mundo adopta un aire burlón, y se complace en degradarse y en afearse, incluso hasta volverse tonto con ningún otro fin que yo pueda vislumbrar que el de dar motivo de risa a su sabio Compañero; y el mostrarse prontos a la risa es tan natural en los sabios, que creo que todos ellos, si es que algún sabio lee esta Paradoja, reirán tanto de ella como de mí.
That a Wise Man is knowne by much Laughing
Ridi, si sapis, Ô puella ride; If thou beest wise, laugh: for since the powers of discourse, and Reason, and laughter, be equally proper unto Man only, why shall not he be only most wise, which hath most use of laughing, as well as he which hath most of reasoning and discoursing ? I always did, and shall understand that Adage;
Per risum multum possis cognoscere stultum,
That by much laughing thou maist know there is a fool, not, that the laughers are fools, but that among them there is some fool, at whom wise men laugh: which moved Erasmus to put this as his first Argument in the mouth of his Folly, that she made Beholders laugh: for fools are the most laughed at, and laugh the least themselves of any. And Nature saw this faculty to be so necessary in man, that she hath been content that by more causes we should be importuned to laugh, than to the exercise of any other power; for things in themselves utterly contrary, beget this effect; for we laugh both at witty and absurd things: At both which sorts I have seen men laugh so long, and so earnestly, that at last they have wept that they could laugh no more. And therefore the Poet having described the quietnesse of a wise retired man, saith in one, what we have said before in many lines; Quid facit Canius tuus? ridet. We have received that even the extremity of laughing, yea of weeping also, hath been accounted wisdom: and that Democritus and Heraclitus, the lovers of these Extreams, have been called lovers of Wisdom. Now among our wise men, I doubt not but many would be found, who would laugh at Heraclitus weeping, none which weep at Democritus laughing. At the hearing of Comedies or other witty reports, I have noted some, which not understanding jests, &c. have yet chosen this as the best means to seem wise and understanding, to laugh when their Companions laugh; and I have presumed them ignorant, whom I have seen unmoved. A fool if he come into a Princes Court, and see a gay man leaning at the wall, so glistering, and so painted in many colours that he is hardly discerned from one of the Pictures in the Arras hanging, his body like an Iron-bound chest, girt in and thick ribb’d with broad gold laces, may (and commonly doth) envy him. But alas! shall a wise man, which may not only not envy, but not pitty this Monster, do nothing? Yes, let him laugh. And if one of these hot cholerick firebrands, which nourish themselves by quarrelling, and kindling others, spit upon a fool one sparke of disgrace, he, like a thatcht house quickly burning, may be angry; but the wise man, as cold as the Salamander, may not only not be angry with him, but not be sorry for him; therefore let him laugh: so he shall be known a Man, because he can laugh, a wise Man that he knows at what to laugh, and a valiant Man that he dares laugh: for he that laughs is justly reputed more wise, than at whom it is laughed. And hence I think proceeds that which in these later formal times I have much noted; that now when our superstitious civilitie of manners is become a mutuall tickling flattery of one another, almost every man affecteth an humour of jesting, and is content to be deject, and to deform himself, yea become fool to no other end that I can spie, but to give his wise Companion occasion to laugh; and to shew themselves in promptness of laughing is so great in wise men, that I think all wise men, if any wise men do read this Paradox, will laugh both at it and me.
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Que las mujeres deberían pintarse
La Fealdad es Aborrecible: ¿puede serlo entonces aquello que la evita? ¿Quién prohíbe a su amada ceñirse la cintura, corregir con calzados su marcada cojera, pulir sus dientes o perfumar su aliento? Pero puesto que el Rostro es mirado con más detenimiento, importa más: Porque así como los pecadores que confiesan abiertamente son siempre castigados, mas los cautos que ocultan sus pecados sin testigos, también sin castigo los cometen; así las partes secretas exigen menos consideración; mas para con el Rostro, expuesto a todo Examen e inspección, ningún celo es demasiado puntilloso. Y no sólo atrae a los inquietos Ojos, sino que está sometido al más divino de todos los contactos, al besar, la extraña y mística unión de las almas. Si ella se prostituyese a un hombre más indigno que tú, qué sincera y justamente exclamarías; y que por falta de esta solución más fácil y rápida entregue su cuerpo a la ruina y la deformidad (los tiránicos Violadores, y súbitos Desfloradores de todas las mujeres), ¡qué adulterio tan espantoso! Lo que amas en su rostro es el color, y la pintura se lo da, mas tú odias la pintura, no por ser pintura, sino porque sabes que lo es. Tonto a quien la Ignorancia hace feliz; las Estrellas, el Sol, el Cielo que tú admiras, ¡ay!, no tienen color, pero son bellos porque parecen estar pintados: Si esta apariencia en ella no te satisface, al menos puedes estar seguro de su color cuando la ves pintarse. Si su rostro estuviese pintado sobre una Madera o una Pared, te encantaría, e incluso la Madera y la Pared: ¿Puedes entonces detestar su rostro cuando habla, ríe y besa sólo por estar pintado? ¿No nos deleita más ver Pájaros, Frutas y Animales pintados que verlos al Natural? ¿Y no contemplamos con placer las formas pintadas de Monstruos y Demonios, que no osamos ver cuando son verdaderos? Reparamos nuestras casas en ruinas, pero antes las frías tempestades nos lo advierten y nos laceran a través de sus grietas; enmendamos las roturas y manchas de nuestro Atuendo, pero primero a nuestros ojos y a otras personas ofenden; mas esto se evita gracias a la providencia de las Mujeres. Si al Besarla o respirar muy cerca de ella, la pintura se cae, te enfadas; si continúa pegada, ¿te enfadarás? La amabas; si empiezas a odiarla, es porque no está pintada. Si ahora dices que ya antes la odiabas, la odiabas y la amabas al mismo tiempo. Sé constante en algo, y ama a aquella que te muestra su gran amor, tomándose este trabajo de parecer bella para ti.
