Javier Galarza (1968-2022): La religión Hölderlin – Dossier

Selección de poemas y otros textos de Javier Galarza

Javier Galarza 2012. Foto: Marisa Negri

No somos contemporáneos, antología


De El silencio continente (2008)

(UN SUSURRO EN LA MANSIÓN DEL SILENCIO)

guarecer un secreto. guardarlo y resguardarlo. mantenerlo
como un susurro en la mansión del silencio.

abrevar allí donde resiste lo no dicho, lo impronunciable.
resguardar también al equívoco como posibilidad.

ese espacio nos interpela desde lo que se retira.
está allí y no. es la pregunta. tal vez la poesía misma.

ese reto de misterio.

cuando eso que se retira nos da un nombre.
eso mismo que se va nos funda. nos dice.

al partir.


RETORNO A CASA

(Variación sobre un tema de Hölderlin)

descargar las valijas hacia esta extrañeza:
…………………..la de volver

porque cada lugar abandonado nunca vuelve a ser el mismo
porque toda partida es para siempre

porque en cada retorno todo está en su lugar
más aún así algo cambia imperceptible

¿qué débil muerte brilla allí,
en eso que es sugerencia y detenimiento, quietud:

un par de zapatos
una muda de ropa interior junto a una valija?

tras la hora del rocío, apenas la alegría de los perros
ante el retorno del viajero

ventanas húmedas permeables al anuncio de tormentas
el Todo es la dicción pura de una interioridad

retornar siempre a ese lugar donde no se cesa de no partir
siempre nunca volver siempre nunca no cesar de no volver


De Reversión (2010)

hogar

bendito
el que incendia
su casa
y canta
sin resguardo
puesto que arde
sin construirse


reversa

el camino
que deshicimos
al andar
lo que perdimos
retorna
como perros
de
otra
lluvia


De Refracción (2012)

insiste

algo
crea
un caudal
de verdad
en eso
que retorna
diferente
cada vez


apaga

no me
preocupa
perder / me
nunca
quise
conservar
algo
que
se pareciera
a mí


final

vamos
que
no incendiaste tu casa
ni cantaste sin resguardo
para dejarte morir
en el sagrario
de una obra


De Lo atenuado (2014)

La hendidura

Algo en la alternancia
entre los colores de la tinta
y la hendidura certera
de la pluma sobre el papel,
lo blanco. Sea la pluma,
el canto o la voz, como el eco
que vuelve con el viento,
y sea esta luz también
que alumbra las aperturas
del mundo, aún en la noche,
el estilo o estilete que rasga
el blanco de la hoja.


Qué te dolió más

Vivía. En tanto el mundo tiene un resto de sentido que
aún te huye. El nirvana, lo eterno de la inacción o la nada
misma. Hacia dónde la vida, como el río a un cuerpo, lleve.

¿Cuál es la insignia de tu guerra? Aunque en la poesía
siempre sea. La guerra. Aunque en el lenguaje. Siempre.
(Pólemos como tensión generadora, etc.)

Cuerpo, decodifica los estímulos. No hay un saber sobre el
cuerpo. No hay. Un saber. Apenas ese otro que nos dice, que
no termina de decirnos. Que no termina de no. En cada
encuentro, en cada des.

Qué te dolió. El primer golpe. O la primera caricia.


Tu nombre

Vi las calles besadas
por tu olvido,

tejiendo lechos de hojas
para el otoño.

Juegan,
junto a los chicos
que fuimos,

entre los restos
de la estación.

Vuelvo a mi sombra,
donde no vuelvo.

*

A la hora en que el mundo
callaba su secreto…

¿Qué caía con tu nombre?
¿Temblaba donde no estabas?

¿Qué cantabas a veces
y en qué idioma

siempre

tan lejano?


Tus dialectos / insitu /

Intento ganar tu lenguaje para el mundo.

Te sitúo, ardo en tus dialectos, en los sobrantes
de tu alfabeto y en las palabras de tu espera.

Abarco tu mímica con el paso lento
con que se derrama

la gramática de tu cuerpo.


