Roberta Iannamico: “Los niños y las niñas aman la poesía”

Una charla sobre los pormenores, encrucijadas y figuras importantes de la poesía para chicos, con Roberta Iannamico, representante de una generación que ha dado un paso decidido hacia una literatura que interroga  los límites del género, con una mirada de mutuo aprendizaje entre el autor y los pequeños grandes lectores. De regalo, poemas inéditos.

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Por
Osvaldo Aguirre

¿Escribís poesía para chicos o no hacés diferencia al escribir poesía? ¿Hay recursos, posibilidades o problemas específicos en la poesía para chicos?
-Escribí poemas para niñxs encuadrados en algunos proyectos en los que me invitaban a participar (libros para escuela, revistas). Creo que eso me daba un plus de disfrute que tenía que ver con soltar más el humor. O conectar más con el mundo de la magia o de los animales, que adoro. Pero después empecé a ver que muchos niñxs eran lectores de mis poemas “para grandes” y que esos poemas no tenían gran diferencia con los escritos especialmente para el público infantil. Pienso que los recursos, posibilidades o problemas en la poesía para niñxs son los mismos de la poesía en general, así de variados y únicos en cada caso, expresión del mundo de cada poeta y a la vez de la poesía total, del mundo de mundos. Cito como ejemplo los dos primeros libros de Los Libros del Lagarto Obrero, colección de poesía para niñxs y jóvenes de Editorial Maravilla dirigida por David Wapner. Estos son: Conversación con el pez de Juan Carlos Moisés y Es un invento de María Hortensia de María Hortensia Lacau. En el primer caso es una selección de poemas que Moisés realizó eligiendo entre sus poemas escritos para un público adulto aquellos que intuía que podían ser disfrutados por niños y niñas. En cambio el libro de María Hortensia es una compilación realizada por Wapner de toda la obra poética de Lacau, escrita alevosamente para el público infantil.  Con esto quiero decir que las dos posibilidades son válidas si por cualquiera de esos caminos se obtiene una obra poética genuina.

-¿Cómo se relacionan hoy los chicos con la poesía? ¿Cuál es tu experiencia en talleres?
-A partir de mi experiencia de casi 30 años haciendo talleres en escuelas, bibliotecas, etc., pude observar que los niños y las niñas aman la poesía. Que tienen con ella una relación absolutamente natural, cosa que no se da en el caso de los adultos que muchas veces tienen prejuicios, o falsas expectativas que derivan en frustración frente a un texto poético. Los nenes y las nenas, más acostumbrados a vivir el tiempo presente, al disfrute de la percepción, a la conexión con el misterio, reciben el poema paladeando sus imágenes, su música, y el sentido de las palabas que se amplifica y transforma según cada subjetividad.  Lo que “no se entiende” (tal vez palabras desconocidas o construcciones poco convencionales) no es vivido como frustración sino como misterio que atrae y guía.  Cuando en el trabajo de los talleres está la poesía de por medio siempre se genera una empatía grupal muy amorosa y también (cuando son ellos los que escriben poemas, cosa que hacen divinamente) un momento muy profundo de introspección, de contemplación y comprensión y una puesta en escritura que aunque espontanea, suele estar llena de lo que llamamos “recursos”.  Esos poemas son tesoros, abundancia de belleza y conocimiento.

-¿Hay más apertura a la poesía en las editoriales de literatura para chicos? En varias entrevistas destacás la intervención de Ruth Kaufman en la publicación de Nariz de higo. ¿Cómo fue el caso de Ris ras y La camisa fantasma, tenías los poemas listos, surgieron de pedidos del editor?
-Si, Ruth es la primera que ve en mis poemas una posibilidad para lectores ninxs. Nariz de higo era para mí, secretamente, un poema especial y distinto pero no sabía bien por qué. Y que ella lo eligiera para hacer un libro para niños me sorprendió muchísimo. Después pude ver un poco de la circulación y el recorrido del libro y creo que fue un gran acierto. La camisa fantasma y Ris Ras fueron pedidos de la gente de Aerolitos, María Emilia López y Juan Lima. La camisa fantasma pertenece a una serie que tengo dando vueltas hace como 15 años, “Saltar soga en la noche”; son poemas que narran alguna anécdota con cierto minimalismo misterioso, con un lenguaje que ironiza un poco las traducciones de los libros infantiles, con mucho ambiente exterior, escritos en un verano bajo la atmósfera de hijas y sobrinas jugando en el patio.  Ris Ras es un rejunte. Algunos poemas fueron escritos para niños y muchos no, revisamos con María Emilia muchos archivos que yo llamo sobrantes, son los poemas que quedan afuera de los libros publicados y así se armó. Ella me ayudó en la selección probando el material con los niños del jardín que ella dirige.

