Marcelo Ángelo Caruso

Una lombriz descubierta abajo de una piedra

Inéditos


este presente se tambalea
sobre la superficie de una idea
emergen tentáculos –jeroglíficos
de los gestos endurecidos
como huellas en el barro.


siempre al margen, resbalando
al levantarse
a ciegas
por espacios
con amplificadores siempre al palo
la boca seca
a los lengüetazos


los materiales se deshacen,
la casa está llena de achaques.
las puertas no quieren cerrar
como los ojos del desquiciado
que se resienten al parpadear.


cuando los límites se evaporan
resuena todo en el mismo suelo:
hebras sueltas tiñen las raíces
y los senderos.


no se puede salir
no hay donde ir más
que al muere.

las calles agazapadas….

la noche fumándose
diarios retorcidos
en montículos o tachos
rodeados de refugiados
en la intemperie, corridos
por el frío
de madrigueras improvisadas abajo de puentes
o en ochavas.

la arena del coliseo es barro:
sangre de engaños
proclamados
en pantallas
donde se examinan
soñadores promovidos
que miran
desde terrazas solitarias,
iluminadas por el flash violeta
de una manzana
podrida.


el trasnochado delirio
de ponerle los sentidos
a incógnitas que surgieron
en la desmedida de un quejido,
una mueca
o una palabra no dicha
por esa boca
que, ahora quieta en el recuerdo,
acuña el sarcasmo y el erotismo
por haber quedado apenas
abierta…


en el vidrio de la ventana
el reflejo de la boca apretada
se retuerce
como una lombriz
descubierta
abajo de una piedra.


mis pasos nerviosos
sobre el piso helado del pasillo
me lo anuncian.
al llegar a la puerta
la llave en la cerradura retumba
en el ambiente vacío del departamento.
descreí en lo que ya estaba pactado
el aire como un oleaje rompe entre mis órganos
las paredes desnudas, anónimas.
el olor de los muebles ausentes
y la carta en el piso
en el centro de las marcas claras
de las patas de la cama.


cuando corrí aquel viejo mueble
tan poderoso en otros tiempos
crujía como anunciando
todo tipo de insectos
que quedaban al descubierto
tras las grietas apolilladas, abiertas
y retorcidas como tendones
que soportaban el esqueleto
de esa pesadilla.


si creyera en ese secreto
que no me fue concedido
terminaría aquí;
pero sabés,
los vacíos se expanden
montando la acuarela impresionista
en tu carne arrasada
que repta desde los márgenes, hacia
el principio
donde descansan los vientos
que nos envuelven
como amuletos.



Marcelo Caruso (Buenos Aires, 1967)

Es poeta, narrador y músico. Coordinó el ciclo de poesía Te de Brujas entre 1997 y 2001. Como músico, grabó con los proyectos Peces de Vidrio Verde (1997) y Cosmosapiens (2007); actualmente está grabando un disco solista.

Poesía
El mundo no alcanza, Buenos Aires, Casa de la poesía Evaristo Carriego, 2002
Numinoso, Buenos Aires, Corregidor, 1996
Poemas «de cajón»/ El conocimiento me habló con rechazo, Buenos Aires, Té de Brujas, 1999

Narrativa
Los ojos de la intemperie (novela), Buenos Aires, Milena caserola, 2014
Bolita japonesa (cuento), Buenos Aires, Eloísa cartonera

Links
Canal de música. «Marcelo Caruso»
Más datos del autor. En La Primera Piedra