A fines de 2020 la editorial Wolkowicz (Florida, provincia de Buenos Aires) presentó dos tomos de su colección Las extranjeras, dirigida por Liliana Lukin. Uno de los volúmenes reúne poemas de Muriel Rukeyser, Anne Sexton y Adrienne Rich, seleccionados y traducidos por Daniela Camozzi. El otro volumen está dedicado a textos de Denise Levertov, Diane Di Prima y Anne Carson, con selección y traducción de Sandra Toro. A continuación aportamos una lectura sobre la colección, acompañada por algunos poemas de las seis autoras norteamericanas.
Por Sabrina Barrego
Prefacio
Hace pocos días volví a ver la película Revolutionary Road (2008), dirigida por Sam Mendes, basada en la novela homónima de Richard Yates. Ambientada en 1955, la historia se centra en los sueños e ilusiones de una joven pareja, habitantes de un típico suburbio en la Norteamérica de posguerra.
El personaje femenino encarnado por Kate Winslet se llama April Wheeler, ronda los 30 años y es madre de dos niños pequeños. No logrando una carrera como actriz, deviene ama de casa con una economía y “domesticidad” supeditadas al trabajo tedioso (pero bien remunerado) de su marido. Huyendo hacia un nuevo escenario para comenzar de nuevo, lejos del «vacío irremediable» de su vida chata y repetitiva, aflora la idea de mudarse a París. En él mientras tanto, que va desde la violencia de la “normalidad” como una película de polvo adherida a todas las cosas, las frustraciones y la renuncia a los deseos individuales, los traumas del estilo de vida y del sueño americano que no fue tal, la condición de la época y la sombra de la locura (y, lo que es peor aún, de la psiquiatría) persiguiendo a cada individuo que se aparte de la norma, April se embaraza por tercera vez. El panorama es abrumador. Censurada por su pareja, una “mente sana”, digamos, un padre “normal”, esconde unas peras de goma, las mismas que se usan para sacarle los mocos a los bebés, en un armario, envía a la cría a lo de una vecina y así, sin más, una mañana como cualquier otra, luego de prepararle huevos revueltos a su marido, se hace un aborto casero y termina desangrada en la guardia de un hospital.
Yo no sé si el gesto estético (y político) de utilizar esta historia para introducir la selección de poemas traducidos por Daniela Camozzi y Sandra Toro en Las extranjeras (Wolkowicz Editores, 2020) sea motivado únicamente por los puntos (sueltos) y de contacto en este complejo entramado de historias. O se halle fuertemente filtrado por la coyuntura política de los días que atravesamos en el país por el tratamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Sea como sea, entiendo a la poesía como una forma de estar entre las cosas, como un horizonte de sentido entre la confusión general. Y estoy segura de que, como decía Maxine Kumin a propósito de Anne Sexton y ese socorrernos con su extremada franqueza, en momentos así somos muchxs quienes nos aferramos a los poemas como al Santo Grial. Por su parte, en “La educación de una poeta”, Muriel Rukeyser escribió “la poesía es compartir la experiencia de la vida, convertirla en algo y dárselo a otro”, ligando la palabra poética con lo vital, comprometiéndola con las luchas sociales y políticas de su época; lo que supone una interpelación a las palabras y a los silencios que resuena hasta la actualidad. Como quien deja un sendero de miguitas, señales precisas que deberemos cuidar de la voracidad de las aves.
Las extranjeras
Según la definición del diccionario, el adjetivo “extranjero” (masculino), dicho de un país, significa que no es el “propio”. Pero, tratándose de corporalidades como Muriel Rukeyser, Anne Sexton, Adrienne Rich, Denise Levertov, Diane Di Prima y Anne Carson, la ecuación se complejiza. A golpe de ojo podemos referir a la lengua anglosajona que las nuclea; podemos pensar, entonces, en una doble opresión en la circulación de sus textos (en tanto autoras mujeres y lesbianas y en cuanto a su traducción también, lo que ha condicionado las posibles lecturas en otros idiomas). En este sentido, explica Daniela Camozzi, con la antología se busca hacer una ampliación del mapa de versiones al castellano, en especial al argentino rioplatense, que se da de distintas maneras incluyendo la multiplicación de matices que ofrece la re-traducción. Luego aparece la cuestión de la tradición de la literatura norteamericana del siglo XX, con el periodo de las guerras como marca de fuego. “Mis temas y el uso que hago de ellos dependen de quien soy, de mi vida como poeta, mujer, estadounidense, judía”, afirmaba Rukeyser (llamada por Sexton “Muriel, la madre de todas nosotras”).