-¿Qué recordás de las enseñanzas de Mirta Colángelo? ¿Qué enseñanza te interesa transmitir al trabajar con poemas y canciones?
-Las enseñanzas de Mirta, uff…, es inmenso. En principio el amor y el compromiso en la relación con sus alumnos, la confianza y esperanza total en ellos, en su autorrealización,  la valorización de sus obras, de las particularidades de la historia y personalidad de cada uno.  También la creación de un espacio poético para la puesta en práctica del trabajo con la poesía. Ella tenía en cuenta cada detalle de la construcción espacial del lugar de trabajo, como el recinto de la ceremonia del té en Japón (eso leí) que se dice que es un asilo para los sentimientos poéticos, así se vivía el espacio que Mirta propiciaba a su alrededor en el momento del trabajo con la poesía. Se suspendía el tiempo. Flotaba algo en ese espacio. Algo que iba en su voz, en la puesta en palabras de los poemas que leía. La capacidad de celebración, de celebrar la belleza de lo que se leía y se escribía: una gran enseñanza también. Eso era muy groso, y salía de su voz, de sus ojos, de todo su ser. Una entrega total y absoluta al momento, un darse con infinita generosidad y alegría. Sin apuro. Fue la única maestra que conocí que no era rígida con los tiempos. Muy puntual para comenzar  y totalmente abierta al tiempo que llevara cada encuentro, que podía prolongarse, entre chalas y lecturas, mucho más de lo esperado. El señalamiento de la libertad humana como un valor encarnado por los poetas fue para mí otra de sus grandes enseñanzas, algo que me dio vuelta la cabeza.  Y todo lo que tuviera que ver con una conexión profunda con la humanidad, la visualización de la injusticia, del valor y la belleza de los humanos como seres, de la dimensión poética de todas las personas y el derecho a ese acceso, como una necesidad primaria, como el alimento, la vivienda, también poder acceder a la literatura, a la poesía, el arte como necesidad vital, los libros que traen de  rebote el propio y único conocimiento poético y el desarrollo de la sensibilidad para poder vivir una vida ampliada. Esa idea y las acciones en pos de ella fue otra de sus principales enseñanzas. También la admiración por la naturaleza y su señalamiento (literal: con su dedo-varita-mágica siempre te mostraba un pájaro, una flor, una nube rara, la luna, un insecto, la huella de algún animal…) hablaba de las plantas como si fueran sus amigas, se maravillaba frente a piedras o semillas. No sé si me habré ido por las ramas. Pero fue tan grosa su obra como “maestra de poesía” como a veces se llamaba a sí misma, que me quedo muy corta con estas palabras.

 

Saltar soga en la noche

A Belinda Harriford le gustaba saltar a la soga de noche.
Sus padres le repetían:
—No saltes soga en la noche
esa no es hora de saltar—
pero ella saltaba y saltaba
toda la noche sin parar.
Y así fue que un monstruo, un fantasma o algo así
tomó la forma de la sombra de Belinda Harriford.
Cuando Belinda saltaba
su sombra también lo hacía
cuando Belinda paraba
su sombra lo hacía también
cuando Belinda corría
la sombra la perseguía.

 

Charla con lobos

Tommy Mc Graw tenía la habilidad
de conversar con los animales.
Estaba charlando con una hormiga
cuando alguien llegó y dijo:
—Tommy Mc Graw
los lobos feroces
ya están acá—
Tommy comenzó a llamarlos
para llevarlos
a las afueras del pueblo.
Los lobos respondían
con terribles aullidos
mientras se acercaban
lentamente
a Tommy Mc Graw.
El niño los acarició
como si fueran perros.
Después algo les dijo
y los lobos se fueron
por entre las colinas.

 

Camisa fantasma

No es que Samantha Garamond
le tuviera miedo a la ropa tendida
pero cuando el viento movía las prendas
le hacía acordar
a los fantasmas.
Montada en su caballo inflable
Samantha comía su golosina preferida.
Una camisa se desprendió del tendal
y la atacó.
Samantha cabalgaba a toda velocidad
con la camisa tapándole la cara.
Una manga se enredó
en las patas del caballo
y los tres cayeron al barro:
el caballo Samantha y la camisa
que fue a parar al canasto
de la ropa sucia.

