Raquel Jaduszliwer

Fragmentos del diario del año de la peste*

A Cristian Avecillas, poeta de hundidas latitudes

I.

Esta es una hoja. No, esta no es una hoja del árbol del madero
de todos los naufragios, del árbol fidedigno de los salvatajes.
No, esta es la primera hoja
del diario del año de la peste, aquí está escrita
la creación del mundo. Día primero: aquí se está.
El aislamiento se sostiene en alto
nítido como una proclama: cada hombre una isla.
Más tarde
cada especie mostrará sus añicos. El presente se escapa
el futuro se teme, el pasado es una narración.
Sus estampas más tenues refulgen por la noche
a la hora del miedo tienen la coloratura
de la voz de las madres. Y así
se nos recrea un fuego, una fogata.
Y cómo reconforta saber que estamos juntos
cantando todos a su alrededor:
“Arumdemfaiermirzingenlider…”
oh, he aquí un recuerdo
cantaba madre, mi padre era un portento.
Generación de huérfanos, a nada le temían
así solían juntarse para elevar sus voces.


II.

Ahora es otro el encierro
te han llevado de allí de donde estabas
te trajeron dormido, despertaste
a nadie preguntaste
porque nadie es el nombre que más se escucha ahora
y la esencia se impone a la existencia
reina en las alcantarillas y a las puertas del templo
y porque no hay otros muertos que los que contagiaron
los dejaremos solos, en castigo
lidiando con su muerte, castigados
porque desparramaron huérfanos de a miles
día por día. Semillas de la ira
o del azar del dios.


III.

Había quienes vaciaron las alforjas
arrojaron el agua de sus cántaros
fue a tierra el alcohol rancio
el día era tan pleno, tan pletórico a pleno mediodía
que no daba lugar.

Era la retirada
había quienes encendieron allá mismo unos fuegos
el leño crepitaba como una anunciación
y en medio del desorden que adquiere lo viviente cuando
/se hace volátil
a su guarida se llevaba el viento la palabra arrumbada
con todo lo demás.


IV.

Horas en que se producen cambios en la organización
de las partículas
notas mínimas que solían componer los existentes:
la materia se vuelve así de inmaterial
y los fantasmas salen a recorrer la antimateria.
Y mientras una parte del cerebro se adormece
aquel brazo traslúcido, que sólo en la oscuridad
se animaba a ejecutar las órdenes del aminorado corazón
ahora se alza. Y qué importan las puertas, los goznes, las bisagras
sus sonidos se olvidan, son tan nimios para esa fuerza atávica,
esa pulsión viviente del fantasma despierto
cuando en las calles olvidadas la luz de las hogueras lo ilumina
mientras la vida en sus especies habituales oscurece.


V.

No, no preguntar, no en estas horas
en que lo fantasmal cubre las hojas de los vientos
y todo se lo arrebata
envuelto en una interminable sábana imperial
y una planicie áurea interminable veo por delante de mí
y así te veo ahora, en estas horas como si aquí nevara
y no es cierto
como si aquí un poblado nevado se estuviera incendiando
y no es cierto
como si aquí estuvieras, hablando como nunca lo has hecho
y no es cierto.
Ahora que el mundo material ha puesto en evidencia
su verdadero estado de disipación
y la entropía es una reina imperial ungida reina,
así te veo, atado al séquito de muerte.


VI.

En ascenso, sólo así serán las futuras migraciones
sólo así, en ascenso, sólo así
trabajosa ascensión
de las hormigas aprenderemos
de los primeros ocupantes milenarios aprenderemos
a caminar sobre cortezas
a trajinar la pesadez de una hoja
tantas cosas
tanto habrá por hacer
renacimiento después de la resurrección, marcha forzada.
Desde lo microscópico
se revela otra vez el fruto inalcanzable
otra vez lo imposible
el arrebato que se dejó de lado.


VII.

La distancia se ha tornado uniforme entre todas las cosas
y entre todas las sombras que las cosas arrojan
la distancia es la misma, la medirás en bruma.
Y la ausencia ha cobrado una rarísima materialidad de prójimo
y en este poco espacio
donde hay algunos pasos que no pueden contarse
y un camino migrante
y un pequeño desierto y una ascensión difícil
hacia arriba te irás, hacia la nueva libertad
a la aventura de otras formas de vida
así, como por caso
la de ser un insecto si se lo observa desde abajo
o una brizna volátil
que no piensa, no sabe, no contesta.


VIII.

