En la Avenida Charly García. Dossier

Los ritmos del cuerpo

Artículo sobre Acerca de Clics modernos, de Oscar Conde (Buenos Aires, UNIPE Editorial Universitaria, 2019)
Texto de presentación del libro, realizada en la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE), el 26 de febrero de 2021.


Por Carlos Battilana

Siempre me gustó de Charly García lo que su música hacía con mi cuerpo: moverlo, transportarlo hacia una dimensión donde el estremecimiento y la vibración eran el estado natural. También me gustan sus letras. Sin pretensiones puristas, sin desdeñar la lógica discursiva del género que no puede extrapolarse de modo liso al reino de la lírica, sin añorar ninguna autonomía poética, Charly García lograba condensar en unos pocos versos situaciones que sintonizaban con la época. El abanico de sus letras es amplio. Incluye momentos de lirismo alucinado como “Eiti Leda” a registros poéticos transparentes como “Estación”. Pero García exploró, además, las delicias del ingenio retórico como visión y síntesis cultural. Siempre fascinó el magnetismo de su figura, capaz de transmitir arriba del escenario o en una simple entrevista algo de su singularidad artística enlazada a las zonas más potentes y urticantes de la cultura argentina. La constitución de un ethos, en el caso de Charly García, atravesó diversos momentos hasta volverse lo que se denomina un ícono, una reserva de sentido que no se termina de agotar.

¿Qué me gusta de este libro de Oscar Conde?

Por un lado, la descripción de un hecho crucial del rock argentino: la experiencia que va del registro intelectual al corporal. Charly García resignifica una dimensión fundamental en la tradición del género: el rock bailable. Al parecer, el cuerpo había quedado aletargado entre el mensaje contracultural de los primeros años 70 y los guiños elaborados durante la siniestra noche militar. Con la creación de Clics modernos -ese disco bisagra-, García propone desentumecer los cuerpos petrificados. Mediante letras críticas luego del yugo de la represión, el cuerpo empieza a moverse como una actitud desafiante. Aquí la escucha no recurre a la serenidad ni a la quietud de la dilucidación intelectual sino a la vibración de un cuerpo que exteriorizaba la ira para habilitar la dicha del movimiento. Sin tratarse de letras de protesta en un sentido clásico, García hace protestar a un cuerpo congelado o inmovilizado durante casi ocho años, entonando letras que tenían un evidente contenido político como “Los dinosaurios” y “Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)”.

Por otro lado, este libro me recuerda pasajes de mi propia vida. Protagonistas anónimos de una nueva experiencia política y cultural, alejados para siempre del terror que desde el poder inocularon a quienes habíamos cursado el secundario, este libro nos devuelve de manera documental a aquellos años, a los hechos artísticos que nos hicieron vibrar. Por eso el año 1983, incluido en el título de este libro, es una cifra saturada de significación. 1983 condensa algo por lo que Charly García pregonó antes, durante y después de aquel año: la afirmación de la libertad individual y colectiva. Como dice Oscar Conde, no es casualidad que “Inconsciente colectivo”, incluido en Yendo de la cama al living, sea el tema con más versiones de su producción. En esa canción, García denunciaba la represión y la censura, y reivindicaba abiertamente la libertad como objeto esencial del corazón.

Como se sabe, Marshall Berman definía a la modernidad como una experiencia. Una experiencia de agitaciones y turbulencia, vértigo y embriaguez psíquica y una atmósfera llena de paradojas y contradicciones expresadas a través de la ironía. La modernidad como las piedras que parecían sólidas y que se desvanecen en el aire. En todo caso, la modernidad que propone García en Clics modernos puede contener aquellos elementos descriptos, pero sobre todo la suya es una experiencia sonora en la que el cuerpo urbano comienza a palpitar de otro modo. Salvando las diferencias artísticas e históricas, podemos establecer una suerte de analogía. Así como Victor Hugo percibió un “estremecimiento” nuevo al publicarse Las flores del mal, libro con el que se iniciaba una era distinta para la poesía, en Clics modernos sucede también un estremecimiento flamante para nuestro rock. A partir de esta obra, ya nada será igual. Se abría un rutilante imaginario sonoro. Clics modernos es de esos discos ineludibles porque resulta imposible simular su inexistencia. Un disco que no se puede obviar. La dicotomía “progresiva” o “comercial” es un debate histórico que acaso, en algún punto, resuene en Clics modernos, y que García resuelve en su apuesta por el pop. Se podía ser masivo y brindar un contenido político consistente. Se podía ser masivo y apostar por la calidad. Se podían mover los pies, vibrar con el cuerpo y elaborar letras que hacían de la agudeza y la condensación un radar de época. Clics modernos sintetiza la frescura de un sonido que desmantela un registro solemne del rock argentino y que, como bien apunta Oscar Conde, a menudo pecó de dogmático. Es cierto que ya Virus y Los Twist, con distinta impronta, comenzaban a desentumecer la circunspección del rock local. Clics modernos tiene la densidad de las obras artísticas que dejan una marca indeleble. Con este disco, Charly García reflexiona en nuestro ámbito cultural sobre el propio rock -sin un gesto adusto ni un afán proteccionista de conservación- con la energía de quien proyecta algo nuevo, algo inolvidable, justamente por un inmenso amor al género.


Carlos Battilana. Poeta y crítico literario, Licenciado en Letras por la UBA. Es docente universitario, especializado en Literatura Latinoamericana. Forma parte del staff de op.cit.