En “Personajes secundarios”, Joyce Johnson escribe lo siguiente: “SÓLO DEBEMOS TENER MIEDO DEL MIEDO MISMO, fue el eslogan más famoso de la segunda guerra mundial. Después de la guerra, sin embargo, en los años cincuenta, el miedo se apoderó de Estados Unidos: miedo a la Bomba, miedo a los comunistas, miedo a caer en desgracia o al mínimo cambio en el statu quo, miedo a la desviación y la diferencia…”. En ese contexto, “lo que se esperaba de las mujeres era que se casaran y que tuvieran hijos; que cuidaran de su hogar y de su marido; que trabajaran lo justo, sin dejar de lado nunca su casa” (Annalisa Marí Pegrum). Entonces, Anne Sexton irrumpe como “una de esas”, con textos, como explica Camozzi, sobre la experiencia de la locura y los intentos de la cura, sobre los rituales para el regreso. Desafiando a Dios, cometiendo el “pecado” de confesar más que nadie los detalles de su vida íntima, haciendo el “milagro” de fabricar árboles con muebles viejos (“A una mujer así no la creen mujer del todo /…/ A una mujer así nadie la entiende /…/ A una mujer así no le da vergüenza morirse”).
Lo interesante de esta selección es cómo se hace visible ese río subterráneo del que hablaba Kumin por el que viajan los poemas, y no solo los poemas, sino todo un entramado capilar de diálogos y resonancias entre las autoras. Una verdadera “lectura-escucha” de estos “cuerpos vivos y vulnerables que son los poemas; cuerpos delicados, compuestos por múltiples voces y resonancias” (Camozzi), poblados de antepasadxs, música, danza y balanceo, de visiones, de claridad, de dudas, de sexo, de juventud y de vejez, de diálogos y pactos, de locura, muerte y miedo. Y, también, de silencio. La materia vital de estas poetas está aquí, en sus textos, haciendo añicos despiadadamente tabúes y lugares comunes, cargados de coraje, de potencia, de desesperación. “Este es NUESTRO mundo”, le escribe “MS Dog” a “Max” en una dedicatoria. Lejos de toda terapia y fetichización de la experiencia, sino como amigas íntimas y aliadas en el oficio de leer y escribir. Como quien lanza “palabras-semillas, que vuelan a depositarse sobre la tierra negra” (Levertov).
Adrienne Rich, en “Sobre mentiras, secretos y silencios”, dice que hemos tenido “demasiadas mujeres poetas suicidas, demasiadas autodestrucciones, como la única forma de violencia que se nos permite a las mujeres”, pero también que escritoras como Sexton -conscientes en su sangre y en sus huesos de su “condición de mujer”- son unas supervivientes. Ella misma compone poemas que nos hablan de “la violencia arraigada en el silencio”. Poemas que me resultan difíciles de pensar sin las experiencias de carácter confesional de autoras que, de manera intuitiva acaso, encarnaron atrozmente la consigna “lo personal es político”, dando testimonio en primera persona de que el concepto de salud mental bajo el sistema héteronormativo patriarcal y capitalista es una práctica tortuosa contra las individualidades.
¿Y qué pasa con las chicas que se fueron de casa?