That women ought to paint
Foulness is Lothsome: can that be so which helps it? who forbids his beloved to gird in her waste? to mend by shooing her uneven lameness? to burnish her teeth? or to perfume her breath? yet that the Face be more precisely regarded, it concerns more: For as open confessing sinners are always punished, but the wary and concealing offenders without witness do it also without punishment, so the secret parts needs the less respect; but of the Face, discovered to all Examinations and surveys, there is not too nice a Jealousie. Nor doth it only draw the busie Eyes, but it is subject to the divinest touch of all, to kissing, the strange and mystical union of souls. If she should prostitute her self to a more unworthy man than thy self, how earnestly and justly wouldst thou exclaim, that for want of this easier and ready way of repairing, to betray her body to ruine and deformity (the tyrannous Ravishers, and sodain Deflowers of all women) what a hainous adultery is it! What thou lovest in her face is colour, and painting gives that, but thou hatest it, not because it is, but because thou knowest it. Fool, whom Ignorance makes happy, the Stars, the Sun, the Skye whom thou admirest, alas, have no colour, but are fair, because they seem to be coloured: If this seeming will not satisfie thee in her, thou hast good assurance of her colour, when thou seest her lay it on. If her face be painted on a Board or Wall, thou wilt love it, and the Board, and the Wall: Canst thou loath it then when it speaks, smiles, and kisses, because it is painted? Are we not more delighted with seeing Birds, Fruits, and Beasts painted than we are with Naturals? And do we not with pleasure behold the painted shape of Monsters and Devils, whom true, we durst not regard? We repair the ruines of our houses but first cold tempests warn us of it, and bites us through it; we mend the wrack and stains of our Apparell, but first our eyes, and other bodies are offended; but by this providence of Women, this is prevented. If in Kissing or breathing upon her, the painting fall off, thou art angry; wilt thou be so, if it stick on? Thou didst love her; if thou beginnest to hate her, then ’tis because she is not painted. If thou wilt say now, thou didst hate her before, thou didst hate her and love her together. Be constant in something, and love her who shews her great love to thee, in taking this pains to seem lovely to thee.
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Que la naturaleza es nuestra peor guía
¿Será guía de todas las Criaturas, quien a su vez es una? Y, si también ella tiene una guía, ¿tendrá alguna Criatura una guía mejor que la nuestra? Si las afecciones de la lujuria y la ira, si incluso errar es natural ¿Iremos tras ellas? ¿Puede ser una buena guía para nosotros quien no sólo nos ha corrompido, sino que se ha corrompido a sí misma? ¿No fue corrompido el primer Hombre por el deseo de conocimiento, incluso en la más pura integridad de la Naturaleza? ¿Y no fue la Naturaleza la que infundió (si es que la Naturaleza hace algo) ese deseo de conocimiento, y por ende esa Corrupción en él, en nosotros? Si por Naturaleza hemos de entender nuestra esencia, nuestra definición, [nuestra racionabilidad] entonces, siendo ésta común a todos (puesto que el Idiota y el Sabio son razonables por igual), ¿por qué los hombres, teniendo en común una única naturaleza, no siguirían todos el mismo curso? O si hemos de entender nuestras inclinaciones; ¡Ay…! ¡qué guía incapaz es aquella que sigue el temperamento de nuestros fangosos cuerpos! Porque no podemos decir que nuestras inclinaciones, nuestras mentes, nuestras almas, derivan de modo alguno de nuestros Padres: decir eso, es todo del todo, es error en el razonamiento, porque entonces al primero nada le queda; o es una parte del todo, es error en la experiencia, porque entonces esta parte repartida equitativamente entre todos los hijos, como sucede con algunas tierras, en pocas generaciones desaparecería: o por Comunión, es error en Teología, porque comunicar la habilidad de comulgar la total esencia con cualquiera salvo con Dios, es una absoluta blasfemia. Y si tienes la naturaleza e inclinaciones de tu Padre, él también tuvo las de su Padre, y así ascendiendo, todo viene de un solo hombre, y tiene una sola naturaleza, y por lo tanto todo abrazará un solo curso; pero eso no puede ser, por consiguiente, nuestra Constitución y todo nuestro Cuerpo los heredamos de los Padres; nuestras inclinaciones y nuestras mentes siguen a eso: Porque a nuestra mente le pesan las aflicciones de nuestros cuerpos, y se regocija en el placer de éstos: ¿cómo entonces nos gobernará esta naturaleza que es gobernada por nuestra peor parte? La Naturaleza, aunque a menudo se la ahuyente, regresará; es verdad, pero a aquellos buenos impulsos e inspiraciones que son nuestras guías debemos cortejarlos, halagarlos, y acogerlos gentilmente, o de lo contrario nos abandonan. Y aquel viejo Axioma, nihil invita, etc. no debe entenderse no debes, sino no quieres hacer nada en contra de la Naturaleza; pues lo que él señala es que sólo contra nuestra voluntad refrenamos nuestros apetitos naturales. Siempre llamamos a nuestros bastardos, hijos naturales, y definimos a un Tonto con el término tan común como el término de natural. Y a aquel pobre conocimiento por el cual concebimos qué es la lluvia, qué el viento, qué el trueno, llamamos Metafísica, es decir sobrenatural; tan pequeñas, tan ínfimas son las cosas que asignamos a la comprensión de nuestra dócil Naturaleza. Por último, al seguirla, perdemos las agradables y lícitas Comodidades de esta vida, porque beberemos agua y comeremos raíces y aquellas cosas que no son dulces y delicadas, como las que ahora se fabrican mediante el arte y la industria del Hombre: y perderemos todas las necesidades de la sociedad, las leyes, las artes y las ciencias, que son todas obra del Hombre: careceremos, incluso, del ultimo y mejor refugio contra la miseria, la muerte, porque ninguna muerte es natural: porque si no os atrevéis a decir que toda muerte es violenta (aunque no veo por qué las enfermedades no serían violencias), aun así, las causas de todas las muertes proceden del defecto de aquello que la naturaleza hizo perfecto, y querría preservar, y por consiguiente, todas son contrarias a la naturaleza.
