En orden de aparición / Gabriela Franco

En orden de aparición
Gabriela Franco
Buenos Aires, Ediciones En Danza, 2019


En caso de desaparición

Por Leandro Llull

Desde su título, En orden de aparición reclama, cuando menos, una doble lectura. Lo que en principio se presenta como la experiencia de la búsqueda de un ser querido entrado repentinamente en ausencia, también se manifiesta como un proceso en el que lo perdido se transmuta en algo diferente.

Cuatro son las secciones del libro: Los hechos (rótulo que nos remonta a las novelas de Walsh), Diario de desaparición, Búsqueda de persona y Para ir. En la primera solo se nos ofrece una escena despojada a la que se accede a la par que los policías y se termina cara a cara ante el vacío: «de un lado el cuerpo / del otro la ausencia // dos paralelas sin infinito». En la segunda, la desaparición va tramándose como una cicatriz sobre el cuerpo que la enuncia, que la considera, la estudia a partir de sus impresiones y lecturas. Cada mínima sensación sopesa la falta y es captada en poemas breves sin puntuación reglada, casi nubes de conciencia: «hoy vi tu foto / entre las personas perdidas // un hilo ácido / se abre paso / en la memoria // era una foto reciente // no el que veo en mis sueños / sino el que no quise ver / y acaso no quiera / encontrar».

En la extensión de esta parte, se van descubriendo las implicancias de la ausencia, las ficciones y las mezquindades a las que obliga: «se me acusa / de ocuparme del frío // ¿y el hielo de las palabras / de quien pide parte / de quien da por muerto / al que no está?». También se toma conciencia de que la descripción del estado originado por el trauma se convierte en el modo de la construcción de su esperanza: «¿la muerte es el punto inmóvil / que mueve mi mano? // escribir es esperar».

Búsqueda de persona, en cambio, deposita en la exterioridad la recuperación del cuerpo ajeno. Así se transita el espacio en su persecución, en el detalle de la situación del encuentro, en la merma y el resto: «ahora sé / que era domingo / que te sentaste en el umbral / de la iglesia // ¿querías que haya dios? // permaneciste luminoso / como una ofrenda hasta que llegaron los técnicos // vos ya eras luz / pero dabas tu costado / la voz de nuestros nombres / escritos con caligrafía cansada / en tu cuaderno // pero nadie oye ni lee // son forenses labrando actas / son más pálidos y más / muertos que vos».

El cierre que instala Para ir traslada la experiencia hacia otro plano. Ya no importa la situación real, tampoco la certeza de sus registros. En un largo poema el ausente recobra su cuerpo para sí y encara una especie de apoteosis en la que la voz lo acompaña relatándosela. Los hechos y las cosas se tornan livianos, él también. Todos flotan en una caravana que conduce a la orilla final, donde él «ahora avanza / el mar es una melena que lo abraza / un párpado que lo mece». Así, el verso resuelve los tiempos, y ningún interés tienen el pasado, el presente o el futuro, más que ser un único movimiento en la música que se desprendió de ellos.


*

la peregrinación llevó
setenta días

¿qué había que encontrar
en el rastro de la desaparición?

examiné baldosas
recovecos
ilusiones
la memoria

los asilos
las camillas
los cementerios

no encontrar abre
vacíos
donde hallar
tu cuerpo herido
o putrefacto

abre
el abismo
de no saber

entonces escribo
este expediente
escribo
mientras camino y cruzo
el túnel de los parias
la recova de la rutina
ciega
de los sin techo

te escribo
te busco

mi lector mi hermano
duerme en la calle


*

en el desierto de atacama
las estrellas
se pueden tocar con la mano

desde el cielo la tierra
parece un lugar
donde voy a encontrarte


*

nicole tiene trece años
está desaparecida desde junio
salomé y natalí
tienen catorce
salieron
fuera de foco
y no volvieron

son miles

la dirección de rentas
aprovecha el dorso de la factura
para difundir sus caras

no hay alumbrado
en la búsqueda


Links

Reseña del libro. En Vallejo & Co., por M. Malusardi
Entrevista. «Desaparecido es una palabra muy fuerte…», por M. López Ocón, en T. Argentino