Tu cesura

Calla, entre un punto y otro,
entre un poema y su silencio,

lo escrito nos instaura
en tanto brecha.

Intento tu lenguaje
donde me perdí
por mucho menos.

Que tu nombre sea ese hiato
entre lo aprensible
y lo indescifrable del mundo.


Odres

Algo falló a la salida de Cafarnáum.
Preguntaste si aún llevaba los dones conmigo.
“No lo sé. Tengo el barro, los odres y las tinajas”.
Dijiste que sólo el vacío de los cuencos era real.
Me pediste un abrazo.
No porque todo se desmoronara.
Sino a pesar de eso.


Concernido por lo improbable

Quién faltó en los espejos,
y derrochó las limosnas,
y se rehízo en base a nada,
para esperar la mañana en los andenes,
y hacer fuego de sus prisiones,
no será quien hable, no quien escriba aquí.
Porque se buscó donde no estaba,
y por sustracción actuó,
y por fidelidad traicionó cada juramento.
Qué no soñó perder, qué no soñó,
ese, que no obstinó en preservarse,
ni en retornar donde no estaba.
Ese, nada temió que no ocurriera,
nada soñó que no estallara,
nada sembró fuera de su guerra.
Como un hostal de su aventura,
o un colapso de rieles, ese, ese no, ese mismo,
no se pierde porque no se pertenece,
no se salva porque no se quiere perpetuar,
no teme perder porque está perdido,
se da porque no se tiene.


Canción de la noche

Como un animal viejo que se aparta de la manada
busco un lugar sabio donde morir. Sea la noche,
los cazadores sean,
este pulso de la vida en un fusil,
y sea el perro, la versión doméstica del lobo,
qué más sabe el zorro por viejo,
qué solo bien se lame el buey;
un animal enfermo atisba donde caer y aúlla:
como un animal viejo
que se aparta de la manada
busco un lugar sabio donde morir,
para tender restos a la vera de un camino, nieve
en espera de los glaciares y la lluvia de milenios,
para volver a la tierra y ya no pelear,
apenas un crujido de huesos
al costado de la vida,
que venga la ceguera, que venga,
que entre la noche, que entre.


De Chanson Babel (2017)

Efecto invernadero

Con el cambio climático,
las especies migratorias
se ven afectadas,
porque los indicadores varían
y confunden los períodos
en los que deben partir,
‘así estás vos’, me dice N., ‘como los pájaros
cuando se derriten los polos ’,
porque sufrí una caída mientras
intentaba subir por un callejón
y mi cuerpo quedó dislocado,
listo para no dejar de caer.
Es cierto, pierdo mi brújula,
dejo de hibernar en forma prematura
o doy frutos fuera de estación,
esto lo debí cantar en primavera,
pierdo mi norte,
las cosas caen por su propio peso,
del verbo ‘cadere’ (caer o suceder),
similar al verbo ‘caedere’ (matar
o hacer morir),
la caída en el Génesis
es lo que nos priva de un lugar seguro,
reptar, arrastrarse sobre el propio vientre,
tentarse y sufrir el castigo
o tomar conciencia de la desnudez,
solo lo prohibido
nos alienta a continuar
o hace lugar al deseo
y cada uno pone un precio
a la medida de su transgresión.
Decenas de pájaros colisionan cada día
contra los cristales de los edificios.


Disociación

Los procesos de despersonalización
incluyen insomnio, ansiedad,
vértigo y extrañeza.
La sensación de estar viviendo en un sueño.
¿Es Zhiangzu soñándose mariposa
o una mariposa sueña que es Zhiangzu?
Enseña el Tao que el cielo es permanente
y la tierra durable.
Ambos perduran porque no viven para sí mismos.
Para preservar algo es mejor no aferrarse.
Todo filo se desgasta.
Cuando oro y jade cubren el vestíbulo,
más fácil es arrebatarlos.
Los bienes y los honores acarrean la destrucción.
Cuando hay puertas y ventanas en una casa,
es el espacio vacío
lo que nos permite atravesarlas.
Quien sabe actúa sin actuar
y enseña sin palabras.
Esto enseña el Tao del cielo.


