El lenguaje de la física/ Cámara de niebla, de Bruno Di Benedetto

t_camdniebla_bdibenedettoCámara de Niebla
Bruno Di Benedetto
Viedma
Del Valle Bajo Editora
2015

 

 

Por Ana Lafferranderie

Cámara de niebla es el séptimo libro de poesía publicado por Bruno Di Benedetto, un poeta que se anima a jugar en universos muy disímiles dentro de los cuales se mueve, una y otra vez, con soltura y eficacia. Este nuevo libro es, dentro de su obra, un punto muy alto. Un libro complejo por la diversidad de recursos y lenguajes que pone a convivir. Un proyecto ambicioso que se recorta entre todo lo publicado este año y merece particular atención.

El punto de partida con el que trabaja Di Benedetto en Cámara de niebla son los conceptos y categorías de la física cuántica. Su lente no se ubica, sin embargo,  sobre estos procesos con un afán descriptivo o representativo sino que se vale de ellos, como suele hacer la buena poesía, para hablar de otras cosas.  Los poemas se expanden, además, a lo largo del libro, mucho más allá de este impulso inicial.

El lugar de enunciación es un territorio difuso y hasta ingrávido, en el cual  conviven elementos abstractos, metafísicos, con otros muy concretos de la vida cotidiana e imágenes potentes, de gran sensorialidad. Esta articulación genera una riqueza textual que permite asomarse a las distintas capas de una experiencia de vida e ir acercándose al sujeto que enuncia, cuya presencia está, gran parte del tiempo, velada.

Poemas de ritmo y extensión ajustada, concebidos como pequeñas cajitas cuyo formato resulta acorde a la precisión y a cierta escala del universo a partir del cual se trabaja. Poemas que son partículas esenciales. Un libro que se lee captando, observando, escuchando, como si entráramos en esa cámara de niebla con todos los sentidos agudizados.

 

Poemas de Cámara de niebla

Materia
El nervio enjoyado de la materia es arte de orfebrería estelar:
un hilo radiante que cose carne con carne y plomo con plomo;
(bienaventurados los que creen en el orden de los elementos,
y no mezclan carne y metal hasta ser lloro y crujir de dientes:
el dolor es una equivocación, una cuerda de hélice retorcida
que nos ata como perros a la muerte). Somos el polvo crudo
de un estallido: las estrías de luz llegan hasta el extremo del
árbol de la sangre, y más allá no sabemos ver. El alma no es
más que otra ramificación: yema verde y agria por no saber
que su sed más dulce nace de agua que no es de este mundo.

 

Antimateria
La temperatura de fisión se alcanza en la superficie del espejo:
la espina dorsal del ojo se vuelve bífida, pero el dolor viene
de saber que lo igual es enemigo de sí mismo. La cargazón
eléctrica reparte puntual su discordia: a cada palabra le nace
una antipalabra; la infección de luz sube de átomo en átomo
y no hay antídoto para lo que no se puede decir. Los cuerpos
generan sus anticuerpos y estallan, de placer o de antiplacer,
da igual: en esa milésima de encuentro antes de la explosión
cada uno dice su nombre verdadero, el de morir y el de matar:
un secreto que queda cimbrando en la nada, que es sordomuda.

 

Cámara de niebla
Lo que no se ve deja un trazo en lo que no te dejar ver, el tajo
en la niebla le arranca el parche negro al infinito: ojo de agua
donde borbotea la sed de saber un poco más, pista de vapor o
catarata: la ceguera cántase su mejor tango en esta jaula gris.
Cada dos por cuatro lo imposible te pega de canto, la poesía
manda cruel en el papel, arde la urgencia de ponerle palabras
a eso que no existe pero nos hace existir: una mano invisible
que escribe en el agua la historia del agua. El universo feroz
sopla su canción de nada y deja el tendal: la mirada se cuelga
de su cuerda de luz, broche de oro en el justo punto de rocío.

 

Nexo
Lo que va de un ojo a otro, se mueve a la velocidad de la luz,
lo que trepa del ojo a cerebro jadea por un camino de mulas:
los tropezones de la marcha quiebran el pensamiento en dos.
En esa refracción el hilo de ideas muestra la hilacha, pensar
es ilusión, cruzamos el abismo a los saltos, bloque a bloque,
como osos asustados sobre las heladuras repentinas de un río.
La diferencia de presión y temperatura entre el aquí y el allá
mueve los molinos de la lengua, se habla por horror al vacío,
pero sólo la verdad puede romper la barrera helada de la luz.

Sólo un corazón puede incendiar la sangre que lo hace corazón.

 


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