Cecilia Carballo

El mundo tiembla en mis manos + El hálito del desierto*

1)
Pasé varias tormentas
con viento en contra

bajo varios atardeceres
quedé atrapada
con un ancla
el aire no fluía
quería eliminar ese instante
por tus manos sucias
cargadas con olor a cigarrillo

me dividí millares de veces
para encontrarme
en otros lugares
pero no

el miedo a entregarme
volvía una y otra vez
con la palabra intocada
en mi boca

tuve que volver
a nombrarme
si no mi sangre
quedaba inerte

darme cuenta que
soy hecha
de la vibración última

soltar el secreto
volver a pintar mi cuerpo.


2)
ya no respira
el pasto
las hojas
las ramas
los animales silvestres
arden
dónde quedó
el pájaro cantor
las crines de los caballos
en las praderas
el viento trotando
en los bosques
la fauna se deshace
en aguas turbias
petróleo es su cuerpo
se quiebran sus latidos
llora
el espíritu de la naturaleza.


5)
Cuando estoy fuera
de mí
al costado
de este mundo cotidiano
vuelvo a tu placenta
tus dedos rozan
los míos
cada pulgar
se adhiere
a mis manos
no siento miedo
tu presencia
es una brisa
suave
azul
que me rodea
nuestro enlace
es pleno
sin problemas
sin intermediarios.


El dios pan

Empezar el día no es fácil, no podemos asegurarnos los pies en la tierra del presente. Un panadero puede volar alto, pero nosotros apenas sí miramos por la ventana el desgaste de los días, que pasan, que se caen como polvo. La calle es un desierto de locales cerrados. Todos hablan de la muerte porque vivimos entre cadáveres. El riesgo está en la boca, el cuerpo, las entrañas. Las palabras de aliento hacen eco, vacío. Nuestra identidad no conoce su casa. Hay que esperar qué. Tiemblo, tiemblo, quiero poder oler la brisa con calma.


La luz de la playa

Miré hacia la ventana y con el codo tiré una taza con dibujos playeros. Especulo que si no hubiese movido el brazo el objeto ahora estaría y tal vez un té se hubiese fundido en mi boca con árandanos y frambuesas. Pero no, levanté esos restos que formaban parte de la repisa del olvido. ¿Si esa porcelana ayer estaba allí por qué ya no está? ¿Qué pasó en la espesura de nuestro día? ¿Qué permite que algo permanezca y algo se rompa? Como la gata Lizy que destellaba paz, pero un día quedó tendida bajo la cama para siempre. Entonces giro giro como quien no quiere pensar, en que podrá volver a quemarse con la hornalla o estar en ascuas a la espera de un rayo de luz.


La herida

¿De dónde viene la audacia?  Vivimos en grutas con el mar que puede entrar y revolcarnos. Cada día ingresa agua turbia, nos deja descalzos con barro ardiente en nuestros cuerpos. Una y otra vez apagamos con palmadas lo inflamable. Si no podemos ni agarrarnos a una piedra, a un yuyo. Ningún ser vendrá a salvarnos, andan en sus reuniones en otros océanos, rendidos a lo fortuito. No hay ni una pregunta sorda en sus bocas. ¿Hay inocencia bajo sus pieles? Un día una ola nos tira, otra vez nadie nos ve, mutamos a otra especie. El día se vuelve narcótico. 


* Nota de la autora.
Estos poemas («El mundo tiembla en mis manos») y prosas poéticas («El hálito del desierto») fueron escritas en cuarentena o entrando en ella. En un punto, quise que las palabras fuesen un reparo o reflexión sobre lo que sucedía en el mundo. En este tiempo tan extraño para la humanidad sentí más a flor de piel dolores personales como duelos o maltratos, me atravesaron los desastres naturales y tomé conciencia de lo efímero y cambiante que son los días. La escritura funcionó como un aullido de alguien que mira la realidad y concibe una desolación, un desamparo. Solamente “Río Salado” funciona como un bálsamo, esos momentos donde la naturaleza nos da un hálito para seguir subsistiendo ante la adversidad. Hacía diez años que no escribía en prosa, la verdad que fue un desafío. Me parece que el relato ayuda a jugar de otra manera con el lenguaje. En este sentido, se conjugó dejar impreso un tiempo particular de la historia e intentar cambiarlo mediante la escritura.  Esa transformación en el modo de contar quiso expulsar un presente complejo del que todos intentamos liberarnos.


Cecilia Carballo (Buenos Aires, 1979)

Nacida en CABA, vivió en Ituzaingó y Río Grande (Tierra del Fuego). Es profesora y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Trabaja como docente en escuelas medias, institutos superiores y universidades. En el 2012 obtuvo una mención en el Concurso Provincial de Poesía “Ginés García”. Tiene en preparación El único color que vemos, que será publicado por Editorial Maravilla en 2021.

Poesía
El vibrar del fuego, Córdoba, Alción, 2019
Hay tierra bajo mis pies, El Ojo del Mármol, 2017

Plaquetas
La imagen ideal, Pájaroxló editora, 2020
El único color que vemos, Pájaroxló Editora, 2018
La tenue respuesta de las hojas, El Rayo Verde, 2016
El miedo se va por la ventana, Pájaroxló Editora, 2016
Cajones, Pájaroxló Editora, 2015

Antologías
La Visita, Buenos Aires, Color Pastel, 2018
El rayo verde, Buenos Aires, Viajero Insomne, 2014, 2015
Poesía y Voz, Dirección General de Escuelas y Bibliotecas de la Provincia de Buenos Aires, 2012

Links
Poemas. En Emma Gunnst / La Poesía Alcanza para Todos