Bárbara Alí

Animal de costumbre*

Sí, ya sé
que tendría que dejar
de pensar en accidentes
o ir directamente al grano
meter los dedos en el enchufe
para que la corriente me despierte
cuando me empiezo a aburrir
(el aburrimiento es un lago quieto sin reflejo).
Por suerte ayer soñé
que sacudía una almohada de plumas
y empezaban a salir por todas partes
quedaban suspendidas flotando en el aire.
La felicidad quizás sea
ver caer algo de a poco
y sonreír aliviada.

*

Los unicornios no existen, me dijiste
y me quedé pensando
en todas las veces
que la realidad no me alcanza.

*

El corazón es una víscera, pienso
mientras corto la carne
separo los huesos y la grasa
vos te conjugás adentro mío
en infinitivo
sos la línea extendida
en la pantalla negra
que marca las pulsaciones
si pudiera cortar lo que no sirve
y dejarlo a un costado
y mi corazón quedara limpio
seguramente podría alimentarme de mí
¿quedamos en coma,
en suspenso?
¿somos la grieta por donde
se filtra la luz,
la astilla clavada
o la uña del animal
que quedó adherida al tronco?
Desecho las vísceras chorreantes y rojas
las tiro en una bolsa
más tarde me quedo
ladrando al camión de basura
hambrienta y llena de luz.

*
La noche es la boca abierta de un animal
que a veces grita o bosteza o sonríe
la noche se hizo para ser
olvidate de todo lo que te contaron
de todo lo que leíste o sabés
hubiese querido decirte
hubiese querido empezar por decirte eso
pero empiné el vaso, cerré los ojos, tragué las palabras
dije algo que sonaba a manija rota que gira en falso.
Podríamos aprovechar esta oscuridad para no vernos
y que el olfato nos lleve de a poco a otro lugar.
Estiro el brazo y un pequeño roce entre mis dedos y tus dedos
¿escuchás cómo el hielo se quiebra y cae?
de repente hay miles de glaciares soltándose
soy el oso blanco que sale de la cueva y bosteza.
Ahora un sol amarillo y rojo
comienza a comerse la noche.

*

Tirarme en el pasto
a dormir un sueño pesado
y soñar
que soy el pájaro
que despega del nido seco
y levanta vuelo
olvidándose para siempre
de cómo
volver atrás.

*

Ahora voy a cerrar los ojos
voy a creer que soy una sirena
y voy a cantar
la música te va a despertar
de ese sueño pesado
que dormís amarrado al mástil.
Ahora voy a decirte
¿recordás la nieve sucia
los huesos duros
trabando las palabras
la nuez oscura atragantada
en la garganta del lobo?
se fueron
con el viento verde
migraron
al país del olvido.
Mirá ahora esta cola de pez
este pelo naranja
ya casi perdí
toda forma humana
y estoy lista
para sumergirme de nuevo.

*

Soñé que nadábamos
con los brazos cansados
a contracorriente
que cada brazada desesperada
nos alejaba un poco más
de la orilla
que de pronto te decía
cerrá la ojos y sentí tus aletas
ahora saltemos
.
De un laberinto
siempresiempre
se escapa
por arriba.


* Nota de la autora.

Animal de costumbre surge, en parte, a partir de la lectura, como suele surgir casi siempre en la escritura, de un proceso de la escucha de otrxs y del mundo. En ese entonces estaba leyendo La bestia ser, de Susana Villalba; El andariego, de Hugo Padeletti, y 58 indicios sobre el cuerpo, de Jean-Luc Nancy. De una forma u otra, quedaron resonando en mi cuerpo, y algo de esa resonancia se hizo eco en los poemas de este libro.
Escribí movida por el deseo de explorar la animalidad en el cuerpo, aquello que felizmente no se deja disciplinar, todo lo que no termina de comprenderse ni de entrar en el lenguaje. El libro tiene tres partes: “Ese animal que estoy siendo” (frase que le robé/soplé con mucha admiración y cariño a Derrida), “Días animales” y  “Ese animal que quiero ser”. Las tres partes refieren a las proyecciones de la animalidad en el tiempo. También escribí estos poemas tomada por la lectura de Clarice Lispector, a quien vuelvo cuando siento que algo de mi mundo se desvitaliza. Clarice es como usina energética de presente.
Me gusta pensar la escritura como una especie de imagen producida por un sismógrafo que dibuja las impresiones que el mundo genera en el interior del cuerpo.
Me gusta leerme entrelazada a esas voces que me conforman, en el entretejido de una trama infinita.
Los poemas de este libro nacieron también del cansancio de una forma demasiado humana y del deseo de otros devenires, que se proyecten siempre en gerundio y que desde allí puedan seguir creciendo, mucho más allá de mis manos.



Bárbara Alí (Buenos Aires, 1984)

Es licenciada y profesora en Letras (UBA). Cursó la Maestría en Crítica y Difusión de las Artes (UNA). En 2014 obtuvo una mención en el Concurso Pablo Neruda (organizado por la Fundación Pablo Neruda, Chile, y la Universidad Nacional de Córdoba). Junto a Roxana Molinelli compiló la antología de poesía Otros colores para nosotras (Buenos Aires, Continente, 2018). Desde hace varios años coordina talleres de lectura y escritura en la librería Mandrágora.

Poesía
Movimiento de ida, Villa Mercedes, Editorial Deacá, 2020
La mancha de los días, Buenos Aires, Qué diría Victor Hugo?, 2016; 2ª ed., Buenos Aires, Kintsugi, 2020

Antologías
El Rayo Verde, Buenos Aires, 2015, 2016 y 2017
Liberoamericanas. 80 poetas contemporáneas, Liberoamérica, 2017
Apología 4, Letras del Sur Editora, 2019

Links
Más poemas. En La Primera Piedra / Revista Muu / La Ficción del Olvido / El Tresdé
Entrevista. En Entre Vidas