Apuntes para un resumen: Poesía contemporánea argentina

Nuestro colaborador Fernando Márquez
se ubica en la lectura panorámica de la poesía argentina, realizando una mirada a partir de uno de sus grandes puntos de transformación: las décadas de los cuarenta-cincuenta. El autor plantea una sinopsis y evalúa las antiguas polémicas y se acerca a la situación actual, todavía deudora del proceso renovador de los años noventa, aunque abundante en gestión y famélica en discusiones conceptuales e históricas.


La paz estética

La disputa entre neobarrocos y objetivistas fue la última querella en la poesía argentina, así como la declarada impugnación que se hizo a la poesía de los 90 desde las revistas Hablar de poesía y Fénix. Por lo visto la vanguardia se agotó, ya sin motivos, ni nada nuevo con lo que sorprender o provocar. Hoy ya nadie se pelea por cuestiones estéticas, aunque la pregunta está: ¿y ahora? Lo moderno sobrevive como un espectro, para algunos de los que quedan la contemporaneidad es una decadencia, o una crisis, un estancamiento o, una reacción.

(Estanflación: la situación es que el arte pasó de la política a la gestión, no hay historia sino burocracia, agendas culturales, talleres, encuentros, publicaciones, ferias, festivales, clínicas, una sobreoferta de actividades, acontecimientos que no son acontecimientos, parece que pasa algo pero no pasa nada. Lo controvertido hoy pasa por la ciencia, la tecnología y la política.)

La década de las dos décadas

Los 90 fueron un escándalo porque supuso una profanación, un vaciamiento para el conservadurismo, y una renovación enajenada o una vanguardia sin futuro para otros sistemas de lectura. Hubo una irrupción de lo literal en lo literario, crudo en lo cocido, y se plantearon otros paradigmas de valoración donde el virtuosismo no tenía importancia. Los extremos podían pasar de una poesía light a una poesía autoconsciente pero astillada. Fue la década de la disolución del sujeto y la degradación del objeto.

Entre las varias maneras de organizar y leer este período la más simple es reconocer cómo se reagrupó a sí misma, su territorialización.

– García Helder, Rubio, Gambarotta, Mario Ortiz, Raimondi…: es la línea más programática, una combinación de objetivismo con economía política.

– Belleza y Felicidad: nihilismo literario, posmodernidad y artes visuales contemporáneas.

– 18 Whiskys: celebración, discusión y heterogeneidad estética.

En la subjetividad

Más o menos desde comienzos de los 2010 la centralidad de la poesía argentina se desplaza a cierto uso naturalizado del sujeto, una autofiguración reivindicativa y/o reparativa, o solo con fines expresivos, sobre cuestiones vinculares, traumáticas, la infancia, los padres o abuelos. No parece haber novedades formales en este momento. Si la bibliografía de los 90 fue el modernismo anglosajón y poetas como Zelarayán o Giannuzzi, ahora la predilección pasa por Sharon Olds, Louise Glück, Anne Carson, Mary Oliver, Ocean Vuong, Logan February, la denominada poesía confesional y la ya inmortal Alejandra Pizarnik, Amelia Biagioni y Susana Thénon.

A modo de muestra y ejemplificación esto se puede encontrar en las siguientes obras y poetas: Madre soltera (2012) de Marina Yuszczuk (Bs. As., 1982) en la que se debate sobre el estigma social y se problematiza en torno a la maternidad; Vos ahora voz (2014) de Franco Rivero (Corrientes, 1981): la alienación y la violencia intravincular; la pérdida de un familiar en un cruel contexto rural en La casa de la niebla (2015) de Elena Anníbali (Oncativo, 1978); la rememoración de una infancia desarraigada en Esteparia (2013) de Natalia Litvinova (Bielorrusia, 1986); la subyugación erótica de un hombre maduro en Chicos malos (2013) de Osvaldo Bossi (Bs. As., 1960); la ansiedad del amor en Fruto rojo (2019) de Tomás Litta (Bs. As., 1997); la pertenencia en En la colonia agrícola (2016) de Santiago Venturini (Sta. Fe, 1981); la potencia de la vida, el amor y el dolor en La plenitud (2010) de Claudia Masin (Resistencia, 1972).

Preguntas, comentarios

¿Por qué si la poesía pudo dejar atrás las formas métricas y rítmicas no lo hizo de manera definitiva con el yo, la sentimentalidad, la verdad: el romanticismo?

De la vitalidad, la alegría y lo gay del neobarroco a la tristeza (hetero) y el desencanto del objetivismo argentino.

Los recreos históricos: el período posmoderno (80-90 hasta la primera década del 2000), los años 20, la Belle Époque (1870-1914).

Platón: la poesía, esa cosa liviana, alada y sagrada.

¿El nostos o el éxodo?

Por su origen, la poesía es un arte de la memoria, una técnica de restauración o recomposición del pasado pero no solo del pasado.

Una de las cuestiones centrales de la poesía moderna es la discusión sobre el estatuto del objeto y el sujeto.

¿Cuál es la verdad de la poesía?

La naturaleza de la poesía es la elegía.

Están los que comparan (salvando las diferencias) este momento de la poesía argentina con lo que vino después de la vanguardia de los 20: la generación del 40.

Tradición francesa (simbolismo y surrealismo): el modernismo, Juan L. Ortiz, Mastronardi, Francisco Madariaga, Olga Orozco.

Tradición anglo-norteamericana (imaginismo y objetivismo): Alberto Girri, los 90.

Tradición italiana (hermetismo): ¿Hugo Gola? ¿Horacio Castillo?

Edgar Bayley: No expression, no representation, no meaning. Negation of all melancholy. Mirth.



Fernando Márquez (Rosario, 1987). Es poeta y artista plástico residente en Concordia. Participó en 71% de Agua, muestra colectiva de artistas jóvenes de Entre Ríos (Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, 2017), entre otras exposiciones. Más textos del autor en op.cit., aquí.