Fabián Casas

El Gran Monstruo del Silencio*

La velocidad del marido

Lo primero que le preocupaba era
cuándo iba a poder hacerlo. ¿Cuánto
tiempo tardó X en volver
a estar en pareja?. Había dejado
el auto con las luces encendidas toda la noche
y ahora no arrancaba.

Puesta así,
en la primera fila del canil de carreras
se sorprendió por la velocidad del marido
que llegó antes que ella. ¿Cómo puede ya estar
con alguien? ¿Y más joven? ¿Después de lo
que me hizo? Repite conmigo: él no merece ser feliz.
La amiga que le contó el chisme de acero
le propuso que se pusiera el vestido de raso
de la temporada pasada y esperara… alguien iba a pasar.
Y pasó. Un joven pinchadiscos de buen corazón
con ganas de formar una familia,
justo lo que ella había dejado atrás
con una polémica decisión.
Aunque los deseos acoplen
o se repelan como polos opuestos de un imán,
con disciplina, voluntad y coraje,
uno puede hacer encajar piezas
que no encajarían nunca.
Así lo hizo.

 

Cruce

La barrera baja, el ruido que anuncia
la inminencia del tren. Los autos estacionados,
esperando, uno  al lado del otro, uno detrás de otro,
familias , amigos, amantes, un caniche que asoma
por la ventanilla de atrás. Pero el tren
no es lo que promete. Sólo pasa
una oscura locomotora
manejada por El Gran Monstruo del Silencio.
Sólo él percibe que la máquina
acaba de separarse.

 

De lo que está seguro:

El paso del tiempo. Demasiados perros
ladrando en los poemas. Que los hijos
producen una alegría evangelista
antes del enfrascamiento. Que tenía su cabeza
perdida en las malas traducciones de Visor.
Está seguro. Que no hay que discutir delante de los niños.
Y que eso es casi imposible. Misión para budistas,
extraterrestres, alemanes, gente sofisticada
que suele ser  jurado en los festivales de cine.

 

El niño de la lluvia

 En colaboración con Anita

 Entonces había una casa
en la punta de la montaña
donde vivía una familia
que tenía mellizas y un hermanito: un día
llovió muy fuerte
y la última pequeña gota que cayó
hizo crear a un niño hecho de agua.
Cuando las mellizas lo vieron, gritaron:
“Ah! Es el niño de la lluvia!”
Y lo trajeron para la casa
donde la mamá dijo: “qué extraño niño
ha salido del cielo”. Y el hermano más chico
empezó a cantar: “fantasía no será si está acá”.
Y el niño de la lluvia contestó: “No soy una ilusión
Ni estás soñando. He caído del llanto de una nube
y necesito volver arriba con mi famila”.

 

Hey Jude

Antes, cuando pensaba en la posibilidad de tener hijos,
se imaginaba rodeado de niños agarrados de su cuello,
quitándole la respiración. Le sudaban las manos
y sentía que alguien le había puesto
un chaleco antibalas de plomo.

Era algo imposible de pensar
como la noción de infinito
o historiar la eternidad…

Pero tuvo una hija
y pasó mucho tiempo sentado en el auto
y en los bares demorando el momento
de volver a casa: le tenía miedo al bebé.

El talento consiste en dejar el recipiente vacío
para que lo que se tenga que expresar surja.
Algo secreto se ensambló y consiguió ser un buen padre.
Lo logró. Miró el reloj. No más hijos!
Pero su mujer empezó a pedirle otro
y su hija un hermanito y la abuela Julia un nieto más
y no pedimos más!

Le pareció egoista negarse.

Se aparearon durante un mes
Y engendraron un nene.
La madre quería llamarlo Julián
El padre Noel. Porque Noel era un nombre
de varón en Londres donde él había vivido
un corto verano y Noel era también el nombre de su mejor amiga
una chica hermosa parecida a una modelo de LM de los setenta.

Se había imaginado al niño sentado en el pupitre,
misterioso, con su nombre bisexual lleno de posibilidades…

Entusiasmada por la concepción
la madre primero aprobó el nombre
pero después lo repudió esgrimiendo
un juego lacaniano: No – EL. Vos! Increíble.
Lacan siempre conduce a malas lecturas
que a veces son las mejores…

Cuando le dijo que le quería poner Julián
ella tenía una diabetes estacional
y cargaba al niño innominado en la panza
así que él aceptó, por teléfono, desde un hotel de Rosario
donde estaba por un encuentro ocasional de poesía.
En algún momento el virus produce un movimiento
inesperado y se convierte en retrovirus. Así surge a veces la poesía
y las mejores jugadas de ajedrez. Y los niños.
Julián no Noel. Antes una abstracción y ahora un ser real de carne y hueso.
Un niño que lo eligió como padre antes que él
se convenciera y lo salvó. Nunca va a poder
pagarle lo que ese bebé hizo por él.

Hey Jude! Te parás en la cuna
moviendo la cabeza como una suricata
mientras la fuerza de gravedad empuja
tu pañal meado hacia la tierra.

 

Esperando a la dama de noche regalo de Pedro e Inés

El balcón de su cuarto de reclusión
que era antes un trampolín a la impermanencia
tiene ahora tres macetas con cactus y suculentas.

 

Debord

El matrimonio es un espectáculo
al cual los cónyugues asisten
en cuartos separados.