That Nature is our worst Guide
Shall she be guide to all Creatures, which is her self one? Or if she also have a guide, shall any Creature have a better guide than we? The affections of lust and anger, yea even to erre is natural, shall we follow these? Can she be a good guide to us, which hath corrupted not us only but her self? was not the first Man, by the desire of knowledge, corrupted even in the whitest integrity of Nature? And did not Nature, (if Nature did any thing) infuse into him this desire of knowledge, and so this Corruption in him, into us? If by Nature we shall understand our essence, our definition [our reasonableness], then this being alike common to all (the Idiot and the Wizard being equally reasonable) why should not all men having equally all one nature, follow one course? Or if we shall understand our inclinations; alas! how unable a guide is that which follows the temperature of our slimie bodies! For we cannot say that we derive our inclinations) our mindes, or souls from our Parents by any way: to say that it is all from all is errour in reason, for then with the first nothing remains; or is a part from all, is errour in experience, for then this part equally imparted to many children, would like Gavell-kind lands, in few generations become nothing: or to say it by communication, is errour in Divinity, for to communicate the ability of communicating whole essence with any but God, is utterly blasphemy. And if thou hit thy Fathers nature and inclination, he also had his Fathers, and so climbing up, all comes of one man, and have one nature, all shall imbrace one course; but that cannot be, therefore our Complexions and whole Bodies, we inherit from Parents; our inclinations and minds follow that: For our mind is heavy in our bodies afflictions, and rejoyceth in our bodies pleasure: how then shall this nature governe us, that is governed by the worst part of us? Nature though oft chased away, it will return; ’tis true, but those good motions and inspirations which be our guides must be wooed, courted, and welcomed, or else they abandon us. And that old Axiome, nihil invita, &c. must not be said thou shall, but thou wilt doe nothing against Nature; so unwilling he notes us to curbe our naturall appetites. Wee call our bastards alwayes our naturall issue, and we define a Foole by nothing so ordinary, as by the name of naturall. And that poore knowledge whereby we conceive what rain is, what wind, what thunder, we call Metaphysicke, supernaturall; such small things, such no things do we allow to our pliant Natures apprehension. Lastly, by following her, we lose the pleasant, and lawfull Commodities of this life, for we shall drinke water and eate rootes, and those not sweet and delicate, as now by Mans art and industry they are made: we shall lose all the necessities of societies, lawes, arts, and sciences, which are all the workemanship of Man: yea we shall lack the last best refuge of misery, death, because no death is naturall: for if yee will not dare to call all death violent (though I see not why sicknesses be not violences) yet causes of all deaths proceed of the defect of that which nature made perfect, and would preserve, and therefore all against nature.
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¿Por qué la estrella Venus tiene muchos nombres, llamada tanto Hesperus como Vesper?
La Luna tiene tantos nombres, mas no por ser una estrella, sino por tener diversas regencias; pero Venus es multinominis para servir de ejemplo a sus discípulas prostitutas, quienes con tanta frecuencia, o bien con el fin de renovarse o rejuvenecerse ante los amantes o bien de ocultarse de los Magistrados, han de tomar nuevos nombres. Puede ser que ella adopte nuevos nombres de acuerdo a sus diferentes funciones, porque así como es la Suprema Monarca de todo el Amor en general (que es el placer) así también se une, en una misma Misión, con todas las Mitológicas, Juno, Diana y todas las otras, para el Matrimonio. Tal vez sea a causa de los diversos nombres para sí misma, porque sus Afecciones tienen más nombres que cualquier otro vicio, a saber: Polución, Fornicación, Adulterio, Incesto Laico, Incesto Eclesiástico, Violación, Sodomía, Estupro, Masturbación y otros miles. Quizá sus diferentes nombres mostraban su docilidad con distintos hombres, porque Neptuno la exudó y la mojó en Amor, el Sol la calienta y derrite, Mercurio la persuadió y le juró, la autoridad de Júpiter la sujetó, y Vulcano la martilló. Como Hesperus ella os brinda su bonum utile, porque es más saludable a la Mañana; como Vesper su bonum delectabile porque es más placentero a la Noche. Y puesto que los hombres trabajadores se levantan y resisten con el Sol en sus ocupaciones ciudadanas, esta estrella los despierta un poco antes, y vuelve a recordarles un poco después, regresar a las ocupaciones de esta estrella; porque ciertamente,
Venit Hesperus, ite capellae:
fue dicho a los amantes bajo el aspecto de Cabras.
Why is Venus-Starre multinominous, called both Hesperus and Vesper?
The Moone hath as many names, but not as she is a starre, but as she hath divers governments; but Venus is multinominous to give example to her prostitute disciples, who so often, either to renew or refresh them selves towards lovers, or to disguise themselves from Magistrates, are to take new names. It may be she takes new names after her many functions, for as she is Supreme Monarch of all Love at large (which is lust) so is she joyned in Commission with all Mythologicks, with Juno, Diana, and all others for Marriage. It may be because of the divers names to her self, for her Affections have more names than any vice; scilicet: Pollution, Fornication, Adultery, Lay-Incest, Church-Incest, Rape, Sodomy, Mastupration, Masturbation, and a thousand others. Perchance her divers names shewed her appliableness to divers men, for Neptune distilled and wet her in Love, the Sunne warms and melts her, Mercury perswaded and swore her, Jupiters authority secured, and Vulcan hammer’d her. As Hesperus she presents you with her bonum utile, because it is whole-somest in the Morning: As Vesper with her bonum delecta-bile, because it is pleasantest in the Evening. And because industrious men rise and endure with the Sunne in their civill businesses, this starre cals them up a little before, and remembers them again a little after for her business; for certainly,
Venit Hesperus, ite capellae:
was spoken to lovers in the persons of Goats.