Ecolocación

Intento saldar esa brecha
entre contemplar tu extrañeza
o pertenecer a ella:
habitar tu comprensión
o hacerme un lugar allí;
no quiero diferir
porque cuando lo hago me pierdo.
La ecolocación o biosonar
es la capacidad que poseen algunos animales
de conocer el entorno
a través de la emisión de sonidos
o al descifrar el eco que producen los objetos
en torno a su desplazamiento.
Todas esas mañanas de desesperación
necesité que alguien me llamara
para decirme quién era yo.
Mis ojos fallaban y debía desarrollar adaptaciones.
‘desfalleciente,
abandonado de Dios’,
como hubiera escrito el peregrino Johann Scheffer,
‘más de mil veces nació aquel en Belén
pero nunca en mí’,
¿cómo no iba a estar perdido?
Vaciaba los blísteres
y la mañana invertía los espejos
hasta hacer confortable
la calma posterior al pánico.
Tropezaba, chocaba contra los objetos;
Buscaba puntos de orientación por resonancia.
El sonar de los barcos está basado en este principio,
podría ser un medio de localización acústica,
allí donde el radar emite ondas,
el sonar utiliza impulsos sonoros.
Para Heráclito, cuando lo oscuro
marca el predominio de la humedad,
el invierno acontece.
Un golpe de luz
en la mañana de los días por venir.
La multiplicidad de caminos
extendida hasta la cancelación.


Decantar

Para Mijail Bajtin ‘la lírica solo vive
gracias a la confianza en un posible
refuerzo coral’,
lírica como espera de otra voz,
un movimiento hacia el otro,
lo ‘prosaico’ entonces
sería eso que carece de emoción.
Pero silbar solo en una calle
deshace los géneros literarios;
comer, dormir, caminar en invierno,
el deseo de abrigarse,
eso es tejer,
eso es escribir;
‘texto’ deriva del verbo latino ‘texere’:
tejer, trenzar, entrelazar.
En el principio escribir fue cifrar,
rasgar una piedra o el barro,
para grabar algo
de carácter religioso o funerario,
incisiones sobre el lodo fresco
o sobre tablas de madera,
pero un hombre que silba en un callejón
nos recuerda que ‘cantar’
significa ‘coser canciones’.


Poema para Miroslav Tichý

La obra no consciente de sí misma.
Aquel consejo de Osip Mandelstam:
‘hacer a un lado el texto principal
y guardar lo escrito en los márgenes’.
La captura del instante,
algo del orden de lo que no perece
ni perdura. Estados de suspensión.
La consiga de Rimbaud: ‘fijar vértigos’.
No, no fue Miroslav Tichý un vagabundo
que construía sus máquinas de foto a mano,
con cartón, latas y cinta adhesiva;
no revelaba y enmarcaba las fotos
con desechos que juntaba de la calle.
No fotografió mujeres checas,
pequeñas postales voyeur del deambulador.
No agradezco su merodeo
en torno a las piscinas de Praga,
todas esas estampas imperfectas que el tiempo
y el anonimato hubieran arrebatado.
No vivió Miroslav entre 1926 y 2011.
Miroslav no ‘miró’. No ‘cartoneó’.
No es el arte un daño colateral.
Ni duele esta noche escribir estas palabras.


De Für Alina (2018)

Disolución. La enfermedad

Pronto Alina me confesó que sufría
de disolución progresiva,
enfermedad que no tardé en contagiarme,
cuyos síntomas ocasionaban
invisibilidades y afantasmamientos;
los estados febriles propiciaban
conversiones religiosas
y visiones varias.
Pronto establecí conexiones
entre su fragilidad psíquica
y la piel blanca y destructible:
Alina era una criatura dañable por el sol,
situaba mis coordenadas
en el espacio exacto
entre la inocencia
y la perdición.
Nuestra consistencia apenas medía
en las balanzas, no aceptábamos
significantes que nos organizaran.
Ningún poder podía escribirse
sobre nuestros cuerpos.
Estábamos perdidos,
no inscriptos
y por eso mismo
desesperados.


