La poesía de Vicente Luy. Taller sobre su obra

Vicente Federico Luy nació en Córdoba el 3 de mayo de 1961. Fue nieto del poeta ultraísta Juan Larrea. En un primer período publicó los libros Caricatura de un enfermo de amor (1991), La vida en Córdoba (1999), Aviones (2002), No le pidan peras a Cuper (2003), estos tres últimos editados en forma independiente. Entre 1995 y 2000 integró el grupo Verbonautas, con el que publicó el libro conjunto Verbonautas / acción poética (1999). En 2006 compiló una selección de sus poemas bajo el nombre La sexualidad de Gabriela Sabatini, y en 2007 la editorial cordobesa La Creciente publicó Vicente habla al pueblo; ambos libros incluyeron poemas inéditos. En 2008 publicó ¡Qué campo ni campo!, y en 2009, la antología Poesía popular argentina. Se suicidó en la ciudad de Salta el 23 de febrero de 2012.

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La poesía de Vicente Luy, su reconocimiento, ha ido expandiéndose desde Córdoba, donde es discutida y en algunos casos mirada con recelo, y ha llegado por fragmentos a otros puntos del país, principalmente Buenos Aires. A lo largo de su obra, como pocos poetas, Luy mantuvo el mito del poeta joven e irreverente, lo que ha proyectado también un lector de mirada juvenil, que en ello esté dispuesto a todo: a la melancolía, a los malos y buenos sentimientos, a la dicha, a la revulsión de lo dado. Vicente Luy, que sufrió la muerte de sus padres siendo muy pequeño, fue criado por su abuelo Juan Larrea, el poeta español, amigo y estudioso de la obra de César Vallejo. La pequeña fortuna heredada le permitió, mientras duró, publicar libros de corte lujoso y financiar proyectos de amigos (como el disco Flopa Manza Minimal). Luego, según se cuenta, se agudizaron problemas de salud y adaptación; finalmente se arrojó desde el piso séptimo de un edificio en ciudad de Salta.
El poeta, y antiguo amigo de Luy, Hernán Gabriel, viene presentando el taller intensivo Los Libros de Vicente, que incluye videos, audios, material gráfico y el análisis crítico y biográfico de sus libros. Durante este año 2019, Hernán ha dado este taller en Buenos Aires, Villa Ventana y Martínez. La próxima presentación será en la Biblioteca Estanislao del Campo (De las Artes 1210, Parque Chacabuco, ciudad de Buenos Aires). Respecto de la relación que mantuvo con Luy, Hernán señala: «Vicente era mi mejor amigo. Formamos parte de Verbonautas hasta el 2000 y después seguimos recitando en público en los Varietés Nómades que llevaba adelante él y en los Poemas y Canciones, que llevo adelante yo. Diseñé ocho de sus diez libros. Cotejábamos y nos corregíamos mutuamente los poemas». Además, en 2012 Hernán editó y prologó para Crack-Up el libro de poemas póstumo Plan de Operaciones / La única manera de vivir a gusto es estando poseído. En 2017, en la Usina del Arte (Buenos Aires) presentó el homenaje Vicente por sus Amigos.
En cuanto al taller —comenta Hernán— “consiste en la lectura de poemas (varios de ellos en la voz de Vicente), la escucha de fragmentos de entrevistas y el análisis del contexto en el que concibió sus diferentes libros. Los diferentes temas, obsesiones y lenguajes. También vemos piezas gráficas relacionadas con sus libros y videos de Vicente leyendo”. Aunque la poesía de Luy ya es bastante reconocida, todavía hay mucho público lector que no ha podido acceder a gran parte de ella; este taller se propone como un punto de contacto con la integridad de su obra. Al respecto, el coordinador del taller dice: «Creo que todos los que hicieron el taller ahora pueden leer los poemas de Vicente con una nueva mirada. Me parece importante que escuchen los poemas en su voz e incluso que vean algunos videos de Vicente leyendo sus textos».

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Cuatro poemas de Vicente Luy

¿Venderle el alma al diablo? Sí, pero cara
Y si se puede, venderle también otras cosas.
Y venderle a Dios lo que el diablo no compre.-

*

Lucas dice que su padre firma Gatti Hugo porque
el apellido fue lo primero que su padre le dio.
Bilardo, que si no corre la pelota un poquito
para atrás es porque va a pegarle al palo del
arquero; y va Diego y le pega al palo del
arquero.
Menotti, zapatos blancos y marrones, bufanda
beige, de charla con un intermediario (también
de zapatos blancos) a las 11 y media de la
mañana en La Biela, dice que hay que pasar por
atrás de la jugada. Cappa, que para ser profundo
hay que ser ancho.
Yo digo que lo que yo digo no cierra por ningún
lado; pero Uds. saben que es así.
Y obrar sin evidencia, ¿no es eso la fe; unido
el corazón a lo que se piensa, obrar sin
evidencia?
Y obrar según propia fe, ¿no es eso ser espiritual?
¿Qué es ser espiritual?

*

Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Uno deja a veces el camino por miedo al fracaso.
Si no lo leíste las 10 veces leelo de nuevo y después saltate este renglón.
Pero el miedo no siempre se ve.
Ahora miralo.-

*

Maltraté a mi gato antes de que muriera.
Empezó a hacer pis y a vomitar adentro.
Y yo iba y “No, Simbad. No. No. No.”
Me recuerdo llevándolo por el lomo
y dejándolo caer afuera. “Va para allá”.
Porque él pedía para salir y yo pensé
que era capricho.
De una de esas llevadas al patio es que no regresó.
Blanco, hermoso; gozaba del privilegio
de entrar con las patas mojadas. Le decíamos “el rey”.
Y allá se fue, en una bolsa de basura.
Antes lo retuve un día conmigo, y pasé
y lo miré 100 veces. Iba y lo acariciaba.
“Viejito”.