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Que la virginidad es una virtud
No llamo virtud a la Virginidad que sólo reside en la integridad del Cuerpo; menos aun si es con el propósito de mantenerla perpetuamente: pues entonces es un vicio muy inhumano. Sino que llamo virtud a aquella Virginidad que está dispuesta y deseosa a entregarse en términos honestos y lícitos, cuando la justa razón lo requiera; y que hasta entonces es preservada con decorosa castidad de Cuerpo y Mente. Algunos podrán decir que la Virginidad está en nosotros por Naturaleza y por consiguiente no es una virtud. Es verdad, como está en nosotros por Naturaleza, no es ni una Virtud ni un Vicio, y está solo en el cuerpo: (como en los Bebés, los Niños y aquellos que son incapaces de abandonarla). Pero aquella Virginidad que está en el Hombre o en la Mujer de edad adulta, no está en ellos por Naturaleza: la Naturaleza es su más grande enemiga, y con las más sutiles tentaciones busca derribarla, golpeándola continuamente con sus Instrumentos y atacándola con tanto ímpetu que es una virtud fuerte y poco común resistir hasta el matrimonio. La filosofía ética dice que ninguna virtud es corrompida o arrebatada por aquello que es bueno: Según lo cual, algunos podrían decir que la, Virginidad, por consiguiente, no es una virtud, ya que es arrebatada por el matrimonio. La virginidad no es arrebatada por el matrimonio de un modo diferente a como la luz de las estrellas es arrebatada por una luz mayor (la luz del Sol:) o como un Título menor es arrebatado por uno mayor (un Señor al ser nombrado Conde:); sin embargo, la virginidad es una virtud y tiene su Trono en el medio: Los extremos son, por Exceso, violarla antes del matrimonio; por Defecto no casarse. En los años de madurez, tan pronto como la razón persuade y la oportunidad lo admite, estos extremos están igual de alejados del medio: el exceso procede de la Lujuria, el defecto de la Displicencia, el Orgullo y la Estupidez. Hay un viejo Proverbio que dice que quienes mueren doncellas deben guiar a los Simios en el Infierno. Un simio es una Bestia ridícula e inaprovechable, cuya carne no es buena como alimento, ni su lomo para la carga, ni es útil para cuidar una casa; y quizás por la inutilidad de esta bestia fue que surgió este proverbio: Porque seguramente nada es más infructífero en el Reino de la Naturaleza que aquellas ancianas que mueren vírgenes, porque rehúsan ser usadas para ese único fin para el cual fueron hechas. El Simio da a luz su cría, por lo general de a pares; a aquel que más ama lo mata apretándolo demasiado fuerte: así las tontas doncellas, consolándose con una idea falsa de la virtud, en una imbécil obstinación, viven y mueren vírgenes; y por lo tanto no sólo matan en sí mismas la virtud de la Virginidad, y hacen de una Virtud un Vicio, sino que también acusan a sus padres, al condenar el matrimonio. Si esta moraleja no es apropiada aun así puede extraerse una excelente del tierno amor del Simio por los Conejos al preservarlos de la Comadreja y el Hurón. De esta similitud entre un Simio y una vieja Doncella surgió por primera vez el proverbio antes mencionado. Pero hay algunas viejas Doncellas que son Vírgenes en contra de su voluntad, y con gusto cambiarían su Vida Virginal por el Matrimonio: si éstas nunca hubieran tenido ninguna propuesta de Maridos adecuados, son de alguna manera excusables, y su predisposición, su deseo de casarse y su abstinencia de toda copulación deshonesta e ilícita pueden ser una especie de inclinación hacia la virtud, aunque no una Virtud en sí misma. Esta virtud de la virginidad (aunque sea pequeña e infructífera) es una virtud nada común y extraordinaria. Todas las otras virtudes residen en la voluntad (es la voluntad las que las vuelve virtudes). Pero es la renuencia a mantenerla, el deseo de perderla, lo que vuelve a ésta una virtud. Así como en la gestación y la formación natural de la semilla en el vientre de la mujer, el cuerpo se une y se organiza en veintiocho días y así empieza siendo nada más que un Embrión, pero capaz de recibir, como materia preparada para su forma, un alma que no deja de insinuarse y anidarse en el cuerpo en el cuadragésimo día; alrededor del tercer mes tiene movilidad y sensibilidad: Así también la virginidad es un Embrión, una masa informe, hasta que alcanza cierta edad, que es alrededor de los doce años en las mujeres, catorce en los hombres, y entonces comienza a infundirse en ella el alma del Amor y a volverse una virtud: También hay un determinado momento en que deja de ser una virtud, que en los hombres es alrededor de los cuarenta años, en las mujeres alrededor de los treinta: en efecto, la pérdida de tanto tiempo vuelve a su virginidad un vicio, si sus empeños no estuviesen totalmente volcados y sus deseos completamente fijos en el matrimonio: en la época de la cosecha, ¿no consideramos un gran vicio de pereza y negligencia en un granjero dejar pasar una semana o diez días después de que sus frutos están totalmente maduros? ¿No es mucho más razonable considerar un vicio más odioso que una virgen deje que su fruto (in potentia) se consuma y se pudra inútilmente y que la virtud de su virginidad degenere en un vicio? (porque la virginidad que se mantiene para siempre para siempre se pierde). La Avaricia es el mayor pecado mortal junto con el Orgullo: extrae más placer acumulando Tesoros que usándolos y no dejará que el poseedor ni otros extraigan provecho de ellos durante la vida del Miserable, aun así éstos permanecen íntegros y cuando el Miserable fallece deben pasar a alguien. La virginidad conservada por siempre es un vicio mucho peor que la avaricia; no dejará que el poseedor ni los otros obtengan ningún provecho de ella, ni puede ser legada a nadie: conservándola largo tiempo se corrompe y se marchita, y pierde todo valor. Viendo así que la virginidad se vuelve un vicio por defecto al exceder un determinado tiempo, aconsejo a todas las mujeres que elijan a algún Paracelsiano como Médico, para prevenir la muerte de esa virtud: Los Paracelsianos (curando lo igual con lo igual) dicen que si se pudiese ingerir la vida de las Criaturas vivientes, nos volverían inmortales. Por esta regla las Vírgenes, mediante un matrimonio discreto, deberían tragar dentro de su propia Virginidad otra Virginidad, y devorar en su vientre esa vida y ese espíritu, de modo tal que las vuelva, por así decir, inmortales aquí en la tierra, además de su perfecta inmortalidad en el cielo: Y esa Virtud que, de lo contrario, se pudriría y se corrompería, será entonces completa; y será grabada en el Cielo, e inscripta aquí en la Tierra; y el nombre de Virgen será reemplazado por un nombre más honroso, Una Esposa.