El tono del eclipse

El tono del eclipse llena el mundo
de sombras, forma de Alina
recortada contra las paredes.
El sol y la luna devorados
por las bestias que antaño
aterraban a nuestros ancestros.
Alunada, Alina me pide
que la desconozca.
La gente está en las plazas
y en los techos.
Querida Alina, no hemos dejado
de mirar las estrellas con nostalgia,
donde la vida o la muerte
podrían ser un efecto de luz.


El estallido del cometa

Como el milagro invertido de la luz
sobre un pesebre,
un cometa se desintegra
sobre nosotros.
Y algo más se apaga
desde este silencio
que nos encuentra refugiados
en una casilla a medio construir.
“Yo podría haber sido otra”, dice Alina,
empequeñecida por el frío.
“Soy otra en algún lugar,
todos podríamos
haber sido otros,
somos otros
en algún lugar”.


La mariposa muerta

“Es la miseria lo que me impide darlo todo”,
predicó Alina como una pequeña loca de Asís,
“Si sabemos disolvernos,
podremos terminar
con la idea de un yo y de un otro”.
Y agregó:
“La gente aprende cosas como quien,
con precisión de entomólogo,
atraviesa a una mariposa
con un alfiler.
En cualquier cosa que entiendan
habrán perdido el vuelo”.


Desaparecer

Alina, estamos desapareciendo,
te veo suave, pálida y liviana
como una pluma,
se diría toda de algodón,
que no lleva huesos,
nos apagamos como velas tras un ritual,
aliados al llamado
del silencio sobre nosotros.
“Decime que vas a robar mi cadáver
cuando ya no me puedas acariciar”,
pide y dice:
“Si un día mis ojos se apagan
voy a susurrar en tu guitarra”.
Tiembla otra vez junto a mi cuerpo
y a punto de dormirse repite:
“Yo podría haber sido otra,
todos somos otros en algún lugar”.
Desaparecer tras el estallido del cometa.
Estamos desapareciendo.


Las plazas en otoño

Recuerdo la plaza de noche
y la calesita rota entre hojas secas,
el mundo giraba hasta marearnos,
dábamos vueltas tan fuertes
que temimos abandonar nuestros cuerpos,
una vuelta y otra y otra más
y más allá nuestras huellas en el arenero,
las hamacas vacías meciéndose en la tarde.
Como si pudiéramos habitar ese vértigo,
giramos con el mundo, yo recuerdo.


Estremecimiento

Ama lo que sabe temblar en el invierno,
las vidas no transcurridas,
los residuos de las palabras,
las cosas incompletas,
las promesas
y el olvido.
Caminamos a un costado de la ruta,
el aire tiene grillos y canciones
y cualquier lugar queda lejos.
Luces de automóviles cortan el aire con violencia,
hacemos dedo, nos detenemos por un instante
y seguimos caminando. Dónde irán a dar
nuestros huesos cansados,
esta ceremonia de buscarnos.
Los cementerios tienen
rumor de eternidades
donde nos prometemos el silencio.


Donde comienzan los caminos

Es hora de partir.
¿Quién hará las valijas
en nuestro silencio?
Llovizna de verano,
el tren que nos pierda
nos regalará una postal:
vagones oxidados junto a las vías.
Te duchás llorando.
¿Vas a acunarte
sola para dormir?
Hicimos nuestro hogar
en el lugar más lejano
y ajeno que pudimos encontrar.
Ahora caminás en busca de tu ropa,
tratamos de no mirarnos.
¿Sería mucho pedir que te quedes
una eternidad más?
¿Cuánto?
Lo que dure el silencio.


De La noche sagrada (2017)

De la poesía como diálogo y balbuceo

Somos palabra en diálogo
Friedrich Hölderlin

Todo poema es diálogo, a menudo un diálogo desesperado
Paul Celan

Toda verdad es diálogo
Robert Frost

La poesía es una forma superior de balbuceo
Terry Eagleton

Quizás, mientras el político o el científico buscan un discurso “convincente”, el poeta puede jactarse de vacilar en el lenguaje, de no estar seguro, de tropezar y arriesgarse a ese peligro que abre el habla a sus bordes y caídas. Quien tropieza en la lengua es quien no ejerce su fuerza totalitaria. El poeta se mueve en ese peligroso límite entre el sentido y el sinsentido.

