36 desintegraciones
Gustavo Toba
Buenos Aires, Barnacle, 2023, 50 pp.
Contratapa
Por José Villa
¿Si hay un tema, objeto, zona que solo admite preguntas es el cuerpo? ¿La imaginación, las palabras, el intelecto, la deriva de las ideas y los sonidos propios del lenguaje que salen de la boca o que persisten resonando callados son elementos de la diversión, sus límites son informales, pueden extenderse siempre? Pero si llegamos a un fin, a un precipicio, a una pared, ¿llegamos al cuerpo? El narrador y personaje de estos episodios y disrupciones suele encontrarse con esta concreción que le dice algo acerca de lo que está más allá de los símbolos, la unión de todos ellos y la relación con los demás sujetos. La vida colectiva y personal, como comprimida, se remite a unos pocos indicios de trabajos, amigos, familiares, caminatas, médicos; otros cuerpos que se encuentran con un cuerpo, que tal vez está hecho de una tautológica percepción; así es que circula en la agonía por desplegar su memoria. Esa memoria se escribe a sí misma haciéndose presente en una progresión minuciosa. El narrador avanza por el temor al no sentido, por la respuesta del cuerpo, escrupuloso, delicado, dejando el registro de su sobrevivencia y del modo en que se hace expresión. A veces, ¿sus proyecciones laberínticas trafican la trama de una ficción o cierran una realidad adherida a la realidad misma?
*
Reseña publicada en Otra Parte
(fragmento)
Por Marcelo Pitrola
Si hubiera que recurrir a un texto del canon literario para pensar este conjunto de fragmentos narrativos, una referencia que viene a la mente de inmediato es el célebre ensayo de Francis Scott Fitzgerald El crack-up, de 1936. Entre la argumentación y la narración, el texto de Fitzgerald busca también dar cuenta de esa disrupción del tiempo en la que el sujeto se descubre “derrumbado”. Hay, en Fitzgerald, una ironía punzante sobre la vida social, económica y literaria del narrador, y un zumbón juego metafórico (“me rajé como un plato viejo”, se lee en la hermosa traducción de Marcelo Cohen, editada justamente por Crack-up). El narrador de Toba registra con minucia procesos mentales y perceptivos, pero se manifiesta remiso, en principio, a la metáfora: “Toda metáfora me resulta un maquillaje; las imágenes no me dicen mucho”. Hay, otra vez, algo del orden de lo intrasmisible, que no obstante se busca cercar a través de la escritura. Pese a la declaración citada, en ese asedio el narrador va llegando a formas contundentes de la analogía: “Mi cuerpo es un trozo de madera regido por un control remoto sin pilas y con las conexiones oxidadas”; “mi indiferencia se parece a una golpiza recibida en los rincones de un patio escolar”; “la destrucción se me impone con la fuerza de un amanecer”, y más.
*
De 36 Desintegraciones
20
Toda metáfora me resulta un maquillaje; las imágenes no me dicen mucho. La vivencia se presenta intransmisible, como si ese fuera el criterio primero de su manifestación. Especular sobre ella es un ejercicio tan grande como imaginarme habitar en otro cuerpo mientras sigo siendo yo mismo. Y sin embargo, eso es lo que me ocurre. Lo que no encuentra comparación es la persistencia de mis percepciones, su modo de mostrarse irreversible. En un viaje de droga, quien alucina, descansa en la certeza del retorno a un estado anterior; se confía a esa vuelta al cuerpo sobrio y es por eso que puede considerar ese trance como un juego; pero en mi caso no hay recreo ni estado pasajero. Percibo un hormigueo intenso como el que se produce previo a caer la conciencia en el desmayo, el abatimiento del cuerpo, el letargo del pensamiento, el entumecimiento de lo sensible. Si digo “me siento vacío” no digo nada; o mejor, doy una idea tan equívoca como la palabra “depresión”; merodeo en la tautología. En este lugar, toda percepción resulta intransitiva; su verdad no es “me siento triste”, sino “no siento”. Esta nueva durabilidad del alma era impensable de antemano; se trata de una percepción a secas, y la única con la que ahora cuento.
Textos del libro y datos del autor fueron publicados en op.cit.,
aquí
Links
Reseña. En revista Otra Parte