That virginity is a vertue
I call not that Virginity a vertue, which resideth onely in the Bodies integrity; much lesse if it be with a purpose of perpetuall keeping it: for then it is a most inhumane vice. But I call that Virginity a vertue which is willing and desirous to yeeld it selfe upon honest and lawfull terms, when just reason requireth; and until then, is kept with a modest chastity of Body and Mind. Some perchance will say that Virginity is in us by Nature, and therefore no vertue. True, as it is in us by Nature, it is neither a Vertue nor Vice, and is onely in the body: (as in Infants, Children, and such as are incapable of parting from it) But that Virginity which is in Man or Woman of perfect age, is not in them by Nature: Nature is the greatest enemy to it, and with most subtile allurements seeks the overthrow of it, continually beating against it with her Engines, and giving such forcible assaults to it, that it is a strong and more than ordinary vertue to hold out till marriage. Ethick Philosophy saith, That no Vertue is corrupted, or is taken away by that which is good: Hereupon some may say, that Virginity is therfore no vertue, being taken away by marriage. Virginity is no otherwise taken away by marriage, than is the light of the starres by a greater light (the light of the Sun:) or as a lesse Title is taken away by a greater (an Esquire by being created an Earle:) yet Virginity is a vertue, and hath her Throne in the middle: The extreams are, in Excesse, to violate it before marriage; in Defect, not to marry. In ripe years as soon as reason perswades and opportunity admits, These extreams are equally removed from the mean: The excesse proceeds from Lust, the defect from Peevishnesse, Pride and Stupidity. There is an old Proverb, That, they that dy maids, must lead Apes in Hell. An Ape is a ridiculous and an unprofitable Beast, whose flesh is not good for meat, nor its back for burden, nor is it commodious to keep an house: and perchance for the unprofitablenesse of this Beast did this proverb come up: For surely nothing is more unprofitable in the Commonwealth of Nature, than they that dy old maids, because they refuse to be used to that end for which they were only made. The Ape bringeth forth her young, for the most part by twins; that which she loves best, she killeth by pressing it too hard: so foolish maids soothing themselves with a false conceit of vertue, in fond obstinacie, live and die maids; and so not onely kill in themselves the vertue of Virginity, and of a Vertue make it a Vice, but they also accuse their parents in condemning marriage. If this application hold not touch, yet there may be an excellent one gathered from an Apes tender love to Conies in keeping them from the Weasel and Ferret. From this similitude of an Ape and an old Maid did the foresaid proverb first arise. But alas, there are some old Maids that are Virgins much against their wills, and fain would change their Virgin-life for a Married: such if they never have had any offer of fit Husbands, are in some sort excusable, and their willingnesse, their desire to marry, and their forbearance from all dishonest, and unlawfull copulation, may be a kind of inclination to vertue, although not Vertue it selfe. This Vertue of Virginity (though it be small and fruitlesse) it is an extraordinary, and no common Vertue. All other Vertues lodge in the Will (it is the Will that makes them vertues.) But it is the unwillingnesse to keep it, the desire to forsake it, that makes this a vertue. As in the naturall generation and formation made of the seed in the womb of a woman, the body is joynted and organized about the 28 day, and so it begins to be no more an Embrion, but capable as a matter prepared to its form to receive the soule, which faileth not to insinuate and innest it selfe into the body about the fortieth day; about the third month it hath motion and sense: Even so Virginity is an Embrion, an unfashioned lump, till it attain to a certain time, which is about twelve years of age in women, fourteen in men, and then it beginneth to have the soule of Love infused into it, and to become a vertue: There is also a certain limited time when it ceaseth to be a vertue, which in men is about fourty, in women about thirty years of age: yea, the losse of so much time makes their Virginity a Vice, were not their endeavour wholly bent, and their desires altogether fixt upon marriage: In Harvest time do we not account it a great vice of sloath and negligence in a Husband-man, to overslip a week or ten dayes after his fruits are fully ripe; May we not much more account it a more heynous vice, for a Virgin to let her Fruit (in potentia) consume and rot to nothing, and to let the vertue of her Virginity degenerate into Vice, (for Virginity ever kept is ever lost.) Avarice is the greatest deadly sin next Pride: it takes more pleasure in hoording Treasure than in making use of it, and will neither let the possessor nor others take benefit by it during the Misers life; yet it remains intire, and when the Miser dies must come to som body. Virginity ever kept, is a vice far worse than Avarice, it will neither let the possessor nor others take benefit by it, nor can it be bequeathed to any: with long keeping it decayes and withers, and becomes corrupt and nothing worth. Thus seeing that Virginity becomes a vice in defect, by exceeding a limited time; I counsell all female Virgins to make choyce of some Paracelsian for their Physitian, to prevent the death of that Vertue: The Paracelsians (curing like by like) say, That if the lives of living Creatures could be taken down, they would make us immortall. By this Rule, female Virgins by a discreet marriage should swallow down into their Virginity another Virginity, and devour such a life and spirit into their womb, that it might make them, as it were, immortall here on earth, besides their perfect immortality in heaven: And that Vertue which otherwise would putrifie and corrupt, shall then be compleat; and shall be recorded in Heaven, and enrolled here on Earth; and the name of Virgin shall be exchanged for a farre more honorable name, A Wife.
