Transcurre lento*
Inéditos
Cábala ‘97
Apartada del canasto de mimbre
una naranja brilla sobre la mesa
El equipo va a ganar
si la dulzura de la fruta
se adhiere al paladar
y ninguna semilla ataca
la garganta de papá
Copiloto
El colectivo de línea zarandea
la estabilidad del auto rojo
Cumplo el propósito del copiloto:
saco tema
selecciono la música
advierto al conductor cuando se distrae
Manipulo el celular
como un diseñador que decide
cuál es el color adecuado
para una ciudad que se pierde en la altura
Que vuelvan los lentos
Es nochevieja en el planeta
los perros andan zombis por la ciudad
“el cielo nos odia”, ladra uno
En los hogares se come y se acuerda
qué medidas tomar el próximo año
La casa de un amigo piola
regala al viento canciones de una generación
que un día va a colapsar
“La felicidad ja ja ja”
Una versión niña de
mamá le decía a la
abuela Pepa:
“estos sí que son felices:
tienen una planta de mandarinas
y televisor
(para hacerlas crecer en colores)”
A flote
A medida que
los pescadores se retiran
los dorados suben al río
En la orilla
un chico repite movimientos
sacados de una serie de moda
un bicho aletea y desaparece
en el cielo
Por el este
se aproxima un frente frío
a su modo nuestros padres
lo suponen
todo lo que prometimos transcurre lento
* Nota del autor.
Desde muy joven, la pasión por el Club Atlético Colón se constituyó en uno de los pilares de mi identidad. Ser sabalero, además de la visión resultadista o meramente futbolística, es incorporarse a símbolos, tradiciones y costumbres del laburante que habita el Barrio Centenario. “Cábala ‘97” opera sobre el vínculo emocional con mi padre a partir de la sedimentación de las experiencias que fui adquiriendo como hincha de Colón, desde las escuchas en la radio y las primeras idas a la cancha en el Ascenso de 1995 a Primera hasta la Final de la Copa Sudamericana disputada el año pasado. La naranja simboliza y actualiza el vínculo padre-hijo, la tradición hecha sangre… ¡y luto!
“Copiloto” es la versión aparentemente más naif de la conexión padre-hijo. Me acuerdo perfectamente que era una mañana en la que acompañé a mi viejo (Héctor) a la verdulería. El auto familiar, adquirido en un plan de financiación hace más de 20 años, es un Twingo rojo. Una joyita… que hasta el momento no aprendí a manejar. Para mitigar la culpa de ser el cómodo que no maneja o por tener vía libre para habilitar otras acciones, cuando salgo con mi viejo me siento un copiloto que tiene a su cargo el orden emocional del viaje: la charla, la música y la atención. En el medio de la supuesta desconexión y el cuelgue tecnológico, hay algo que nos une y es mucho más grande que estar uno al lado del otro.
Una de las funciones más importantes que, creo, tiene la poesía es atesorar algo que, de otra manera, podría perderse. Cuando escribo un texto (y lo leo en reiteradas ocasiones), la idea se fija y empieza a ser parte mía. Mi madre, Graciela, es una mujer con mucha memoria. Puede recordar desde detalles de la ropa que usaban en la infancia hasta cómo fue la trágica noche cuando la siniestra dictadura cívico-militar desapareció a sus hermanos. Entre ese vasto caudal de imágenes, hay una postal que me generó mucha ternura. La idea de imaginar a mi mamá como niña y a mi abuela joven me parece muy potente. Sumado a eso, que la felicidad tenga fórmula y sea producto de la conjunción de naturaleza y tecnología es, cuanto menos, visionaria. “La felicidad ja ja ja” es un regalo al ingenio enorme de una mujer fuerte, honesta, frontal y muy imaginativa. Ahora que lo pienso, debe tener alguna explicación el hecho de que los poemas en donde intervienen mis padres sea a través de la conexión con un cítrico: mandarina y naranja.
Entre el capricho que caracteriza a mi memoria en períodos de producción, sí puedo decir que tengo presente (y resulta demasiado obvio por ser la temática del texto) cuándo surgió “Que vuelvan los lentos”. Era Navidad o Año Nuevo de 2016, me arriesgo a afirmar. Entre sensaciones como euforia, angustia y felicidad, me imaginé cómo sería un Año Nuevo con perros zombis que se rebelaran a la pirotecnia. Podría decir que es un poema político porque sienta postura sobre algunas cuestiones: mi desprecio hacia las consecuencias de los fuegos artificiales (contradictorio con el aroma a infancia que me trae el asunto); la familia como una convención social y la decisión de repartirse en las fiestas como un pacto a renovar cada año; escuchar música con lxs amigxs cuando uno tiene más de 30 como el paraíso o el refugio mientras afuera reina el apocalipsis; y la generación como algo endeble, a punto de romperse en cualquier momento. El título nace de una frase que me gusta mucho y que en algún momento vi incluida en una suerte de meme acompañado por una foto de Riquelme. ¡Que vuelvan los lentos, obvio!
“A flote” es el poema que más recuerdo de esta selección. Básicamente, porque es un poema de desamor. El disparador fue el fin de una breve relación, de la que no quedó ningún registro fotográfico. En su versión original de diciembre de 2013 decía: “No tuvimos una foto juntos como prometimos”. Lo trabajé en el taller de José Villa en el marco del FIPR 2015. José me dijo que era un poema con rasgos expresionistas. A medida que la herida fue sanando y, en definitiva conocí a mi compañera actual, anduvo por otros talleres y se fue desprendiendo de la asociación inicial, y el espíritu del texto (la despedida) empezó a convivir con otros rasgos que me gusta pensar como “cinematográficos”. El escenario siempre fue el mismo: la Costanera de Santa Fe. Pero aparecieron personajes nuevos: los pescadores, los dorados, un chico, un bicho, nuestros padres. Y el yo del macho dolido dio paso a un nosotrxs enigmático y lleno de dudas.
Leonardo Pez (Santa Fe, 1986)
Estudió Ciencias de la Comunicación, orientándose hacia el periodismo y la música. Además de ejercer la docencia, escribe para diversos medios (entre ellos, es colaborador de la sección «Escenario y Sociedad» de El Litoral), y conduce junto a su hermano Guillermo el programa de radio Peces en el Aire (FM Aire de Santa Fe). Sus poemas integran publicaciones provinciales, nacionales e internacionales.
Poesía
Bursinia, Santa Fe, Corteza Ediciones, 2014
Ricardo, Santa Fe, La Gota, 2015
¿Querés un mate?, Diálogos e-pistolares, Santa Fe, Ediciones UNL, 2012
Links
Poemas. En Poetas Siglo XXI
Artículos del autor. En El Litoral
Entrevistas. «Dos voces queriendo…», por E. Giménez Corte / «Cartas que vienen…», por J. Almará
Audio. En La Trama / Días de Independencia