“Las que abandonamos el nido carecíamos de un modelo a seguir. No queríamos ser como nuestras madres, ni como nuestras maestras solteronas, ni como las curtidas profesionales que salían en las películas. Y nadie nos había enseñado a convertirnos en artistas o escritoras”, escribe Johnson, quien fue del grupo de jóvenes que huyeron de sus casas de modos bastante violentos, separándose de sus padres, que jamás comprenderían por qué las hijas que con “tantos cuidados” habían criado optaban, de repente, por una vida tan “precaria”, llegando al espantoso límite de institucionalizarlas. Las mujeres beat como Levertov y Di Prima son una especie de transición, un puente a la siguiente generación. Entonces digo “puente”cuando debería decir “camino”, en tanto condición material y como recorrido metafísico.
Oh hermanas perdidas de la luna
con la medialuna en el pelo y el mar bajo los pies deambulan
de azul velo, de hoja verde, de andrajoso chal deambulan
con la piel de oro y la cabellera en llamas deambulan
en la Avenida A y en la calle Bleecker deambulan
en la calle Rampart y en la Fillmore deambulan
con guirnalda de flores, con aliento enjoyado deambulan…
Canta Di Prima ya sea en comunidad con las “hermanas” y con los bienes comunes de la naturaleza y la experimentación y/o en la soledad bestial como recrea al poeta (a la poeta) Levertov:
El toro salvaje de la luna
que es el poeta
pasta solo
en una extensión de gotas infinitas de trébol rojo
empapadas de rocío
entre arpones de pasto
que son las palabras…
Pasando a través de los años y de la historia, aportando una visión crítica e interseccional, Adrienne Rich (junto a otrxs) abrirá los espacios “a las mujeres cuyas voces no se escucharon y que siguen sin escucharse en este mundo patriarcal (…) mujeres de todos los colores, identificaciones o clases…”. Y esto lo hace de maneras “compartidas y políticas” contra la hostilidad general; no como un “pinkwashing” de las viejas estructuras, ni mero extractivismo de las experiencias otras, sino como un empezar a ver, a nombrar y a vivir de nuevo, como potencia transformadora de la realidad socio-política.
este ojo
no es para llorar
su visión
debe estar despejada
aunque haya lágrimas en mi cara
su intención es la claridad
no debe olvidar
nada.
Muriel Rukeyser dice que ser judía en el siglo XX es llevar la sangre de aquellos que “resisten, fracasan y resisten”. En el otro extremo del mapa, Marina Tsvietáieva, quien conoció a su admirado Pushkin por el relato y la pintura de un duelo, lo primero que supo de los poetas es que a los poetas los matan y, agrega, además de matados, los poetas son negros y judíos. Al encarnar lo negro, lo gitano, lo judío (las subalternidades) como forma de orgullo y como gesto de resistencia se construye a sí misma como mujer que escribe (“no todas escriben”, afirma en “Cartas a la Amazona”, pero leen con todo el cuerpo, con todos los brazos, con todas las fuerzas).
Entonces, cuando hablamos de extranjeras, yendo de una punta a la otra del globo y del tiempo, para volver a la imagen inicial del texto, pienso en la figura de April muerta en una camilla, no porque ese fuese su deseo sino por no estar dispuesta a negociar –como tantxs no estamos dispuestxs a negociar, frente a todo riesgo– cómo seguir viviendo. (“Yo escojo lo que entra en mí; lo que se vuelve carne de mi carne”, declaraba la beat Marge Piercy). Pienso en ese “espíritu íntegro y fértil como garantía de cada libertad humana, su lucha por ser libre, su osadía de vivir para lo imposible”, que describía Muriel Rukeyser.
Me pregunto mucho por el verdadero exilio, por ese territorio del que las mujeres y las otras corporalidades aún hoy no tenemos soberanía que no es ni más ni menos que nuestro propio cuerpo. “Mis preguntas no eran originales”, diría Anne Carson, apelando siempre a la intertextualidad. Y quizás sea por eso que sigamos leyendo y traduciendo estos poemas tratándose de canciones, de mantras, de rezos.