Habría sido mejor hablarnos entre aldeanos, como aldeanos
cortar la leña, buscar el pozo de agua, abrevar un poco,
suele ser algo bueno ese derredor que arma lo verde
con unas casas al borde del camino para poder volver.
Habría sido mejor como los marineros, cada cual a su viento
cuando llegan a tierra cada vez
pareciera que todo podría volver a comenzar,
una inicial iluminada encabeza la primera palabra
después de la navegación.
Habría sido mejor dejar hablar a los guijarros y a la oruga
y a su borde difuso
y a las hormigas extenuándose
en cada una de todas las versiones.


IX.

Tarde dorada. Después de la clausura
se disparó del sol algo brillante
así es como quedó cegada toda idea posible
acerca de la realidad. Por sus vías de acceso
vimos cómo caía la sombra de los deambuladores.
Dicen que la última mano de obra del imperio
levantó en otra época
la proeza del vidrio hasta las grandes alturas:
casi nada se sabe de ese otro lado opaco
allá donde en un viejo tiempo se extendía
ilimitada la pradera celeste.
Casi nada se sabe
de los peces oscuros, habitantes oscuros
del otro lado de la transparencia, pero ah,
esa luminosidad que impacta en el reflejo
qué decidida luz, qué magnífico el rayo rebotando
todo demasiado intenso para esta fugacidad del breve paso.


X.

El polvo de los mapas saca a flote los restos
y la casa recuerda
vuelven a su memoria los días del pesebre
brillan como en natividad.
Y desde el alma del metal y del yeso
la cal viva olvidada, el fundamento
la resistencia de los materiales se sigue preguntando
qué se ha hecho del hilo que enhebraba las vidas
y qué fue de la tanza, y qué las cuentas
que el azar no las suelte, dales tu pensamiento
dales tu corazón, dales sentido.


* Nota de la autora.

La cuarentena se declaró un domingo. El viernes anterior había sido la presentación de mi último libro (Ángel de la enunciación, Barnacle, Buenos Aires, 2020). Una presentación mueve cosas, abre y cierra. Pero en este caso coincidió con el antes y el después de una forma de vida. También para esa altura del año, digamos hacia fin del verano, había llegado a su término un nuevo poemario que allí está, esperando ser publicado alguna vez, respirar al aire libre. Podría haberse producido entonces algún impasse después de esos dos textos y sin embargo no, sucedió lo contrario. Creo que la pandemia ha movido muchas cosas de lugar, ha desordenado y reordenado, lo hizo a muchos niveles y lo seguirá haciendo. A ese remolino también fue a parar mi relación con la escritura. He estado escribiendo mucho, más de la cuenta quizás y sin mirar atrás. Bueno, hace unos días pude hacerlo (me refiero a mirar atrás), y pude ponderar la presencia de una impronta fuerte: el marco existencial en que fueron generados. Que nos incluye a todos de muy diferentes formas (escandalosamente diferentes, diría yo, en relación a la situación socioeconómica, al país en que tocó en suerte vivir, incluso a la localidad) y también con algunos parámetros comunes, esos que en última instancia tienen que ver con las enrarecidas condiciones que hacen a la condición humana. Por otra parte, contando con esta nueva unidad de medida que es la distancia social, lo cercano se aleja, pero también lo distante ya no lo es tanto. A veces se vuelve muy próximo. Proximísimo. En medio de todo este movimiento, de este nuevo vértigo, puede que la escritura haga algún anclaje. Al menos, creo que en mi caso opera así. Aquí van entonces algunos de los poemas de esta serie.



Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Pcia. Buenos Aires)

Es licenciada en psicología, se dedica a la clínica y reside en CABA. Publicó siete libros de poesía y narrativa. Recibió varios premios en ambos géneros. Poemas suyos aparecen en diversas publicaciones virtuales.

Poesía
Ángel de la enunciación, Buenos Aires, Barnacle, 2020
Las razones del tiempo, Buenos Aires, Lisboa, 2018
En el bosque, Buenos Aires, Modesto Rimba, 2018
Persistencia de lo imposible, Premio Ediciones Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2015
La noche con su lámpara, Primer Premio Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires, 2014
Los panes y los peces, Buenos Aires, Primer Premio Ediciones De Los Cuatro Vientos, 2012

Narrativa
La venganza del clan de las banderas de acero (novela), Buenos Aires, Modesto Rimba, 2018. Mención Única del Premio Hydra de ciencia ficción y fantasía, La Habana, 2013

Antologías
Rapsodia. Ensamble de voces (poesía), Buenos Aires, Ediciones El Mono Armado, 2017
Antología del cuento fantástico argentino contemporáneo (publicada por el diario Página/12), Buenos Aires, Ediciones La Página, 2005

Links
Poemas. En Vallejo & Co.La ficción del olvido / Valknutr 
Entrevista. «La resonancia entre autor y lector…», por N. Igolnikov
Reseña de Las razones del tiempo. En Merece Una Reseña, por C. Archubi
En op.cit. «Antología de últimas lecturas»