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Que los dones del cuerpo son mejores que los dones de la mente
Digo una vez más, que el cuerpo hace la mente, no que la creó mente, sino que forma a la mente buena o mala; y esta mente puede confundirse con el alma, sin causar ninguna violencia o injusticia a la Razón o a la Filosofía: entonces, el alma, al parecer, recibe sus facultades de nuestro Cuerpo, no éste de aquella. Mi Cuerpo permite a mi alma ver las bellezas del mundo a través de mis ojos, oír las cosas agradables a través de mis oídos; y le provee Órganos aptos para la comunicación de todo deleite perceptible. Pero ay…! Mi alma no puede hacer que ninguna parte que no esté por sí misma dispuesta para ello vea u oiga, por más que ella quiera y pueda ver tanto hacia atrás como hacia adelante. Ahora si mi alma dijese, que ella permite a cualquier parte del cuerpo degustar estos placeres, pero que ella misma sólo se deleita con aquellos ricos encantos que captan sus ojos y sus sentidos interiores, estaría fingiendo; porque a menudo la veo complacerse con bellezas que ve a través de mis ojos, y con música que oye a través de mis oídos. Esta perfección tiene entonces mi cuerpo, que puede impartir a mi mente todos sus placeres; y mi mente, aunque tiene muchos otros, no puede ni enseñar sus facultades a la parte indispuesta, ni mostrar a las partes más unidas a ella la belleza de los Ángeles, de la Música, de las Esferas, de cuya contemplación se jacta. ¿Son la Castidad, la Templanza y la Fortaleza dones de la mente? Apelo a los Médicos a que digan si la causa de éstos no está en el cuerpo; la salud es el don del cuerpo, y la paciencia en la enfermedad, el don de la mente: ¿quién dirá entonces que la paciencia es una felicidad tan buena como la salud, cuando para adquirir esta felicidad debemos ser extremadamente desgraciados? Y para alimento del trato social y el amor mutuo entre los seres humanos, que es nuestro fin principal mientras somos hombres; digo que esta belleza, presencia y proporción del cuerpo tiene más fuerza masculina para engendrar este amor que las virtudes de la mente: porque nos golpea de repente y se apodera de nosotros con desmesura; mientras que conocer esas virtudes requiere de cierto criterio por parte de aquel que las ha de discernir, tiempo y conversación. E incluso, al final, cuánto de nuestra fe y creencia nos veremos llevados a otorgar para asegurarnos que estas virtudes no son simuladas: puesto que es lo mismo ser o parecer virtuoso, porque aquel que no tiene virtud no puede simular ninguna, pero aquel que tiene un poco puede dorarla y esmaltarla e incluso transformar el vicio en virtud: Dejad que un hombre sea discreto y flexible a los males, que son los grandes dones virtuosos de la mente, y esta discreción sera para él el alma y el elixir de todas las virtudes, de modo que matizado con esta, incluso el orgullo se convertirá en humildad y la cobardía en valentía honrosa y sabia. Pero en cosas visibles no existe este peligro, porque el cuerpo que amas y estimas bello, es bello: y si no es bello hasta la perfección, al menos será bello en el mismo grado en que tu juicio sea bueno. Y en un cuerpo bello rara vez sospecho que exista una mente desproporcionada, así como rara vez espero encontrar una mente buena en un cuerpo deforme. Cuando veo una linda casa doy por sentado un propietario digno, de un edificio en ruinas y maltratado por las inclemencias del tiempo me alejo, porque parece o bien repleto de rufianes como una Prisión o habitado por un ocupante indigno y negligente que tolera su destrucción. Y en verdad, los dones de la Fortuna, que son riquezas, son sólo sirvientas, o incluso proxenetas de los placeres del cuerpo; con su ayuda alimentamos la salud, conservamos las exquisiteces y adquirimos delicias; de modo que la virtud que debe ser amada por sí misma y no respeta ningún fin ulterior es en verdad nada: y las riquezas, cuyo fin es el bien del cuerpo, no pueden ser tan enteramente buenas como el fin hacia el cual tienden.
That the gifts of the Body are better than those of the Minde
I say again, that the body makes the minde, not that it created it a minde, but forms it a good or a bad minde ; and this minde may be confounded with soul without any violence or injustice to Reason or Philosophy: then the soul it seems is enabled by our Body, not this by it. My Body licenseth my soul to see the worlds beauties through mine eyes: to hear pleasant things through mine ears; and affords it apt Organs for the conveiance of all perceivable delight. But alas! my soul cannot make any part, that is not of it self disposed to see or hear, though without doubt she be as able and as willing to see behinde as before. Now if my soul would say, that she enables any part to taste these pleasures, but is her selfe only delighted with those rich sweetnesses which her inward eyes and senses apprehend, shee should dissemble; for I see her often solaced with beauties, which shee sees through mine eyes, and with musicke which through mine eares she heares. This perfection then my body hath, that it can impart to my minde all his pleasures; and my mind hath still many, that she can neither teach my indisposed part hex faculties, nor to the best espoused parts shew it beauty of Angels, of Musicke, of Spheres, whereof she boasts the contemplation. Are Chastity, Temperance, and Fortitude gifts of the minde? I appeale to Physitians whether the cause of these be not in the body; health is the gift of the body, and patience in sicknesse the gift of the minde: then who will say that patience is as good a happinesse, as health, when wee must be extremely miserable to purchase this happinesse. And for nourishing of civill societies and mutuall love amongst men, which is our chief end while we are men; I say, this beauty, presence, and proportion of the body, hath a more masculine force in begetting this love, than the venues of the minde: for it strikes us suddenly, and possesseth us immoderately; when to know those venues requires some Judgement in him which shall discerne, a long time and conversation between them. And even at last how much of our faith and beleefe shall we be driven to bestow, to assure our selves that these venues are not counterfeited: for it is the same to be, and seem vertuous, because that he that hath no vertue, can dissemble none, but he which hath a Iittle, may gild and enamell, yea and transforme much vice into vertue: For allow a man to be discreet and flexible to complaints, which are great vertuous gifts of the minde, this discretion will be to him the soule and Elixir of all vertues, so that touched with this, even pride shall be made humility; and Cowardice, honourable and wise valour. But in things seen there is not this danger, for the body which thou lovest and esteemest faire, is faire: certainly if it be not faire in perfection, yet it is faire in the same degree that thy Judgment is good. And in a faire body, I do seldom suspect a disproportioned minde, and as seldome hope for a good, in a deformed. When I see a goodly house, I assure my selfe of a worthy possessour, from a ruinous weather-beaten building I turn away, because it seems either stuffed with varlets as a Prison, or handled by an unworthy and negligent tenant, that so suffers the wast thereof. And truly the gifts of Fortune, which are riches, are only handmaids, yea Pandars of the bodies pleasure; with their service we nourish health, and preserve dainty, and wee buy delights; so that vertue which must be loved for it selfe, and respects no further end, is indeed nothing: And riches, whose end is the good of the body, cannot be so perfectly good, as the end whereto it levels.