Mendoza, 29 de diciembre de 2020
Poemas de Las extranjeras
Muriel Rukeyser
Traducción de Daniela Camozzi
POEMA PÁGINA EN BLANCO PÁGINA EN BLANCO POEMA
Poema página en blanco página en blanco poema
algo fluye de un cuerpo en oleadas
algo comienza en la punta de los dedos
empiezan a dar testimonio de mi vida
toda la desesperación y la música
algo como una ola y después otra
que rompe en la costa
algo que concentra la vida entera
en este instante
pequeñas olas que se concentran en la página en blanco
algo como una luz que resiste y que está viva
POEM WHITE PAGE WHITE PAGE POEM
Poem white page white page poem
something is streaming out of a body in waves
something is beginning from the fingertips
they are starting to declare for my whole life
all the despair and making music
something like wave after wave
that breaks on a beach
something like bringing the entire life
to this moment
the small waves bringing themselves to white paper
something like light stands up and is alive
Anne Sexton
Traducción de Daniela Camozzi
UNA DE ESAS
Anduve por ahí, bruja poseída,
aceché el aire negro, de noche más osada;
soñé con el mal, hice de las mías
sobrevolé las casas bajas, fui de luz en luz:
sola de mí, con mis doce dedos, desquiciada.
A una mujer así no la creen mujer del todo.
Yo fui una de esas.
Encontré refugio en las cuevas del bosque,
las llené de sartenes, figuras, estantes,
armarios, sedas, un sinfín de objetos;
les serví la cena a los gusanos y a los elfos:
lloriqueé un poco, acomodé cada cosa.
A una mujer así nadie la entiende.
Yo fui una de esas.
Viajé en tu carreta, con vos al mando, y agité
los brazos desnudos al pasar por cada pueblo,
aprendí las últimas rutas brillantes, sobreviví
a tus llamas que aún muerden mi muslo
y mis costillas se quiebran donde giran tus ruedas.
A una mujer así no le da vergüenza morirse.
Yo fui una de esas.
HER KIND
I have gone out, a possessed witch,
haunting the black air, braver at night;
dreaming evil, I have done my hitch
over the plain houses, light by light:
lonely thing, twelve-fingered, out of mind.
A woman like that is not a woman, quite.
I have been her kind.
I have found the warm caves in the woods,
filled them with skillets, carvings, shelves,
closets, silks, innumerable goods;
fixed the suppers for the worms and the elves:
whining, rearranging the disaligned.
A woman like that is misunderstood.
I have been her kind.
I have ridden in your cart, driver,
waved my nude arms at villages going by,
learning the last bright routes, survivor
where your flames still bite my thigh
and my ribs crack where your wheels wind.
A woman like that is not ashamed to die.
I have been her kind.
Adrienne Rich
Traducción de Daniela Camozzi
TRADUCCIONES
Me mostrás los poemas de una mujer
de mi edad o más joven
traducido de tu lengua a la mía
Aparecen ciertas palabras: enemigo, horno, dolor
me alcanzan para saber
que es una mujer de mi tiempo
obsesionada
con el Amor, nuestro tema:
lo aferramos como hiedra a nuestros muros
lo horneamos como pan en nuestros hornos
lo llevamos como plomo en los tobillos
lo seguimos con binoculares como si fuera
un helicóptero
que le trae un bocado a nuestra hambruna
o el satélite
de una potencia hostil
Empiezo a ver a esa mujer
ocupada en sus cosas: revuelve el arroz
plancha una pollera
se queda escribiendo hasta el amanecer
busca un número
para hacer una llamada
en el cuarto de un hombre
el teléfono suena, pero nadie atiende
ella lo escucha decirle a otra:
no te preocupes, ya se va a cansar;
lo escucha hablarle de ella a su hermana
que así se convierte en su enemiga
y que un día también va a iluminar
su propio camino hacia el dolor
sin saber que esa forma de la pena
es compartida, innecesaria
y política
TRANSLATIONS
You show me the poems of some woman
my age, or younger
translated from your language
Certain words occur: enemy, oven, sorrow
enough to let me know
she’s a woman of my time
obsessed
with Love, our subject:
we’ve trained it like ivy to our walls
baked it like bread in our ovens
worn it like lead on our ankles
watched it through binoculars as if
it were a helicopter
bringing food to our famine
or the satellite
of a hostile power
I begin to see that woman
doing things: stirring rice
ironing a skirt
typing a manuscript till dawn
trying to make a call
from a phonebook
the phone rings unanswered
in a man’s bedroom
she hears him telling someone else
never mind. she’ll get tired—
hears him telling her story to her sister
who becomes her enemy
and will in her own time
light her own way to sorrow
ignorant of the fact this way of grief
is shared, unnecessary
and political
Denise Levertov
Traducción de Sandra Toro
vi
Hacer poemas es encontrar
una silla vieja en la banquina
y llevarla a casa,
al altillo;
un caballo perdido en el lago,
un barco extraviado en la maleza de la orilla,
fosforescente.