 

Biografía de un escritorio

Una mañana comprando plantas
escucha que el dueño del vivero
le dice a una chica muy dulce
–jeans y gorro de lana verde–
que el perro que está acariciando
fue encontrado en la calle.
No puede asegurar cuántos años tiene
y cuando lo halló su boca estaba podrida
por una infección en los dientes.
El perro es un cuzco simpático
que sólo se deja acariciar por su dueño
y va de un lado a otro del local: parece estar recuperado.
Y el color marrón de la piel le recuerda inmediatamente
a su escritorio que hasta hace poco
yacía sepultado bajo una cantidad inmensa de plantas
en la parte trasera de la casa de donde lo echaron.
Le daba pena verlo ahí, sin uso, un mueble delgado
que no hubiera digustado a Giacometti.

Cuando se mudaron a la nueva casa, antes de la separación,
le compraron a una pareja de muchachos un escritorio rojo e inmenso
que usaban los dos en el cuarto de servicio.
Y el viejo escritorio pasó a retiro
y él no hizo nada para defenderlo.

Es así, desde que nos levantamos
hasta que nos acostamos
tratamos que nuestro día se entienda
pero las mejores jornadas son las que no se pueden traducir.

Suceden, como en ese momento
en el que Nietzche, paseando con una chica
alrededor del lago Silvaplana,
engendró en su cabeza la idea extraña
del eterno retorno de lo igual.
Fue a principios de agosto de 1881.

Y otra tarde de un  invierno del setenta
su padre usó por primera vez la mesa familiar como escritorio
durante la noche, con una lámpara pequeña,
para hacer, como él decía, las cuentas: la matemática
necesaria para sostener una familia
como si fuera una pyme.

Cuando murió Spinoza, los herederos
se repartieron sus escasos bienes: entre ellos
un escritorio pequeño que le había pertenecido
y algunas camisas, lentes pulidos y poco más.

Alguna vez, recuerda mientras espera por pagar
las plantas que va a llevarse, comió sobre el escritorio.
Y siente deseos de volver a casa
para tocar al mueble bendito,
porque es el ser, lo singular en el devenir,
la madera ajada en la cual se para
un muñeco de astroboy que adquirió su hija
dentro de una cajita feliz en un local
de comida rápida. Y un  cuaderno de tapas negras
donde escribe poemas sobre el escritorio.
Ah! piensa: si se pudiera atar a una muchacha
con un verso!

 

* Nota del autor.
El año pasado, por una emergencia psiquiátrica, terminé medicado con Prozac, un antidepresivo famoso y ya vintage. El Prozac metaboliza el dolor y hace que lo transites pero sin desesperación. También aniquila la libido. Entonces volví a escuchar la musiquita en el oído de los poemas en verso. Escribí cien poemas, esta es una muestra.

 


 Fabián Casas (Buenos Aires, 1965)

Poeta, narrador y ensayista, estudió Filosofía en UBA, y ejerció el periodismo en numerosos medios de Buenos Aires, entre ellos Clarín, el diario deportivo Olé y El Federal. Formó parte de la revista literaria 18 Whiskys a principios de los noventa. Recibió el premio Premio Anna Seghers (2007). Ha sido publicado en España, Alemania y México, entre otros países. Actualmente da clases literarias y colabora con el diario Perfil.

Poesía
Horla City y otros. Toda la poesía 1990- 2010, Madrid, Seix Barral, 2014
Horla City y otros. Poesía completa, Buenos Aires, Emecé, 2010
El hombre de overol y otros poemas, Bahía Blanca, Vox, 2007 y 2013
El spleen de Boedo, Bahía Blanca, Vox, 2003
Oda, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 2003 – Buenos Aires, Mansalva, 2009
Bueno, eso es todo, Buenos Aires, Ediciones del Diego, 2001
Pogo, Buenos Aires, Ediciones del Diego, 1999
El salmón, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1996
Tuca, Buenos Aires, Libros de Tierra Firma, 1990
Otoño, poemas de desintoxicación y tristeza, Buenos Aires, Filofalsía, 1988

Narrativa
Diarios de la edad del pavo (textos), Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2016 – Buenos Aires, Emecé, 2017
Titanes del coco (novela), Buenos Aires, Emecé, 2015
Ocio (nouvelle), Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 2000 – Buenos Aires, Santiago Arcos, 2008 – Barcelona, Alpha Decay, 2012
Veteranos del pánico (novela), Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2005
Los Lemmings y otros (relatos), Buenos Aires, Santiago Arcos, 2005

Ensayo-artículo
Trayendo a casa todo de nuevo, Buenos Aires, Emecé, 2016
La voz extraña, Santiago de Chile, UDP, 2014
La supremacía Tolstoi y otros ensayos al tuntún, Buenos Aires, Emecé, 2013
Todos los ensayos bonsay, Barcelona, Random House Mondadori, 2013
Breves apuntes de Autoayuda, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2011
Ensayos bonsai, Buenos Aires, Emecé, 2007
Matas de pasto, Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2005

Links
Poemas. En El Placard / Crónica / Otra Iglesia es Imposible
Entrevistas. «La mejor poesía siempre está…», por Gustavo Yuste, en La Primera Piedra / «admiro a la gente que…», por Nando Varela Pagliaro, en Polvo / «Entrevista…», en Los Inrockuptibles