Barcos de papel, poesía y errancia/ La formación de la lírica, de Marcelo D. Díaz

t_lformacionliri_m_d_diazLa formación de la lírica
Marcelo Díaz
Córdoba – Paraná
Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba / Uader
2018
123 Páginas

 

 

 

Por Cecilia Bajour

“¿No será acaso la poesía nuestra casa en el universo?” dice Marcelo Díaz en uno de los textos de este libro. Los barcos de papel de la imagen de tapa parecen invitar a experimentar la deriva de estar buscando esa casa, pensada en plural: domicilios posibles para lo poético en un espacio y en una época que nos es próxima. La lectura de libros de poesía de otros se vuelve entonces una cartografía de puertos donde detenerse.
Es casi inevitable entrar a este libro con una interrogación acerca del género elegido para el recorrido. Las que en su origen y modo de circulación fueron reseñas para revistas especializadas y de divulgación nacional e internacional, ahora reunidas se sitúan en un nuevo mapa de lecturas. Lejos de la idea académica-letrada de “corpus” para desde ahí pensar rutas o categorías posibles, lo que sucede es que los textos agrupados en este libro ya vienen con pensamiento teórico-poético sembrado en su contexto originario. La reseña como género de la crítica que llama la atención de eventuales lectores especializados o no sobre libros y autores a partir de miradas y claves de lectura posibles deja una porción de su singularidad en el contexto de la revista que la incluía para pasar a formar parte de un entramado de lecturas, un libro, a modo de constelación con diversos sistemas de luces. Es rico entonces detenernos en las derivaciones del título y del subtítulo en relación con esta búsqueda de articulaciones, sintonías, resonancias o disonancias entre modos de pensar o hacer poesía de los autores de los libros reseñados. La idea de “formación de la lírica” se puede pensar desde ese deliberado gesto constelador: el de imaginar posibles relaciones o zonas de contacto entre textos y entre nombres propios de la poesía argentina contemporánea. La configuración de redes se produce en el doble acto de escribir la lectura de libros de poesía y de establecer una serie de tramas con estas lecturas. Desde esa perspectiva podría pensarse que en el concepto de formación propuesto por Marcelo Díaz resuena la definición de Raymond Williams cuando hace referencia a las formaciones como formas de agrupamiento intelectual de laxa estructuración, con un grado visible de informalidad que las distingue de agrupaciones más estables como las académicas o las de asociaciones profesionales. Sin embargo, el enunciado del título no refiere a poetas (o no sólo a poetas) sino a un objeto que se busca interrogar: la lírica. Entonces el concepto de formación puede expandirse desde una faceta sociológica hacia una zona más problemática e inquietante: las diversas manifestaciones del lirismo en cierta poesía que hoy se escribe y edita. Las apariciones de lo sensible, de lo que aspira a una conexión íntima (con la singularidad de cada poética) entre lenguajes, seres y mundos desde imaginarios poco transitados como los que cruzan poesía con ciencia ficción o los que indagan sobre las condiciones materiales de la escritura en nuestra época, por ejemplo, son tratados por Marcelo Díaz como si el lirismo fuera una gema que no se deja apresar del todo y al mismo tiempo se pone al alcance de los lectores. La pregunta por lo lírico aparece formulada en la introducción a cargo del autor a partir de algunas claves o contraseñas desde donde pensar agrupamientos de búsquedas poéticas y autores. El lugar de la materialidad de la lengua y la metatextualidad que provoca como acontecimiento que no admite encasillamientos sino exploraciones que cruzan lo multisensorial con el pensamiento. La aproximación de la escritura poética a la tarea de la traducción como metáfora de extrañamiento y punto de contacto entre lenguas de origen y de destino. La atención a los modos en que ciertos discursos literarios provenientes de la cultura de masas aparecen en algunos poetas desde visiones de mundos descentradas de los cánones preponderantes. Y, en una zona enfocada con una lente que busca palpar la condición sensible y a la vez difusa de lo lírico, la indagación sobre ciertas voces que iluminan tramas familiares y afectos con gamas de luz que proyectan a la vez hacia dentro y hacia el mundo en sus singulares exploraciones lumínicas.
¿Cómo lee Marcelo Díaz estos libros de poesía? Es un poeta que lee atenta, cuidadosamente a otros poetas, poniendo en juego su enorme caudal de lecturas teóricas y poéticas: quizás un método que implica una interrogación de su propio hacer poético siempre en trama pensante con otros, como un umbral para desde ahí configurar recorridos posibles de la poesía que hoy se escribe y circula. Muchos poetas leen con avidez la poesía de sus contemporáneos pero son pocos los que escriben sus lecturas. La acción de leer escribiendo reseñas es para Marcelo “un acto performativo que construye los textos literarios en el mismo instante que los advierte”. Podríamos agregar que este posicionamiento se relaciona con una concepción de los cánones como apropiación creativa de los lectores y no como regulaciones monológicas pautadas desde lugares que se perciben como legitimadores de textos y lecturas. Esa concepción del canon es la que quizás esté presente en su concepto de “anomalía” para calificar modos de leer y escribir que se desvían de los más habituales, sobre todo en contextos académicos y en dispositivos de formación literaria, ámbitos donde Marcelo Díaz trabaja con compromiso creativo. Estas reseñas o apuntes de lectura se apartan explícitamente de pautas de las que Marcelo Díaz se desentiende deliberadamente: en los textos reunidos no hay linealidad ni jerarquía, no hay periodizaciones que refieran a escuelas literarias, no hay centro ni periferia, no hay lecturas obligatorias ni autores o textos epigónicos.
Su lugar de lector se anuncia y sintetiza originalmente (no parece casual que el epígrafe allí sea “El lector del futuro es un lector sintético”, Hector Libertella) en el primer texto del recorrido, llamado “¿Dónde estás, Atreyu?”. Alude al personaje de La historia sin fin de Michael Ende, donde un niño llamado Bastián leyendo al resguardo del mundo de afuera en una bohardilla helada de su escuela se transfigura en Atreyu, el héroe del libro que está leyendo. Cercano a Atreyu, Marcelo Díaz asimila el acto de leer y pensar poesía al viaje del héroe entre mundos sin disolverlos en uno solo sino atendiendo siempre a la inquietud que provoca la diferencia. Así lo dice (y termino este texto con las palabras de Marcelo al final de este primer “apunte” sobre Atreyu y la transfiguración, agradeciendo así la felicidad de sus citas de la poesía comentada, como dice Marcelo Cohen en la contratapa): “En pleno movimiento el recorrido del héroe es el recorrido del lector, por qué no, por acopio, o por oposición, donde este es un faro o una brújula de lectura, que desestabiliza, y a la vez ordena esta piecita imaginaria en la que hace un poco de frío”.

 


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