Por Marcelo D. Díaz
La grafía de la voz de un poema puede encontrar su correlato en un garabato. Derivaciones de formas inconclusas, apuntes mentales anillados en la imaginación, vocablos incompletos, fondos borrosos superpuestos entre planos y planos sumado a palabras intraducibles. Cada imagen en cierto modo implica un trabajo sobre la mirada, procesos enunciados como borradores de un estado visual que jamás se completa. Hablo de ensayos a partir de ejercicios y consignas propuestas por el dibujante Mattias Adolfsson en sus cuadernos de registros diarios. Ese fue el punto de partida para comenzar la serie entendida en su apertura. El detalle no pierde presencia porque el garabato implica que el trabajo minucioso a veces sobre el color y otras veces sobre las dimensiones del vacío sea acompañado por un cuidado y un ojo demorado hasta pulverizar el vacío. En sintonía resuenan hojas en blanco de Mirtha Dermisache y el alfabeto sin límites de León Ferrari. Y otras voces desde coordenadas afines y más cercanas en el tiempo y el espacio pueden ser los trabajos de Mariana Robles, Sebastián Maturano, Lorena Díaz, Cuqui, Mauro Cesari, Calvi, Cecilia Varela o Javier Mattio. Nos vemos más adelante.
La oscuridad 
Me hice canción 
Autobiografía de hielo 
El iceberg imaginario 
Héroes 
Primavera en el iglú 
Simetrías 
Traductor 
s/t
Marcelo D.Díaz (Villa Mercedes / Río Cuarto, 1981)
En 2018 publicó Bildungsroman (Buenos Aires, Gog y Magog), Los cuadernos de la lírica (Santa Fe, Vera Cartonera UNL) y el texto crítico sobre poesía argentina contemporánea La formación de la lírica (Universidad Nacional de Córdoba/Uader). En 2016 publicó El arquero real (Córdoba, Borde perdido editora) y Los cuadernos de Mishima (Deshielo Ediciones). Más datos y textos del autor, en el siguiente link de op.cit.: En las rutas del futuro.