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Una defensa de la inconstancia de las mujeres
Que las mujeres son Inconstantes reconozco ante cualquiera, pero que la Inconstancia sea una mala cualidad contra todos sostendré: Porque siempre que una cosa es mejor que otra está más llena de cambio; Los mismísimos Cielos giran continuamente, las Estrellas se mueven, la Luna cambia; El fuego flamea, el Aire vuela, el Agua sube y baja, la faz de la tierra altera su aspecto, el tiempo no se detiene; el Color que es más claro, absorberá la mayor cantidad de tintes: así, entre los hombres, aquellos que poseen mayor raciocinio, son los más cambiantes en sus propósitos, y los más oscuros o los más ignorantes rara vez cambian; por consiguiente, las Mujeres al cambiar más que los Hombres, también poseen mayor Razón. Ellas no pueden ser inmutables como troncos, como piedras, como el inerte Centro de la tierra. El Oro que yace inmóvil se herrumbra, el Agua se pudre, el Aire que no se mueve se envenena; ¿por qué entonces aquello que es la perfección de otras cosas debería imputarse a las Mujeres como la mayor imperfección? Porque de ese modo ellas engañan a los Hombres. ¿Acaso vuestra inteligencia no se complace con aquellas bromas que burlan vuestra expectativa? Podéis entonces llamar placer a padecer las molestias de un engaño, mas si os engaña el más maravilloso juguete del mundo, lo llamáis Traición: desearía que vuestras Damas fueran tan constantes que ellas nunca cambiasen, ni siquiera sus enaguas, entonces veríais qué inmunda virtud sería la Constancia. La Inconstancia es una cualidad de lo más recomendable y pulcra, y las Mujeres en esta cualidad son mucho más perfectas que los Cielos, las Estrellas, la Luna y todo lo que bajo ella se encuentra; porque la larga observación ha extraído certeza de su mutabilidad. Los Eruditos están tan familiarizados con las Estrellas, los Signos y los Planetas, que los vuelven simples Letras para leer el significado del Cielo en su propia frente. El hombre más simple puede anunciar el cambio de la Luna con mucha anticipación: pero me complacería que el más erudito de los hombres fuese tan hábil como para predecir en qué momento la Mujer más simple se propone cambiar. La erudición no provee reglas para conocer y mucho menos un conocimiento para gobernar la mente de la Mujer: Porque así como la Filosofía nos enseña que las cosas livianas siempre tienden hacia arriba y las cosas pesadas caen hacia abajo; la Experiencia nos enseña, por el contrario, que la Liviandad en las Mujeres las hace caer, siendo la naturaleza de las mujeres contraria a todo Arte y Naturaleza. Las Mujeres son como las Moscas, que se alimentan junto a nosotros en nuestra Mesa, o Pulgas que chupan nuestra mismísima sangre, que no dejan libres de su familiaridad ni nuestros lugares más íntimos; no obstante, a pesar de su camaradería, jamás serán domesticadas ni gobernadas. Las Mujeres son como el Sol, que es llevado violentamente en una cierta dirección, y sin embargo tiene un curso propio contrario: así, aunque sean forzadas por el dominio de algún marido rudo y autoritario a seguir su Inclinación, ellas tienen un movimiento propio que sus maridos ignoran: Es propio de las mentes demasiado exigentes y quisquillosas conocer las cosas sólo para hartarse de ellas: Las Mujeres, por su disimulada mutabilidad y agradable duplicidad, impiden incluso que éstas sientan desagrado, porque nunca se las puede conocer por completo, sino que siempre queda algo desconocido. Toda mujer es una Ciencia; porque el que se aboca con afán a una mujer toda su vida, al final hallará que no la conoce lo suficiente: ellas nacen para rebajar el orgullo del conocimiento y la ambición de la sabiduría, volviendo sabios a los tontos en la aventura de conquistarlas, y tontos a los sabios en su temor de perder el fruto de sus esfuerzos; y a los hombres sensatos, completamente locos, al quedar confundidos por sus incertidumbres. Los Filósofos escriben contra ellas por despecho, no porque lo merezcan, puesto que habiendo alcanzado algún conocimiento en todas las otras cosas, sólo de ellas no saben nada, sino que son simples ignorantes: los hombres de Acción y Experiencia las vilipendian, porque aman en una edad decrépita y exánime en que todo lo bueno los abandona. Estos envidiosos Calumniadores cantan contra ellas, porque al no tener nada en ellos que pueda merecer su amor, difaman maliciosamente todo lo que no pueden obtener, con la idea de hacer creer a los hombres que ellos saben mucho, porque pueden despreciar mucho, y se enfurecen contra la Inconstancia, cuando nunca se les concedió tanto favor como para poder ser abandonados. En mi opinión tales hombres son afortunados de que las mujeres sean Inconstantes, pues así, tal vez, tengan la suerte de ser amados por alguna mujer excelente (cuando les llegue su turno) a raíz de su Inconstancia y mutabilidad, aunque no por su propio mérito. ¿Y qué razón existe para encadenar una mujer a un solo hombre, por más singular que fuese? Sería preferible, y es mucho mejor y más Sensato que las mujeres disfruten todas las virtudes en varios hombres que algunas en uno solo, porque de lo contrario éstas pierden su sabor, como diversas clases de carne desmenuzadas en un único plato: y el tener todas las excelencias en un solo hombre (si esto fuera posible) es Confusión y Depravación. Ahora bien, quién puede negar que sólo se empeñan obstinadamente en subestimar su valor, quienes no tienen alma suficiente para comprender su excelencia, siendo las Mujeres las más excelentes criaturas, puesto que el Hombre es capaz de someter a todas las otras cosas y alcanzar la sabiduría en todo, sin embargo con las Mujeres continúa siendo un tonto. El más grande Erudito, si toma una mujer por esposa, se descubre tan ignorante, que debe comenzar de nuevo con las Primeras letras, y todo esto por la Inconstancia. Para concluir, por lo tanto: este nombre de Inconstancia, que ha sido tan envenenado con difamaciones, debería ser cambiado por el de variedad, por la que el mundo es tan encantador, y una Mujer, por esto mismo, la cosa más encantadora de este mundo.
