El pozo y la pirámide / Diego Bentivegna

El pozo y la pirámide
Diego Bentivegna
Buenos Aires, Audisea, 2022


Poesía mestiza

por Daniel Freidemberg

La experiencia personal, el lirismo del registro del momento vivido, y la fijeza del material de archivo o de consulta, en diálogo mutuo, a su manera correspondiéndose. Hay algo que recuerda a un documental en el proyecto del libro. Ya desde las primeras líneas del primer poema de “El pozo y la pirámide”, la primera y más extensa de sus tres partes, relativamente independientes: “Al principio el ojo de la cámara / intenta capturar el balanceo de las ramas. / El objetivo / quiere grabar el bosque de caldenes, / las hojas del algarrobo que se mueven / casi imperceptibles.”

Puestos en situación por el registro “objetivista” de la escena, el segundo poema recuerda algo visto en la estación de micros de Santa Rosa para luego, en ese y los siguientes, ir dejando ver que el tema es el viaje de dos personas desde las sierras cordobesas a La Pampa, a Leuvucó, donde está la pirámide-mausoleo de madera a la que fueron llevados los restos del cacique ranquel Mariano Rosas, 123 años después de haber permanecido expuestos en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Entre la descripción poética, que, por lírica, excede lo descriptivo (“todo lo que vemos / parece apenas suspendido sobre el suelo, / todo lo que vemos parece sometido / a una tenue levitación / sumergido en una luz rasante”), empiezan, a partir del sexto poema, a asomar referencias a la vida de los pueblos que habitaron la región, cada vez más presentes, hasta que ambos temas, dentro de un mismo poema o por separado, terminan cobrando igual relevancia, como si tal vez ahí estuviera la razón del viaje, incluyendo citas del político y etnógrafo Estanislao Zeballos, de crónicas cuyo origen no se consigna, del jesuita y explorador Thomas Falkner y hasta de, en un sugestivo paralelismo, el escritor albano Ismail Kadaré.

Citas, versificadas o no, insertas en los poemas o sueltas, fragmentos versificados de charlas con gente ranquel o lugareños, recuerdos de relatos leídos o escuchados, impresiones personales y hasta algún tramo reflexivo (“La memoria es ese pozo. / En el fondo / del pozo viven las huellas, viven los gestos, titilan ahí abajo / como en el recuerdo las imágenes / que lanza sobre la pared un reflector casero”). Sin solución de continuidad, sin desarrollo alguno, con materiales de distinta condición discursiva y distinto origen: como el del detective que, tras haber recogido piezas diversas, posibles indicios de un crimen, conjetura en qué pueden estar relacionadas hay un trabajo que le toca al lector. Trabajo o placer, si es, como supone la propuesta de Diego Bentivegna, un lector activo, tan lúcido como sensible, gustoso de que sus capacidades sean puestas a prueba. Y, hablando de “crimen”: también de eso se trata en este caso, de vislumbrar un crimen básico, constitutivo, razón de fondo de los crímenes puntuales de los que hablan o a los que aluden los poemas.

Propuesta singular la de El pozo y la pirámide, difícilmente comparable con alguna otra, al menos en la poesía argentina. “Poesía mestiza”, podría decirse, que pone a prueba los límites del género, lo que es aun más evidente en las otras dos secciones, “Cartas a K y otros extractos” y “Hechos del Mascardi”. Fragmentos, en la primera, de cartas en castellano e italiano, las más de las veces dispuestas como poemas, del jesuita Nicolás Mascardi, que en el siglo XVIII recorrió la Patagonia argentina y chilena. Hay algo de los Cantos de Pound —son otras la actitud y la poética, por supuesto— en esa vocación por lo que habría de revelador en el significativo encuentro de épocas y lenguajes distintos: el pasado iluminando el presente y viceversa.

“Familiares, amigos, comunidades mapuches y organizaciones sociales despidieron este lunes los restos de Rafael Nahuel, el joven de 22 años que murió el sábado tras sufrir un disparo en medio de un operativo de fuerzas federales en Villa Mascardi”: el recorte, tomado del diario Anbariloche del 27 de noviembre de 2017, abre “Hechos del Mascardi”, acompañado, insólitamente tal vez, de unos versos de Juan Ramón Jiménez: “Toda la noche, / los pájaros han estado / contándome sus colores”. También los poemas de esta sección dan cuenta de un viaje, esta vez turístico, a las orillas del lago Mascardi, en la Patagonia también, mechado con citas de Rilke, Leopardi, Jiménez, Loyola, el perito Moreno, algún recuerdo de adolescencia, un apunte botánico o ecológico sobre las retamas de la zona. Eso: los recuerdos del viaje recuperados por la escritura poética, con lo que a veces eso tiene de deslumbramiento o pequeña revelación (“Todo el tiempo / el agua del Mascardi, el color más hermoso / que vimos en la vida”), aunque en uno de los poemas, “Hechos del Mascardi” precisamente, aparecen rápidamente nombrados armas, prefectos y un helicóptero, para concluir: “y ninguno había oído / ni gritos ni disparos. / Nadie.” Una nota, al final del libro, consigna: “Ese día, sábado 25 de noviembre de 2017, caminábamos por la orilla del lago Mascardi, no lejos de Bariloche, Patagonia argentina.”

¿»Poesía mestiza» sería un posible modo de presentar esta tentativa? ¿Tres libros de poemas con un solo título? ¿Tres poemas largos y heterogéneos? ¿Un solo largo poema en tres partes? ¿Un tríptico? Lo que está claro es lo que hay en común: el palpitar de la historia hecho presente, el lenguaje mudo y acuciante de lo que pide desocultarse, el palpitar del presente multidimensional que incluye la historia, lo ocultado, lo que enlaza en una continuidad siniestra pasado y presente, el amor a lo que está ahí, natural y humano, siempre a punto de revelarse, lo político, en cualquiera de los sentidos que se quiera dar a esa palabra. El pozo y la pirámide: es posible, por si alguna vez hubo dudas, de que la poesía o la literatura pueden ser políticas no renunciando a lo que las sustancia como poesía o literatura sino, al contrario, haciendo de lo político un factor de poeticidad. Ninguna conformidad, ninguna enseñanza a transmitir, ninguna renuncia a lo que vale por íntimo, sensorial o circunstancial, ningún trabajo que ahorrarle a la capacidad del lector de hacerse cargo por su cuenta. Resonancias, belleza, extrañeza: poeticidad política.


Textos de El pozo y la pirámide
pueden leer en el siguiente link, aquí



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Reseña del libro. En Otra Parte, por F. Bogado