 

Hermanos contra el monstruo

Los hermanos Foster
Billy y Johnny Foster
acamparon en lo profundo del bosque.
Cocinaban en el fuego y lavaban los platos en el arroyo.
Una cara reflejada en el agua le dijo a Johnny:
—Johnny Foster
deja ya de lavar
tu hermano Billy está en peligro
toma esta piedra
y lo salvarás.—
Johnny corrió hasta el campamento
y vio a su hermano luchando con un monstruo pegajoso.
Le arrojó la piedra
y el monstruo se partió en dos.
Ahora las dos mitades del monstruo se abalanzan sobre Johnny Foster.
—¡Arrojale una piedra Bill!—
Billy  arrojó un puñado de piedras
y el monstruo se deshizo  en mil pedazos
que saltaban enfurecidos
como pequeñas ranas.

 

En una burbuja

Lucy Mc Lain vivía en un castillo de cristal
que había pertenecido a un mago
de magia blanca
por eso pasaban allí
todo tipo de cosas extrañas.
Por ejemplo que el castillo no se veía
y que Lucy Mc Lain era una niña maga.
En la escuela
todos querían sentarse con Lucy
y ser envueltos por la luz
de su vestido de estrellas.

 

Un pez gordo

Tobías Wright era un excelente pescador de mojarra.
Cada mañana traía en su balde
unas cuantas para la pecera
Y así fue que una mojarra comenzó a crecer
hasta romper las paredes de la casa.
Entre todos los del pueblo
tuvieron que remolcarla hasta el río
Tobías Wright se despidió en la orilla
—mi pequeña…—
decía mientras palmeaba
el cuerpazo lleno de escamas.

 

Rescatada por su dueña

Brenda Carrington y su gatita
llamada Hello Kitti
Daban un paseo por el parque.
Hello Kitti perseguía mariposas y libélulas
por aquí y por allá
hasta que se perdió entre las hojas.
Era una alfombra de hojas acolchada,
una enredadera que brotaba del piso
¡Hello Kitti!
¡Hello Kitti!
Hello kitti se hundió en la planta
como podríamos hundirnos
cualquiera de nosotros.
Brenda Carrington desató el lazo de su vestido
enlazó a la gatita
y la liberó.

 

El día de la sandía

Lo que le pasó a Kevin Stuart
nunca antes le sucedió a nadie
en todo el universo infinito.
Estando en casa de sus abuelos
en el campo
junto a sus primos
devoraba una sandía de rojo y dulce corazón.
Su abuela le dijo:
—Kevin Stuart,
no deberías tragar las semillas de la sandía,
es una planta fatal
recuerda lo que le pasó
al espantoso Miles—
El niño desobedeció a la anciana
y desde ese día
todos llaman a Kevin
«el monstruo boca de sandía.»

 

El viento se pasa de travieso

Un viento huracanado
deshacía el peinado
de Molly Dikinson.
Molly luchaba con el viento
que arrancaba  las flores
de su coronita.
En el jardín vecino
Scott Steward
jugaba a cargar piedras
en un camión de juguete.
—¡Scott Steward ayúdame!—
El niño corrió para salvarla
y ya el viento
los arrastraba a los dos.
Con una mano sujetó a Molly
y con la otra pudo agarrarse
de la rama de una acacia.
Flameaban como banderas.
Al fin pudieron trepar al árbol
ayudados por las ardillas.

 

Belinda Harriford vive solitaria en una enorme casona.  Se la ve paseando por el pueblo sólo en los días nublados.
Tomy Mc. Graw cruzó las montañas sobre la espalda de un gran pájaro, recorrió la selva montado en una jirafa, tuvo una entrevista con el león, y bailó con los animales en una fiesta organizada por los monos.
Samantha Garamond es costurera profesional. Domina las sedas y los terciopelos. Ajusta botones y pega cierres. Dicen que baila el vals con los vestidos de novia.
Los Hermanos Foster heredaron una finca en las afueras del pueblo. Guardan una piedra en un cofre que suelen mostrar a los forasteros. Se pelean por contar la historia de la multiplicación del monstruo, discuten sobre cada detalle. Todo el mundo los tiene por mentirosos.
Lucy Mc Lain está idéntica. Hizo un hechizo con el tiempo y será siempre niña. Aveces aparece en los caminos, en el almacén, entre las flores como un hada. Encontrársela trae suerte.
Tobías Wright se especializó en fabricar barcos adentro de botellas. Hizo de eso su oficio. A veces va hasta el arroyo y arroja una botella con un mensaje.
Brenda Carrington se convirtió en una estrella de cine. Canta y baila con los más famosos. Es adorada por fotógrafos y priodistas.
Hello kitti aprendió a trepar a los árboles y vivió su vida en las alturas.
Kevin Stuart se unió a un circo que pasó por el pueblo. Hace diez años que está de gira con la mujer barbuda y los malabaristas. El número principal es su sonrisa.
Molly Dikinson y Scott Steward se casaron. Fueron felices. Tuvieron cinco hijos. Se aman.