A defence of womens inconstancy
That Women are Inconstant, I with any man confess, but that Inconstancy is a bad quality, I against any man will maintain: For every thing as it is one better than another, so is it fuller of change; The Heavens themselves continually turn, the Stars move, the Moon changeth; Fire whirleth, Aire flyeth, Water ebbs and flowes, the face of the Earth altereth her looks, time staies not; the Colour that is most light, will take most dyes: so in Men, they that have the most reason are the most alterable in their designes, and the darkest or most ignorant, do seldomest change; therefore Women changing more than Men, have also more Reason. They cannot be immutable like stocks, like stones, like the Earths dull Center; Gold that lyeth still, rusteth; Water, corrupteth; Aire that moveth not, poysoneth; then why should that which is the perfection of other things, be imputed to Women as greatest imperfection? Because thereby they deceive Men. Are not your wits pleased with those jests, which cozen your expectation? You can call it pleasure to be beguile’d in troubles, and in the most excellent toy in the world, you call it Treachery: I would you had your Mistresses so constant, that they would never change, no not so much as their smocks, then should you see what sluttish vertue, Constancy were. Inconstancy is a most commendable and cleanly quality, and Women in this quality are far more absolute than the Heavens, than the Stars, Moon, or any thing beneath it; for long observation hath pickt certainty out of their mutability. The Learned are so well acquainted with the Stars, Signes and Planets, that they make them but Characters, to read the meaning of the Heaven in his own forehead. Every simple fellow can bespeak the change of the Moon a great while beforehand: but I would fain have the learnedst man so skilfull, as to tell when the simplest Woman meaneth to vary. Learning affords no rules to know, much less knowledge to rule the minde of a Woman: For as Philosophy teacheth us, that Light things do always tend upwards, and heavy things decline downward; Experience teacheth us otherwise, that the disposition of a Light Woman, is to fall down, the nature of women being contrary to all Art and Nature. Women are like Flies, which feed among us at our Table, or Fleas sucking our very blood, who leave not our most retired places free from their familiarity, yet for all their fellowship will they never be tamed nor commanded by us. Women are like the Sun, which is violently carried one way, yet hath a proper course contrary: so though they, by the mastery of some over-ruling churlish husbands, are forced to his Byas, yet have they a motion of their own, which their husbands never know of: It is the nature of nice and fastidious mindes to know things only to be weary of them: Women by their slye changeableness, and pleasing doubleness, prevent even the mislike of those, for they can never be so well known, but that there is still more unknown. Every woman is a Science; for he that plods upon a woman all his life long, shall at length finde himself short of the knowledge of her: they are born to take down the pride of wit, and ambition of wisdom, making fools wise in the adventuring to win them, wisemen fools in conceit of losing their labours; witty men stark mad, being confounded with their uncertainties. Philosophers write against them for spight, not desert, that having attained to some knowledge in all other things, in them only they know nothing, but are meerly ignorant: Active and Experienced men rail against them, because they love in their liveless and decrepit age, when all goodness leaves them. These envious Libellers ballad against them, because having nothing in themselves able to deserve their love, they maliciously discommend all they cannot obtain, thinking to make men believe they know much, because they are able to dispraise much, and rage against Inconstancy, when they were never admitted into so much favour as to be forsaken. In mine opinion such men are happie that women are Inconstant, for so may they chance to be beloved of some excellent woman (when it comes to their turn) out of their Inconstancy and mutability, though not out of their own desert. And what reason is there to clog any woman with one man, be he never so singular? Women had rather, and it is far better and more Judicial to enjoy all the vertues in several men, than but some of them in one, for otherwise they lose their taste, like divers sorts of meat minced together in one dish: and to have all excellencies in one man (if it were possible) is Confusion and Diversity. Now who can deny, but such as are obstinately bent to undervalue their worth, are those that have not soul enough to comprehend their excellency, Women being the most excellent Creatures, in that Man is able to subject all things else, and to grow wise in every thing, but still persists a fool in Woman? The greatest Scholler, if he once take a wife, is found so unlearned, that he must begin his Horn-book, and all is by Inconstancy. To conclude therefore; this name of Inconstancy, which hath so much been poysoned with slanders, ought to be changed into variety, for the which the world is so delightful, and a Woman for that the most delightfull thing in this world.
Links
- Biografía del autor. En Poetry Foundation
- Poemas y artículos sobre John Donne. En Otra Iglesia es Imposible / En Poesía y Traducción / «La herencia de Shakespeare…», en Buenos Aires Poetry