Nos interpela ese resto de sentido que huye. Así como Deleuze considera a la lengua como un sistema en desequilibrio o el psicoanálisis dice que, en tanto usuarios del lenguaje, no podemos evitar ser parte de esa trama simbólica en la que la lengua se despliega. Quizás entonces la poesía sea el ámbito privilegiado del diálogo.

Valga como ejemplo este diálogo imaginario entre pensadores, psicoanalistas, filósofos, músicos y poetas: Hölderlin escribe “es velozmente fugaz todo lo celestial mas no en vano” 1.  Parece contestarse él mismo cuando escribe que “solo por momentos soporta el hombre la plenitud divina” 2. Rilke canta en la primera de las Elegías de Duino: “La belleza es el primer grado de lo terrible soportable… Todo ángel es terrible”3. Y pronto aclara que ante la presencia de una divinidad sucumbiríamos ante su existencia más fuerte. Hölderlin escribe: “Desde la mañana, cuando somos un diálogo, mucho ha sabido el hombre, mas pronto seremos canto”4. En el soneto III a Orfeo, Rilke responde con este verso: Cantar es ser. Hölderlin menciona sorprender los signos de los dioses. Baudelaire, en el soneto IV de Las flores del mal dice que el poeta sorprende las correspondencias del Universo.

¿El lenguaje es morada del ser (Heidegger) donde el inconsciente se despliega y manifiesta a través de la trama simbólica (Lacan)? ¿La poesía resguarda ser y lenguaje (Heidegger, Jorge Teillier)?, ¿es un diálogo (Frost, Hölderlin, Celan) donde el ser se evidencia en la intemperie, la tormenta, el riesgo (Rilke, Juan L., John Cage, Pizarnik)? ¿Está en la formación del mito de todo poeta el aprender a ver (Hölderlin, Rilke, Pizarnik, Miguel Ángel Bustos, etc.)?

¿Y nosotros los mortales cuándo somos?

pregunta Rilke. Otra vez la respuesta la da el mismo poeta, esta vez en su “Novena elegía”:

Haber vivido no parece un hecho revocable.

La escritura poética como extensión del cuerpo, un nuevo emplazamiento, un lugar otro desde donde pensar/se que, como el contacto entre las pieles, requiere urgencia pero también algo de vértigo y pudor. Piedad por el secreto y respeto ante el misterio de lo que al callar nos dice. Duerme su noche invernal y como el deseo a cada momento puede resurgir.

Escribió el poeta lírico Jorge Teillier: “El poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores”5. Durante sus años de locura y encierro en la torre, Hölderlin pronunciaba una palabra carente de sentido para el resto de los mortales: “Pallaksch”. Paul Celan, con su lengua balbuciente, propia de quien debe construir un idioma que, en el decir de George Steiner, no es inocente en la masacre, escribió un poema en los límites mismos del lenguaje, cuyo final citamos aquí:

Si viniera,
si viniera un hombre,
si viniera un hombre al mundo, hoy, con
la barba de luz de
los patriarcas: debería,
si hablara de este
tiempo,
debería
solo balbucir y balbucir,
siempre-, siempre-,
asíasí.


(“Pallaksch. Pallaksch”)


1. Friedrich Hölderlin, Fiesta de la paz, trad. de Rafael Gutiérrez Girardot, Bogotá, El Áncora editores, 1994, p. 47.
2. Friedrich Hölderlin, Antología poética, trad. de Federico Bermúdez-Cañate, Madrid, Cátedra, 2009, p. 173.
3. Rainer Rilke, Antología poética, trad. de Jaime Ferreiro Alemparte, España, Espasa-Calpe, 1968, p. 16.
4. Friedrich Hölderlin, Fiesta de la paz, op. cit., p. 55.
5. Jorge Teillier, Muertes y maravillas, Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 2005, p. 14.