Y luego, en la mecedora rota,
despegar —¡hacia la realidad!
Al reino de la Ambrosía y el pan duro
no se llega arrastrándose.
Recién cuando los pies empiezan
a bailar, cuando la silla
rechina y galopa,
se abren las puertas
y nos
………descubrimos
adentro
del reino sin rey.
vi
To make poems is to find
an old chair in the gutter
and bring it home
into the upstairs cave;
a stray horse from the pound,
a stray boat on the weedy shore,
phosphorescent.
Then in the broken rocking chair
take off —to reality!
Realm of Ambrosia and hard crusts
earnest trudging doesn’t lead to.
Only when feet begin
to dance, when the chair
creaks and gallops,
do the gates open
and we
discover ourselves
inside
the kingless kingdom.
Diane Di Prima
Traducción de Sandra Toro
SUEÑO: la Loba se revela
ella vino
a cazarme; a ella también la arrastraron acá abajo
atada como una presa. Y después la soltaron,
la cazada se volvió cazadora. Vino
por laberintos de piedra gastados por sus pasos, vino
al trueno asombroso & al tambor de su
Nombre, el MANTRA DE LA LOBA, resonando
entre los muros planos de laja
las huellas
los pasos de la Loba
la Loba
tamborilearon. Vino a cazar, pero no me quedé
a que me cazara. En lugar de eso
me fui otra vez. en silencio
con los chicos a la rastra.
DREAM: The Loba Reveals Herself
she came
to hunt me down; carried down-ladder trussed
like game herself. And then set free
the hunted turning hunter. She came
thru stone labyrinths, worn by her steps, came
to the awesome thunder & drum of her
Name, the LOBA MANTRA, echoing
thru the flat, flagstone walls
the footprints
footsteps of the Loba
the Loba
drumming. She came to hunt, but I did not
stay to be hunted. Instead
wd be gone again. silent
children in tow.
Anne Carson
Traducción de Sandra Toro
ELLA
Vive en un páramo en el norte.
Vive sola.
Allá la primavera se abre como una navaja.
Viajo todo el día en trenes y llevo un montón de libros
—algunos para mi mamá, algunos para mí—
entre ellos las Obras completas de Emily Brontë.
Es mi autora preferida.
También mi miedo más grande, que pretendo enfrentar.
Cuando visito a mi mamá
me convierto en Emily Brontë,
con mi vida solitaria rodeándome como un páramo
y mi cuerpo desgarbado tropezando en los lodazales
……….con un aire de transformación
que muere en cuanto llego a la puerta de la cocina.
¿Qué carne es, Emily, la que necesitamos?
SHE
She lives on a moor in the north.
She lives alone.
Spring opens like a blade there.
I travel all day on trains and bring a lot of books—
some for my mother, some for me
including The Collected Works Of Emily Brontë.
This is my favourite author.
Also my main fear, which I mean to confront.
Whenever I visit my mother
I feel I am turning into Emily Brontë,
my lonely life around me like a moor,
my ungainly body stumping over the mud flats
with a look of transformation
that dies when I come in the kitchen door.
What meat is it, Emily, we need?