Roberta Iannamico (Bahía Blanca, 1972)

Poeta, narradora, música y pedagoga residente en Villa Ventana, Provincia de Buenos Aires. Se desempeña como coordinadora de talleres literarios para niños. Su labor como escritora, activista, bibliotecaria y docente en escuelas públicas ha sido intensa y reconocida. Es considerada una referencia cuando se habla del movimiento poético argentino surgido en los años noventa. Actualmente codirige la editorial Maravilla, a la que pertenece la colección de literatura infantil Los Libros del Lagarto Obrero.

Literatura infantil
Ris Ras, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2015
El día nuevo, Villa Ventana, autoedición, 2013
La camisa fantasma, ilustraciones de Max Cachimba, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2013
Cuentos clásicos regionalizados, ilustraciones de Walter Carzon, Buenos Aires, Albatros, 2011
Caperucita roja del noroeste, Buenos Aires, Albatros, 2010
La bella durmiente del litoral, Buenos Aires, Albatros, 2010
Pulgarcito de la Patagonia, Buenos Aires, Albatros, 2010
Blancanieves de la Tierra del Fuego, , ilustraciones de Walter Carzon,  Buenos Aires, Albatros, 2009
El libro de la selva del monte impenetrable, Buenos Aires, Albatros, 2009
El sastrecillo valiente de las Pampas, Buenos Aires, Albatros, 2009
Las habichuelas mágicas del Gran Chaco, Buenos Aires, Albatros, 2009
La sirenita de la Patagonia Austral, Buenos Aires, Albatros, 2009
El libro de la selva del Monte Impenetrable, Buenos Aires, Albatros, 2009
Bajo las estrellas , 12.000 años de historias Bonaerenses, en coautoría con Alejadra Pupio, ilustraciones de Clara Domini, Bahía Blanca, Vacasagrada, 2008
Pulgarcito de la Patagonia, ilustraciones de Walter Carzon,  Buenos Aires, Albatros, 2007
Nariz de higo, ilustraciones de Bianki, Buenos Aires, Pequeño Editor, 2006
Un zorro mete la pata 1, Buenos Aires, Aique, 2006
Serie Los libros del caracol / 1, 2 y 3, Buenos Aires, Estrada, 1999, 2000, 2001
En patines 1, el libro de los sueñasueños, en coautoría con Claudia Montemartini, Buenos Aires, Aique, 1998

Poesía
Muchos poemas, Neutrinos, La Paz-Rosario, 2017 (reed.) / Buenos Aires, Voy a Salir y si me Hiere un Rayo, 2008
Nomeolvides, Bahía Blanca, Vox, 2015
Qué lindo, Buenos Aires,  Zindo y Gafuri, 2015
La medialuna, Buenos Aires, Belleza y Felicidad, 2010
Dantesco, Bahía Blanca, Vox, 2006
Celeste perfecto, Buenos Aires, Crudo, 2003
El collar de fideos, Bahía Blanca, Vox, 2001
Tendal, Buenos Aires, Ediciones del Diego, 2001 / Poesía Argentina, versión digital, 2013
Mamushkas, Bahía Blanca, Vox, 2000
El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado, Bahía Blanca, Vox, 1998

Links
Poemas. En De lo que No Aparece en las Encuestas / Eterna Cadencia / La Infancia del Procedimiento / El Poema del Momento
Entrevistas. En 1 Poeta 10 Preguntas / Educar, «Narrar 12.000 años de infancia» / La Infinita Desmesura
Reseñas. «Delirio y gracia», sobre Qué lindo, por Daniel Ginena, en P/12 / Sobre Nariz de higo, por Cecilia Bajour, en Imaginaria