21 gramos
Osvaldo Picardo
Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2014
Selección: Silvana Franzetti
Lo inolvidable se hunde visiblemente en el abismo del olvido*
Aquellos dos pescadores se demoran
horas de cara al increíble color
con que cambian las olas. A la espalda
dejan un desierto creciente que ninguno antes
ha podido cruzar de punta a punta.
Los dos vienen de lejos. No importa
de dónde ni en qué idioma hablan.
Siempre viajan en el tiempo.
¿Qué es lo inolvidable? preguntan.
Firmes contra el viento del Sudeste
observan todo ese teatro de las golondrinas
y en un tiro largo fondean la plomada.
La línea es casi invisible.
Hay que seguirla con la vista y, así y todo,
se pierde en la enormidad del agua.
Los dos no ven frente a ellos un color único.
La superficie se vuelve más oscura
más cerca del horizonte que de la playa.
El mar finalmente obedece
el reclamo de las formas y se trenza
en espuma sobre la orilla
donde se hunden las almejas.
Una caña entre las manos sostiene
el pesado recuerdo del océano.
Teoría del color alrededor del significado
Con las lluvias el limón parece más amarillo.
A la sombra. Adentro de la barnizada fronda.
Ni todavía redondo ni todavía arrugado
es un brillo contra un fondo de claroscuros.
Aislado entre lo amargo y lo dulce
resulta un débil latido, ahí, sobre la tierra,
de nuevo aparecido.
Y está a punto de decir algo.
El color de un significado
va cambiando con los días. También
su objeto en la estridencia de la luz
como en un cuadro de Kandinsky.
Lo estoy viendo al final del corredor
donde hay que ir a buscarlo.
Es necesario acostumbrar la mirada
a esta insistencia con que las cosas regresan.
Olvidamos la música en el viejo contestador automático
Hasta una de esas cosas
que ya no se usan llegó a atrapar,
sin que uno se diera cuenta, una partícula
del oscuro universo
alumbró por un instante.
Incluso en el contestador
viaja algo de mi madre. Su voz
al otro lado del teléfono,
millones de años luz.
¿Cómo era? En las voces hay una música
pero tarde o temprano olvidamos.
¿Cómo se hace para volver a escuchar?
El sonido regresa vértebra a vértebra
con viejas preguntas
y apura el cuerpo entero por la garganta.
No encuentra palabras. Atraviesa esa frontera
del oído enterrada en la inexistencia.
Y es cuestión de reconstruir el tacto
rugoso de nuestros genes dramáticos, pero
ni siquiera un hijo habla igual a su madre.
Hay más.
Mucho por comprender en una voz olvidada.
El nudo doble de los pescadores deja sueltas algunas cosas
II
Pescaban con red, del amanecer
hasta el mediodía, no lo que ya había
bajo la superficie. No el abadejo
ni la anchoíta, no el calamar
ni la chernia que anidan
en las formas de lo conocido.
Por eso debían cortar las sogas,
volver a hacer nudos
y llegar por atrás del viento
con una lógica de desencantos
y años perdidos.
No traían de vuelta más que la sospecha
de haber llegado al otro extremo
donde se hacen todas las cuentas
y el tirón de la soga desata el alma.
* Nota del autor. El poema “Lo inolvidable se hunde visiblemente en el abismo del olvido” fue motivado por un pensamiento que W. Benjamin consigna en La tarea del traductor: “Se podría hablar de una vida o un momento inolvidable aunque todos los hombres lo hubieran olvidado. Si la naturaleza de dicha vida o momento requería que no fuese olvidado, ese predicado no contenía una falsedad sino sólo una aspiración que los hombres no llevan a cabo, y tal vez también una referencia a un reino donde sí se realiza: el recuerdo de Dios”.
Links
Datos del autor y más poemas en op.cit.. «Un tiempo sin destino. Sara Cohen – Osvaldo Picardo»
Textos. En Círculo de Poesía.
Entrevista. en La Vanguardia Digital, por Fabián Herrero