Adélia Prado: Poesía reunida. Versión: José Ioskyn

Poesía reunida, de Adélia Prado, Buenos Aires, Griselda García Editora, 2019
Edición bilingüe; traducción y prólogo de José Ioskyn

Selección para Op. cit.: Valeria Cervero

De Bagaje (1976)

Metamorfosis

Fue así que mi padre me dijo una vez:
estás hecho un caballo viejo buscando la gruta.

Las cigarras aferraban las patas a los troncos
y zumbaban con decisión su silbido.
Los árboles cantaban en el patio,
renovadas las hojas de un verde novísimo.
Expandí las narinas y fui a pastar
con mi cabeza minúscula.
Lo más caliente y amarillo que puede ser,
era el sol, un día de pura luz.
Mugí entre las vacas, antediluviana,
sé de arbustos, agua que encontré y bebí.
Al volver sacudí el cuello y la cola.
Quedaron solo dos señales:
un modo goloso de olfatear lo verde;
un modo de pisar, solo pezuña y piedras.


De El corazón disparado (1978)

Campo                

En el mismo plato
el niño, el perro y el gato.
Come la infancia del mundo.


Gregoriano

¿Hay algo más sensual?
Los monjes en el canto llano.
Me abro como solo lo puede hacer
una flor toda abierta,
despierta la espumilla rosa
contra lo melancólico y lo gris.
“Un día veremos a Dios con nuestra carne”.
No es el espíritu quien sabe,
es el cuerpo mismo,
el oído,
el canal lacrimal,
el pecho aprendiendo:
respirar es difícil.


De Tierra de Santa Cruz (1981)

El alfabeto en el parque

Sé escribir.
Escribo cartas, notas, lista de compras,
composición narrando el bello paseo
a la hacienda de la abuela que nunca existió
porque ella era pobre como Job.
Pero también escribo cosas inexplicables:
quiero ser feliz, esto es amarillo.
Y no puedo, esto es dolor.
Vete de mí, tristeza, campana tartamuda,
personas diciendo entre sollozos:
“no aguanto más”.
Vivo en un lugar llamado globo terrestre
donde se llora más
que el volumen de las aguas denominadas mar,
para donde llevan los ríos otro tanto de lágrimas.
Aquí se pasa hambre. Aquí se odia.
Aquí se es feliz, en medio de invenciones milagrosas.
Imagina que una vuelta al mundo
Propicia paseos y vértigo entre
luces, música y novios en éxtasis.
¡Qué bueno! De un lado los chicos,
del otro las chicas, yo loca por casarme
y dormir con mi marido en el cuartito
de una casa antigua con suelo de listones.
No hay cómo no pensar en la muerte,
entre tantas delicias, querer ser eterno.
Soy alegre y soy triste, mitad y mitad.
Te tomas todo a pecho, dice mi madre,
ve a dar una vuelta, distráete, ve al cine.
Mi madre no lo sabe, el cine es como decía mi abuelo:
“El cine es gente pasando.
Las viste una vez, las viste todas”.
Con el perdón de la palabra, quiero caer en la vida.
Quiero estar en el parque, con la voz del cantor azucarando la tarde…
Así escribo: tarde. No una palabra.
La cosa.


De El pelícano (1987)

Nacimiento del poema

Lo que existe son cosas,
no palabras. Por eso
te escucharé sin cansancio recitar en búlgaro
como miraré montañas durante horas,
o nubes.
Señales valen palabras,
palabras valen cosas,
cosas no valen nada.
Entender es un rapto,
igual que no entender.
Mi madre muriendo,
no faltó a mi llanto este arco iris:
el luto va bien con mi pelo claro.
Granito, lápida, crêpe,
son cosas bellas o bellas palabras?
Mármol, sol, lejía.
Entender me secuestra de palabra y de cosa,
arroja mi corazón de la poesía.
Por eso escribo poemas
para velar lo que amenaza mi debilidad mortal.
Me rehúso a creer que los hombres inventaron las lenguas,
es el Espíritu quien me impele,
quiere ser adorado
y sopla en mí oído este himno litúrgico:
baldes, escobas, deudas y miedo,
deseo de ver a Jonathan y ser condenada al infierno.
No construí las pirámides. Soy Dios.


De El cuchillo en el pecho (1988)

Artefacto nipónico

La mariposa posada
o es Dios
o es nada.


De Oráculos de mayo (1999)

Derechos humanos

Sé que Dios vive en mí
como en su mejor casa.
Soy su paisaje,
su retorta alquímica
y para su alegría
sus dos ojos.
Pero esta letra es mía.


De La duración del día (2010)

Esplendores

Toda comprensión es poesía,
resplandor inaugural que la niebla densa
hace parecer velados diamantes.
En pequeños bocados,
como quien da comida a niñitos,
la belleza retiene su vórtice.
Son aguas de compasión
y yo sobrevivo.


De Miserere (2013)

Para el minuto de goce que llamamos Dios,
hacer silencio todavía es ruido.



Links

Entrevista a la autora. En Página/12
Más poemas. En Eterna Cadencia / Otra Iglesia…